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Los diputados que se despiden del Congreso: “Los egos ideológicos se han puesto por encima del bien común”

El Congreso de los Diputados vacío después del último pleno

Marta Barandela

El último pleno del Congreso dejó gestos poco habituales en una legislatura marcada por un tono bronco: el adiós entre abrazos de los diputados que ya sabían que no repetirían y las palabras de “respeto y aprecio” que Pedro Sánchez les dedicó en su última intervención. Más del 40% de los actuales diputados no verán su nombre en las papeletas el 28 de abril. Unos regresan a su actividad profesional o han fichado por la empresa privada, otros se jubilan y algunos se ponen a disposición de lo que su partido necesite.

El goteo de salidas tras las renovaciones de liderazgos en los principales partidos ha sido constante. Será el final de la carrera política de veteranos del Partido Popular como Fátima Báñez, Íñigo Méndez de Vigo o Celia Villalobos, y tampoco repetirán en las listas socialistas Antonio Hernando, Soraya Rodríguez, Ángeles Álvarez o Ciprià Ciscar. Íñigo Alli (UPN) o Alexandra Fernández (En Marea) vuelven a su actividad profesional después de una única legislatura. Podemos tampoco tendrá entre sus escaños a Pablo Bustinduy o Diego Cañamero.

El 28 de febrero fue también la despedida de Joan Tardà, de 65 años, tras encadenar los últimos quince en el Congreso. Tardà comenta que en ocasiones “la Historia se acelera como un caballo desbocado” y han sido protagonistas de uno de esos momentos. Recuerda que invistieron a Zapatero en 2004 para “hacer conjuntamente aquello que él parecía querer hacer: una modernización del Estado que conllevaba pasar del estado autonómico al federal”. Para Tardà, el entonces presidente del Gobierno “dejó a ERC en la estacada después del bienio progresista de 2004 a 2006”. “En estos quince años hemos pasado de aquella esperanza que se abría de colaboración y complicidad con la izquierda española, hasta el escenario actual, un escenario terrible y muy doloroso, en el que incluso parte de la izquierda ha formado parte del triunvirato del 155 e incapaz de encarar una vía dialogada para resolver el conflicto”.

“Los independentistas −o al menos los de mi generación− nunca habíamos creído, y si alguien dice lo contrario es posible que mienta, que en tan pocos años alcanzaríamos el apoyo que hoy tenemos. Pasar del 14% al 48% [voto a partidos independentistas en Catalunya] para nosotros era inimaginable. Decíamos que quizá había que dedicar una o dos generaciones para pasar del modelo autonómico al federal y de la federación a la autodeterminación… Han sido quince años vertiginosos. Estamos viviendo todavía un cierto acelerón y yo me voy con un sentimiento agridulce de ver que la izquierda española, o una parte de ella, es muy timorata”, añade.

“La política se ha convertido en una anécdota”

Celia Villalobos pisó el Congreso por primera vez como diputada de Alianza Popular en 1986. Ha dicho adiós a los 69 años, tras serlo casi todo en el PP: ministra de Sanidad en el Ejecutivo de Aznar entre 2000 y 2002, eurodiputada entre 1994 y 1995, y vicepresidenta de la Cámara Baja entre 2011 y 2016. Después de su apoyo a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias del partido, Casado la dejó fuera de la Diputación Permanente. “En esta última etapa, la política se ha convertido en una especie de anécdota. Estamos más pendiente del Twitter y del titular que de los problemas reales. Antes no era así, nos preocupábamos de la realidad de los problemas de la gente”, expone Villalobos en conversación con eldiario.es. La que fuera alcaldesa de Málaga entre 1995 y 1999 cree que este fenómeno, que sitúa en los últimos tres años, ha convertido la política en un “espectáculo de titulares”.

Íñigo Alli, uno de los dos diputados de UPN en esta legislatura, guarda “cierta frustración” porque cree que se podrían haber hecho más cosas “por el bien común” y, en cambio, “a veces el foco de los partidos no es tanto la sociedad, sino los problemas de los propios partidos”. “Se debe exigir al político que volvamos a los debates que interesan a la sociedad. Es uno de los grandes problemas, que el interés partidista y los egos ideológicos están por encima del bien común”, analiza. Después de casi cuatro años como diputado y otros tantos como consejero de Políticas Sociales del Gobierno de Navarra, mantiene la misma opinión que cuando pisó por primera vez el Hemiciclo: “Pensé que era un honor ser diputado y me voy sintiendo exactamente lo mismo”.

“La democracia no tiene un problema de prepotencia sino de impotencia”, argumenta, por su parte, el socialista José Andrés Torres Mora, de 59 años. Torres Mora, ex jefe de gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero, señala que se enfrentan en una “asimetría de recursos” con “poderes no políticos y que no tienen origen en el poder democrático”, pero que actúan en política. La batalla “fundamental” tiene que ver “con el conocimiento, con la comprensión de la realidad que tú estás tratando de regular”. Para Torres Mora, las consecuencias de las políticas “necesitan ser estudiadas y previstas y eso requiere unos recursos más grandes que los que dispone un diputado habitual”.

“Un mal de las democracias es que se enfrentan con adversarios muy poderosos con recursos cada vez más limitados porque, entre otras cosas, el reproche que se le hace a las democracias es que son caras. Y, en realidad, para batirte con poderes muy fuertes hay que fortalecerse y eso significa poner recursos para conocer la realidad que muchas veces te ocultan”, desarrolla. Torres Mora entró en el Congreso el mismo año que Joan Tardà y ambos han coincidido en despedirse en la misma fecha.

