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David Fernàndez (CUP): “El 9N va a haber urnas, pero no las que queremos”

David Fernàndez, diputado de las CUP. / Marta Jara

Aitor Riveiro

El portavoz de las CUP en el Parlamento catalán, David Fernàndez (Barcelona, 1974), acude a Madrid a presentar el nuevo libro del profesor Jaime Pastor. En un hueco de la agenda visita eldiario.es para dar una entrevista centrada en el proceso soberanista catalán y las iniciativas ciudadanas de cara a las elecciones municipales de 2015. La cita se produce un día después de la segunda reunión de los partidos favorables a la consulta.

Las reuniones, en mayor o menor medida, se mantienen bajo secreto. “Nosotros de momento guardamos silencio, pero es un silencio parcial con fecha de caducidad. Queda relativamente poco tiempo para desplegar cuáles van a ser la propuesta o propuestas”. Fernàndez asegura sentirse incómodo en este secretismo: “Desde nuestra cultura política emancipatoria no estamos cómodos con tener que gestionar esta discreción”.

¿Qué conclusiones sacaron de la reunión del jueves?

Es una reunión más; y es obvio que no es la última. Siguen en pie todas las posibilidades de que el 9 de noviembre, de una u otra forma, se vote y haya consulta. Nosotros fuimos a apretar las tuercas y a plantear que no hay alternativa a la consulta.

¿Se puede retrasar más el acuerdo sobre el 9N?

Debemos tener en cuenta dos niveles. Primero, necesitamos transparencia y publicidad del hecho político; que toda la sociedad sea consciente de cuál es el escenario. También está el tema técnico y logístico: llevamos mucho tiempo discutiendo si vamos a votar o no vamos a votar. Nosotros queremos salir de esa escena y debatir sobre quién quiere la independencia y quién no. Así que esta semana hay que clarificar y publicitar qué va pasar.

De las distintas propuestas que deben conocerse esta semana, ¿cuál va a ser la de las CUP?

Siempre hemos defendido la más honesta y sincera: desobedecer obedeciendo. Nosotros hablamos de desobediencia institucional y civil, pero en el marco de la obediencia al 96% de los ayuntamientos que están a favor de la consulta, al 70% de la población que quiere que el futuro de nuestro país lo decida su gente.

¿Es una posición mayoritaria en la mesa de negociación?

Esquerra sí que está muy en sintonía con ese planteamiento. Con la complejidad de que, en nombre de la consulta, han aguantado un Gobierno que ha recortado y que ha vendido patrimonio público.

¿Y el resto?

La desobediencia no encaja con la cultura política de Convergència y mucho menos de Unió [los dos socios de CiU]. Y tampoco Iniciativa está en esos planteamientos.

¿Se puede hacer una consulta como la del 9N desobedeciendo al Estado?

¿Se puede hacer? Seguro que sí. ¿Se puede hacer sin dificultades? Seguro que no. Nosotros planteamos desde el principio que no se puede desistir y que hay que desplegar desde la normalidad democrática los instrumentos de los que nos hemos dotado: legitimidad, tras los resultados de las elecciones de 2012; y legalidad, emanada del Parlament de Catalunya este mismo mes de septiembre.

Lo que no se puede es decir que has perdido antes de plantar batalla, que es el escenario que nos encontramos la semana pasada, cuando por la prensa nos enteramos de que se había suspendido la campaña institucional y que la web estaba bloqueada.

Si la consulta se produce en términos de desobediencia, ¿no puede provocar un resultado fallido o poco claro?

Es una obviedad que nadie puede negar. Cada día, el trabajo del Estado lamina y anula las capacidades democráticas. Pero no saben descodificar cuáles son los cambios de fondo que se han producido en la sociedad, porque la experiencia en los últimos años es que cada vez que han dicho 'no', ha seguido subiendo el 'sí'. Es verdad que el escenario al que vamos a llegar el 9 de noviembre, que no está definido del todo, va a ser una consulta. Trabajamos convencidos de que se puede votar pero la ofensiva en contra será brutal. De esto es de lo que van las reuniones: de cómo se sortean los obstáculos que va a poner el Estado español.

¿Habrá consulta el 9N?

El 9N va a haber urnas, pero no las que queremos. Nosotros queríamos Escocia: urnas, debates entre todas las opciones, resultados y respeto a los resultados. Aquí tenemos Código Penal, fiscalía y tambores de guerra.

¿Y si el 9N no hay consulta?

No contemplamos que no la haya. Hemos intentado ser lo más sincero con todos y con nosotros mismos. Estamos haciendo un esfuerzo, con todas las contradicciones que nos genera, para poner urnas. La sociedad catalana tiene derecho a expresarse. Ahí estamos dispuestos a darlo todo; si no es para eso, ya no nos tendrán al lado ni detrás, nos tendrán enfrente. Sea quien sea; sea el Estado español o alguien del escenario político catalán.

¿Valdría cualquier tipo de consulta?

Eso se ha discutido poco. En las reuniones hemos dicho desde el primer momento que, si se iba a hablar de elecciones, nos levantábamos y nos íbamos de la mesa.

¿Las elecciones plebiscitarias no entran dentro de sus opciones?

