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Desaparecidos: buscando el rastro

Desaparecidos: buscando el rastro

EFE

Madrid —

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Yéremi Vargas, Diana Quer o Manuela Chavero tienen en común su desaparición. Son casos mediáticos, pero las fuerzas de seguridad tienen carpeta abierta por más de 4.100, en una búsqueda a la que se enfrentan no sin dificultades por el vacío legal en una materia por la que pasa de puntillas el Código Penal.

Nuestra legislación penal deja muy en el aire qué se entiende por persona desaparecida, lo que a nivel policial coloca a los investigadores en una situación de cierta inseguridad jurídica, según recalcan a Efe algunos de ellos.

Hace pocos días el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, presentó el Centro Nacional de Desaparecidos, que gestionará la base de datos de desaparecidos y restos humanos sin identificar. Lo hizo casi en coincidencia con la celebración el 9 de marzo del Día de las Personas Desaparecidas sin causa aparente y con el décimo aniversario de la desaparición del niño canario Yéremi Vargas.

Y ofreció datos: en ese momento las fuerzas de seguridad buscaban a 4.164 desaparecidos, de los que 214 (en torno al 5 %) se consideraban de alto riesgo.

No es fácil investigar una desaparición, como subraya a Efe el capitán José Miguel Hidalgo, del grupo de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil al que llegan los casos más complicados de homicidios, secuestros o desapariciones.

Son pesquisas “muy complejas” porque no hay un cuerpo, es necesario reconstruir todos los entornos donde ha podido moverse, en ocasiones no se tiene referencia del lugar exacto del que desapareció y muchas otras hay que moverse en ambientes delincuenciales.

Debido a esa complejidad, es muy importante que la desaparición se denuncie cuanto antes, porque así se podrá actuar de forma inmediata. “Si luego queda en nada, mejor que mejor”, apostilla el capitán.

Hidalgo señala que aunque los casos de los menores pueden ser más llamativos, lo cierto es que los de alto riesgo representan un porcentaje mínimo, y precisa que no existe un perfil del desaparecido.

No obstante, entre los de alto riesgo predominan los hombres (bastante más de la mitad) porque muchos casos están asociados a hechos delictivos, en los que los varones están más implicados. La media de edad está entre los 20 y los 40 años también por esa circunstancia y los nacionales predominan sobre los extranjeros.

A veces el investigador tiene el convencimiento de que la desaparición no es voluntaria, pero no puede agarrarse a un indicio concreto para asociarla a otro delito, como secuestro u homicidio. De ahí, que la judicialización de caso dependa en gran medida de la voluntad de jueces y fiscales.

Pese a las lagunas legales existentes, a nivel policial la Secretaría de Estado de Seguridad dio un paso al frente en 2009 y publicó una instrucción con el procedimiento a seguir por las unidades investigadoras, que nada más recibir la denuncia tienen que grabarla en el sistema para que todas las policías puedan acceder a esa alerta.

Además, si en un tiempo prudencial no se sabe nada de esa persona, se vuelve a reseñar, ya ampliada, en las bases e, incluso, se eleva al espacio Schengen. Es la unidad que recibe esa denuncia la que, según unos parámetros establecidos, cataloga el caso de alto riesgo o de riesgo limitado.

Generalmente, de las de alto riesgo, en el caso de la Guardia Civil, se da aviso a la UCO y a la Unidad Técnica de Policía Judicial por si es necesario coordinar con agencias policiales internacionales, como Europol o Interpol.

En las desapariciones más complicadas interviene la UCO, como las de Diana Quer o Yéremi. Son las más mediáticas, pero la unidad investiga otras más, incluso algunas desde hace 20 años, ya que, como dice Hidalgo, los casos nunca se abandonan, sin que haya predilección por unos en detrimento de otros.

Aunque se archiven judicialmente de forma definitiva o provisional, se sigue investigando.

De hecho, la Secretaría de Estado obligó a “dar una vuelta” cada año a los expedientes no resueltos. “La esperanza es lo último que se pierde”, insiste este agente, quien deja claro que todo los casos se revisan y que nunca se abandona a las familias.

Familias que la UCO tiene siempre muy presentes, hasta el punto de que su forma de relación con ellas ha sido una de las aportaciones de esta unidad que están imitando otras policías.

Son las víctimas colaterales de la desaparición y a las que la UCO intenta arropar para que no se sientan olvidadas. Y para ello, el grupo investigador designa a uno de sus agentes para que gestione esa relación con la familia a nivel emocional y operativo.

Muchas veces la desaparición se prolonga en el tiempo y es este agente quien ayuda a la familia a superar los periodos de crisis que inevitablemente atraviesan.

Porque las relaciones entre los miembros de la familia pueden llegar a deteriorarse, personas sin escrúpulos intentan aprovecharse de ellos, la familia llega a agarrarse a un clavo ardiendo en su estado de desesperanza..... En fin, situaciones para las que los agentes les preparan y previenen.

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