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Cuba también estrena primera dama

Cuba también estrena primera dama

EFE

La Habana —

La inédita presencia hoy de Lis Cuesta, esposa del nuevo presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en el primer acto oficial del mandatario dos días después de su nombramiento, inaugura una nueva etapa en el protocolo de la isla comunista, donde hasta ahora los dirigentes mantenían invisible su faceta familiar.

Cuesta, de 47 años, encabezó al grupo de personalidades cubanas presentes en el recibimiento a Nicolás Maduro en el Palacio de la Revolución de La Habana, por delante del canciller, Bruno Rodríguez, y fue la primera en ser saludada por el mandatario venezolano, cuando este se acercó con Díaz-Canel tras una breve revista militar.

Vestida con un sobrio conjunto de chaqueta larga azul marino sobre un vestido negro, con zapatos de igual color, la esposa del primer gobernante cubano del poscastrismo ha sido también la primera en recibir el calificativo de primera dama de la siempre reservada prensa estatal cubana, que nunca la mencionó hasta hoy.

Esta licenciada en Pedagogía entró a la sala de actos de la sede del Gobierno cubano junto a Cilia Flores, esposa de Maduro, y el canciller Rodríguez.

En medio de la solemnidad del acto, Cuesta protagonizó un simpático momento de confusión cuando una funcionaria de protocolo le pidió que abandonara su discreta posición al final de la delegación cubana para pasar a encabezarla, un cambio al que al principio se resistió con evidente timidez que luego borró con una sonrisa.

Con la presencia de su esposa, el sucesor de Raúl Castro rompió con el anonimato de 59 años en el que vivieron las parejas del ya fallecido Fidel Castro (1926-2016), cuya vida amorosa era considerada casi un secreto de Estado en la hermética isla.

Su viuda, Dalia Soto del Valle, con quien el líder revolucionario se casó en 1980 y tuvo cinco hijos, siempre se mantuvo fuera del foco público y solo se la vio junto a él a raíz de la enfermedad que lo alejó del poder en 2006.

La guerrillera Vilma Espín, impulsora de la emancipación femenina dentro de la Revolución y esposa del ahora expresidente Raúl Castro, ejerció oficiosamente de primera dama durante los casi cincuenta años de mandato de su cuñado, pero nunca recibió oficialmente ese título.

Espín, líder de la Federación de Mujeres Cubanas, murió en 2007, un año antes de que Raúl Castro asumiera oficialmente su primer mandato presidencial.

Lis Cuesta, directiva de la Agencia cubana de Turismo Cultural Paradiso, retoma ahora una figura y un título considerados hasta hoy demasiado burgueses en la estoica ideología comunista.

No obstante, la presencia de Cuesta junto a su marido no es nueva: desde que Diaz-Canel llegó a La Habana en 2009 tras ser nombrado ministro de Educación Superior, han sido frecuentes sus apariciones públicas juntos y habitualmente tomados de la mano.

Cuesta es la segunda esposa del nuevo presidente cubano, al que conoció siendo directora del Instituto del Libro en Holguín (este de Cuba), provincia donde Miguel Díaz-Canel fue primer secretario del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC, único legal) de 2003 a 2009.

Desde que el matrimonio se mudó a la capital cubana y Díaz-Canel comenzó a escalar posiciones dentro del Gobierno -parte de su entrenamiento como “delfín”, según revelara recientemente el propio Raúl Castro- Cuesta mantuvo esa presencia constante junto al futuro presidente.

Se hizo habitual verla al lado de Díaz-Canel en actos y veladas culturales y hasta en visitas oficiales al exterior, como la que realizó el entonces primer vicepresidente de la isla en 2015 a Corea del Norte, país donde ya recibió el inédito trato de primera dama, o más recientemente, en un viaje a Bolivia.

La aparición que la puso definitivamente bajo los focos fue la del pasado 11 de marzo, cuando acompañó de la mano a su esposo en las elecciones generales, en las que Díaz-Canel fue designado diputado al Parlamento unicameral de la isla, que lo nombró posteriormente presidente del país.

Aunque acaba de ser reconocida como la primera y única primera dama oficial de la Revolución, es poco probable que Lis Cuesta, que no ocupa cargos en el Gobierno, asuma responsabilidades institucionales, como sí ocurre en otros países con las consortes de mandatarios.

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