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Crece la presión sobre May para que elabore un “plan B” sobre el “brexit”

Crece la presión sobre May para que elabore un "plan B" sobre el "brexit"

EFE

Londres —

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El rechazo que expresó la Unión Europea (UE) al plan del “brexit” de la primera ministra británica, la conservadora Theresa May, ha dado fuerza a las voces euroescépticas de su formación que le reclaman un “plan B” que contemple un acuerdo comercial menos ambicioso.

Tras la tensa cumbre de esta semana en Salzburgo (Austria), en la que los líderes europeos pidieron al Reino Unido que rehaga su propuesta, el ministro británico de Exteriores, Jeremy Hunt, fue hoy el primer miembro del Gobierno que evitó descartar un nuevo plan inspirado en el tratado de libre comercio de la UE con Canadá.

Esa es la opción predilecta de figuras de peso del Partido Conservador como los exministros Boris Johonson y David Davis, que dimitieron en julio ante su desacuerdo con el llamado plan de Chequers, que la UE ha descartado.

Davis, exministro para el “Brexit”, participó hoy en un acto junto a Nigel Farage, antiguo líder del eurófobo UKIP, en el que dijo que el proyecto que defiende el Gobierno británico ante Bruselas es “simplemente ridículo” porque obligaría al Reino Unido a obedecer las leyes comunitarias sin participar en su elaboración.

La propuesta de May está basada en integrar al Reino Unido en el sistema de libre circulación de mercancías comunitario después del “brexit”.

Ese escenario evitaría levantar aduanas en la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, el aspecto más espinoso de las negociaciones, pero Bruselas cree que socavaría la integridad del mercado único, que establece el libre intercambio tanto de bienes como de personas, servicios y capitales.

El rechazo comunitario ha dado nuevas energías a los partidarios en el Reino Unido de un acuerdo de libre comercio similar al que entró en vigor de forma provisional en 2017 entre la UE y Canadá.

Ese arreglo, al que se llegó tras ocho años de negociaciones, elimina aranceles, pero mantiene la necesidad de aduanas entre ambos espacios comerciales, un problema que Johnson, Davis y otros conservadores creen que se puede resolver con elementos tecnológicos que permitan establecer una frontera sin barreras físicas.

Los “tories” más euroescépticos sostienen que ese modelo otorgaría al Reino Unido flexibilidad para negociar por su cuenta con terceros países, al dejar de estar obligado a replicar las leyes comunitarias en ámbitos como la alimentación y la agricultura.

May ha culpado esta semana a Bruselas de no haber puesto sobre la mesa opciones alternativas a su plan de Chequers, pero al mismo tiempo se comprometió en Salzburgo a presentar en “poco tiempo” una nueva propuesta en relación a la frontera en Irlanda.

En ese terreno, la primera ministra se encuentra con el obstáculo de convencer a los norirlandeses del Partido Democrático Unionista (DUP), de cuyos escaños en el Parlamento depende la estabilidad de su Gobierno desde las elecciones del año pasado, en las que perdió la mayoría absoluta.

Según ha revelado el tabloide “The Sun”, la jefa de Gobierno está diseñando una legislación específica para Irlanda del Norte que permita mantener abierta la frontera con la República de Irlanda en cualquier escenario.

Una fuente de la formación protestante aseguró, sin embargo, al rotativo que su formación “nunca cederá” ante esos planes que, a sus ojos ,alejarían a Irlanda del Norte del resto del Reino Unido.

“The Telegraph” ha avanzado por su parte que algunos miembros del Gobierno pueden sumarse la próxima semana a las voces críticas con el plan de May y pedir un acuerdo de comercio con la UE al estilo canadiense.

El ministro de Interior, Sajid Javid, la ministra de Desarrollo Internacional, Penny Mordaunt, y la ministra de Trabajo y Pensiones, Esther McVey, están en la lista de posibles rebeldes del equipo de la primera ministra que bajara el rotativo.

Las negociaciones del “brexit”, que según el calendario que ha marcado la UE deben concluir a finales de octubre, han alcanzado su fase decisiva una semana antes del congreso anual del Partido Conservador, que comenzará el 30 de septiembre en Birmingham (Inglaterra), donde May deberá defender su liderazgo de la formación.

Guillermo Ximenis

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