No es que no entren, es que esa mesa no era para eso. Era para garantizar la consulta. Es verdad que el debate político existe, pero, como decía, se ha hablado poco del día después del 9N. Una posibilidad es 'no nos habéis dejado hacer la consulta', por tanto, nos vamos a la ratificación vía electoral. Es un escenario que Convergència no quiere.

Señalaba antes que ERC ha tenido que avalar estos últimos dos años políticas de recortes económicos en pro de la consulta. ¿Cree que se ha utilizado para tapar determinadas políticas que estaban decididas con anterioridad?

Es obvio que ha habido responsables políticos que lo han intentado, pero ese no es el sentir mayoritario de la sociedad catalana. Hay quien utiliza el proceso para no hablar de nada más, pero la singularidad del proceso es que se habla de todo: de modelo cultural, educativo, relaciones internacionales, relaciones laborales... Es una constante que los nacionalismos conservadores utilizan la bandera para tapar la cartera.

¿Y en España?

¡Y tanto! El gran cohesionador del PP, el enemigo interno, hoy es Cataluña. Es curioso: hay quien habla de la crisis para no hablar de independencia y quien habla de independencia para no hacerlo de la crisis. Al final, los programas de las derechas catalanas y españolas son bastante calcaditos. Hoy, ese no es el nacionalismo predominante en Cataluña: el proceso se ha llevado por delante al pujolismo.

¿El escándalo Pujol puede entonces ayudar al proceso en vez de torpedearlo?

Nosotros lo hemos dicho desde el primer día. El proceso es para cambiarlo todo, para salir de un modelo perverso y entrar en otro democrático. Y ha reforzado la idea de que también nos queremos independizar del fraude fiscal, de la corrupción, del despotismo.

No tengo ninguna duda de que uno de los elementos, sólo uno, de que haya salido lo de Jordi Pujol viene de las cloacas del Estado. El mayor defraudador del reino de España se llama Emilio Botín, tenía 2.000 millones de euros en Suiza y todos sabemos con qué funerales de Estado se le ha enterrado. Y Montoro sigue tapando la identidad de 1.600 defraudadores de altos vuelos que han sido cazados.

El problema de fondo es que hay un fraude y una mentira desde 1980. El elemento no es si el CNI lo usa o no. Es que es verdad lo que están diciendo y es real que los Pujol tenían cuentas en Andorra y hoy son incapaces de explicar cómo se pasa de 140 millones de pesetas a cinco millones de euros.

Las próximas elecciones previstas en Cataluña de momento son las municipales de mayo de 2015. ¿Irán las CUP integradas en Guanyem? Guanyem

En Barcelona, donde Guanyem es una realidad consolidada, la cuestión está a debate en el seno de las CUP de Barcelona y del Encuentro Popular Municipalista [la Trobada Popular Municipalista (TPM), la apuesta local de las CUP previa a la aparición de Guanyem]. La CUP va a triplicar las candidaturas en todo el país con ese mismo esquema. Una de las bases para socavar el régimen del 78 en Cataluña, y para avanzar hacia la plena independencia, es el municipalismo. Las CUP hacen municipalismo desde hace 13 años, es fundamentalmente un proyecto municipalista, con experiencias muy interesantes como las CAP (Candidaturas Alternativas del Vallés). En el caso de Barcelona, se participará en el proceso de debate y se actuará a resultas de él.

¿Cuáles son las condiciones que ponen las CUP?

La clave está en el qué y el cómo (el proyecto y la metodología) y en el para qué. Sería injusto no reconocer que uno de los elementos de profunda contradicción para las CUP es la presencia de Iniciativa de Barcelona. ICV ha formado parte del Gobierno municipal durante 31 años y, si no es la diseñadora, es parte y cómplice. Somos culturas políticas también muy, muy diferentes.

¿No son complementarias?

Han sido posturas muy antagónicas en un tiempo político muy reciente, no estamos hablando de hace 20 años. Hay que recordar que en Cataluña hemos tenido ocho años de Gobierno del tripartito: tres personas ciegas por balas de goma con CiU pero cuatro con Iniciativa. Los primeros recortes de la función pública los aprueba el tripartito en 2010.

No puede haber protagonistas del ciclo anterior. Si esto es una superación de ciclo, de nuevos dispositivos políticos basados en otra forma de entender la política, no puede haberlos.

Mencionaba también la importancia del debate sobre qué y el cómo, ¿cuáles son las líneas rojas de las CUP en este sentido?

Este fin de semana se han discutido los principios éticos y nosotros aportamos nuestra experiencia: limitación salarial, sin duplicidad de cargos, una sola legislatura, revocación de los cargos, las agendas públicas y abiertas... La vía institucional para las CUP siempre ha sido una vía complementaria y nos da miedo la sobreinstitucionalización. Pero habrá que hacer todo lo posible para que en febrero o en marzo no digamos que no hicimos todo lo posible para generar ese espacio de confluencia.

¿Y cuándo se tomará la decisión?

Somos una fuerza asamblearia; cuando esté claro el programa y la metodología será la TPM, los activistas de base de las CUP y nuestras complicidades habituales los que libremente y desde el debate democrático decidan que vale la pena o que se abren otras opciones.

¿Cuáles son esas opciones?

Podrían presentarse como TPM, lo que haría más complejo el mapa político municipal, o no presentarse incluso.

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