“El trato ha sido respetuoso con todas las fuerzas”

Los parlamentarios consideran que en el día a día la relación con el resto de partidos ha sido “respetuosa”, al contrario de lo que parece mostrar el tono crispado que se ha visto en los plenos. “El trato ha sido tremendamente respetuoso con todas las fuerzas. He intentado desmarcarme de cualquier tipo de sectarismo, del 'conmigo o contra mí'. No va con mi forma de entender la política”, señala Alli. También la diputada malagueña Celia Villalobos remarca que “siempre” ha tenido “buena relación con todo el mundo”. “He respetado siempre la forma de entender la política de los grupos y, por lo tanto, he sabido distinguir lo que es la relación personal de los planteamientos políticos. He intentado consensos, me gusta el entendimiento frente al enfrentamiento y los radicalismos”, sostiene.

Alexandra Fernández, una de las diputadas más jóvenes del Congreso, aporta un matiz. La parlamentaria, de 30 años, distingue entre los plenos −la vertiente más “escenografiada” y “teatral” de la política− y las comisiones, donde el trato es “más personal” y más propicio para llegar a acuerdos. “Quizá el cambio más grande para nosotros fue dentro de la propia interna de En Marea”, incide. El breve paso de la formación gallega por el Hemiciclo ha estado marcado por los delicados equilibrios parlamentarios. La distancia de Fernández con Podemos se agudizó al final de la legislatura, donde vio a un partido “centrado en un proyecto muy madrileño” e incapaz de “reconocer” las diferentes realidades nacionales. “Ha sido la gran decepción de este recorrido. Íbamos con la ilusión de tejer un espacio donde estar de forma conjunta y lamentablemente no fue así”.

“Quizá el aprendizaje sea la cara B de la política. Es la parte más dura y a veces pueden ser incluso las cuestiones internas. Esa parte la ha aprendido también”, afirma. Una de las últimas imágenes que se quedan de ella en el Congreso fue la evidencia de la ruptura de En Marea en la votación de los Presupuestos. Fernández siguió la directriz del Consello das Mareas (órgano interno de En Marea) con su rechazo a la tramitación de las cuentas en contra del criterio de Podemos. Fue la única del grupo. Para ella, toda la legislatura ha sido una etapa “muy intensa” en la que ha comprobado que “desde fuera” parece que es más fácil transformar determinadas políticas y desde dentro “muchas veces es más lento de lo que se querría”.

De su etapa como parlamentario, Íñigo Alli pone en valor la reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral (LOREG) que permitirá que este 28 de abril voten 100.000 personas con discapacidad intelectual, aprobada por unanimidad gracias a “dos años de trabajo, diálogo y escucha con todas las fuerzas”. El diputado socialista Torres Mora hace hincapié en la aprobación de la Ley de Dependencia o las leyes de ampliación de libertades, como la del matrimonio homosexual. “Hubo un momento en que te dabas cuenta de que no habías cambiado el mundo, pero a alguna gente le habías aliviado un dolor viejo, un dolor de esos enconados, de los que tienes ahí”.

También Tardà menciona la Ley de Dependencia y recuerda que ERC fue parte imprescindible, además, para la aprobación de la Ley de interrupción voluntaria del embarazo. Considera que ahora es momento de conquistar un nuevo derecho subjetivo: el derecho a la vivienda.

¿Qué harán tras su salida del Congreso?

Joan Tardà cuenta que le hubiera gustado poder dedicar unos últimos años a su profesión −es catedrático de Lengua y Literatura catalana, y ejercía como profesor de secundaria− y así se lo expresó a su partido al final de la anterior legislatura, pero le pidieron que continuase. Lo hizo, a condición de ser el número dos. “Siempre he sido el segundo, una persona que ha estado, digamos, en la sala de máquinas. Fui el dos de Joan Puigcercós, de Joan Ridao, de Alfred Bosch y fui el dos de Gabriel Rufián”, explica. Ahora se pone “al servicio del partido” para lo que se le encargue. “Si no se me encarga nada, trabajaré en la sección local de mi pueblo y haciendo lo que siempre he hecho, intentar contribuir. Hay muchas cosas para hacer. Por desgracia, trabajo hay mucho”, dice.

Quien sí sabe que volverá a la enseñanza es Torres Mora, doctor en Sociología y profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid, que explica que ya ha arreglado los papeles para su regreso con el departamento. Íñigo Alli, por su parte, se reincorporará a la actividad privada y hace un alegato por la “regeneración real de los partidos” para cambiar la política. “La regeneración pasa primero por ser valiente y dar un paso a darse a los demás. Y también generosidad por parte de los que llevan mucho tiempo viviendo de y con la política para dar paso a otras personas. Lo que he hecho es ser coherente con esa exigencia”, remata. Celia Villalobos responde concisa cuando se le pregunta a qué dedicará su tiempo ahora: “A vivir. Igual que antes he vivido de una forma, ahora vivo de otra”.

Alexandra Fernández dejó inacabado su proyecto de final de su carrera, Arquitectura, para ocupar uno de los cinco escaños de En Marea. Ahora podrá retomarlo. “Tenía claro desde el principio que no quería alargar el tiempo en la institución ante el riesgo de desconectar de la vida profesional. Una de las cosas que he aprendido es que para estar en política con libertad hay que tener una vida profesional fuera”, reflexiona. Fernández, que ha confirmado ya su baja de militancia de Anova, rechaza que abandonar la primera línea sea dejar de hacer política. “Abandonar el ámbito institucional no es irse de la política. Hay que seguir militando y lo pienso hacer como hasta ahora, desde la política de base”.

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