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La Cumbre de Población de Kenia pide más compromiso contra la violencia machista

EFE/EPA/DANIEL IRUNGU

EFE

Nairobi —

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La violencia machista acaparó este miércoles la atención de la Conferencia Internacional de Desarrollo y Población (CIPD25), donde líderes como la alta comisionada de la ONU Michelle Bachelet abogaron por más compromiso y una nueva “cultura” para erradicar esa lacra.

“Es 2019 y seguimos teniendo estas conversaciones”, lamentó la directora del Centro de Biotecnología y Política de Salud Global de EEUU, Michele Bratcher Goodwin, al presentar el debate central en la CIPD25 de Nairobi, que ha dado el protagonismo a las formas de luchar contra las violencias machistas que sufren las mujeres.

El mundo se ha comprometido a acabar con las violencias contra la mujer antes de 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la agenda de desarrollo de la ONU, pero la fecha se acerca y el objetivo está lejos de ser conseguido.

La lucha contra las violencias machistas “no está funcionando por muchas razones”, explicó, en el segundo día de la cumbre, la expresidenta chilena y alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.

“Hay que cambiar la cultura”, indicó la exmandataria, que señalaba el hecho de que, hasta hace apenas unos años, la violencia contra las mujeres y los feminicidios no eran considerados tan siquiera una violación de derechos humanos.

Uno de los objetivos de esta conferencia, que acaba este jueves, es buscar nuevas formas y compartir buenas prácticas de lucha contra esta lacra, para evitar los 47.000 asesinatos que hubo en 2017 de mujeres a manos de sus parejas y los miles de otros tipos de feminicidios, cuyos datos siempre son menores que en la realidad.

“En la mayoría de casos de violencia de género, las supervivientes se encuentran solas y desamparadas”, lamentó la ministra keniana de Servicios Públicos, Juventud y Género, Margaret Kobia, en el Centro de Conferencias Internacional Kenyatta, que acoge la cumbre.

Al silencio de las víctimas se le suma la vuelta del “discurso de odio” que se está viendo casi a nivel global, como apuntó la directora del Instituto Nacional de la Mujer de México, Nadine Gasman.

“Podemos construir un mundo sin acoso, sin violencia, pero tenemos que comprometernos todos”, pedía Gasman, quien se mostró optimista con que es posible “acabar con la cultura de la violación y del feminicidio si trabajamos juntos”.

EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN

Algunos países han recurrido a la pena de muerte o a cadena perpetua para asesinos o violadores, pero eso solo refleja, según Gasman, “que no podemos atajar la violencia machista con soluciones simples”.

La mayoría de los más de 6.000 participantes de más de 160 países de la cumbre han venido a Nairobi a escuchar y quizás algunos líderes y representantes gubernamentales se lleven ideas y propuestas para luchar con estos problemas que afectan a la mitad del planeta. Por eso, muchas participantes abogaron hoy por la “participación” y el “compañerismo” para una lucha global.

Ayer martes el Fondo de Población de la ONU (UNFPA), coorganizador de la conferencia junto a Kenia y Dinamarca, reveló que el mundo necesitaba 42.000 millones de dólares para acabar con la violencia de género en 132 países, destinados a programas de apoyo psicológico, tratamiento médico, kits post-violación e intervenciones socioeducativas.

Lo que parece estar claro es que lo necesario es una solución integral y que no solo valen medidas punitivas si no hay un apoyo y formación en todas las instancias del país.

En Senegal, por ejemplo, a una mujer que ha sido violada, el informe médico para denunciar le cuesta 30 dólares, según reveló la activista senegalesa Bintou Djiba.

Cuando una mujer va a denunciar, es imprescindible que la Policía sepa qué está tratando y que el juez que lo vaya a juzgar tenga la sensibilidad necesaria para saber sentenciarlo.

Además, “tenemos que crear ambientes seguros” para que las mujeres se expresen con confianza y seguridad, alegó la ministra asociada de Desarrollo Social de Nueva Zelanda, Poto Williams.

DE LA VIOLENCIA MÁS EVIDENTE A LA MÁS SUTIL

Cuando se habla de violencia machista, se suele pensar en hombres maltratando o asesinando a sus parejas, pero las violencias de género van de estas formas más evidentes a las más sutiles como es el abuso psicológico o el acoso.

Además, incluyen las prácticas dañinas como la mutilación genital femenina (MGF) o incluso el matrimonio infantil.

Y los datos de estas dos últimas siguen siendo alarmantes: 68 millones de niñas y mujeres están en riesgo de sufrir MGF de aquí a 2030, además de los 200 millones que ya han sido circuncidadas.

Además, cada año doce millones de niñas son casadas antes de cumplir los 18 años, es decir, que hay 23 matrimonios infantiles cada minuto.

Muchas de esas “otras” violencias, como indica la activista keniana contra la MGF, Kakenya Ntaiya, tras ser penadas y perseguidas, “han pasado a la clandestinidad”.

“Los que las practican llegan con sus cuchillas por la noche”, explicó Ntaiya, quien cree que la única solución es “perseverar” y no hacer intervenciones que no sean permanentes.

La presidenta del Consejo Nacional de Namibia (Cámara alta del Parlamento namibio), Margaret Mensah Williams, contó en la cumbre que la Asamblea que preside se negaba a aprobar la ley contra la MGF porque los hombres alegaban que “el corte” estaba en la Biblia.

“A veces hay que tomar medidas drásticas”, explicó Williams a los participantes. Así que ella decidió ir al Parlamento con un vestido semitransparente y que le llegaba por encima de las rodillas y amenazó con ir al día siguiente desnuda si no se aprobaba esa ley.

MINORÍAS, DOBLEMENTE DISCRIMINADAS

La Conferencia de Nairobi cuenta con la presencia de una miríada de mujeres de todos los puntos del planeta y de extractos sociales, de capacidades diversas y de orientaciones sexuales variadas.

“Si me quitan mi silla de ruedas, aunque sea unos metros, eso también es violencia”, apuntó la bosnia Fatma Bulic, del Centro de Información de Personas con Discapacidad, y alegó que las personas con diversidades funcionales están mucho más expuestas en casos de violencia y lidian con una doble discriminación.

Se necesitan, al fin y al cabo, más modelos femeninos en posiciones visibles, de todos tipos y toda procedencia: “Necesitamos más mujeres en todo los sitios”, pidió Bachelet, “y, sobre todo, más mujeres con perspectiva de género”.

Irene Escudero

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