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Dolors Bassa relata sus vivencias en la cárcel en un libro junto a su hermana

Dolors Bassa relata sus vivencias en la cárcel en un libro junto a su hermana

EUROPA PRESS

BARCELONA —

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La exconsellera de la Generalitat Dolors Bassa ha publicado este viernes el libro 'Carregades de raons' (Ara llibres) junto a su hermana, la diputada de ERC en el Congreso Montse Bassa, en el que relata sus vivencias en la cárcel.

La exconsellera, que acudió a la rueda de prensa que hizo el expresidente Carles Puigdemont al llegar a Bruselas pero que después volvió para declarar ante el Tribunal Supremo, asegura que optó por volver a Catalunya porque en la capital belga sintió que se estaba escondiendo, y afirma que nunca se ha arrepentido de ello.

“¿Es esto el exilio? Esto no es vivir. No quiero pasar tanta incertidumbre y tanta angustia. No me quiero esconder nunca más. No he cometido ningún delito y se ha acabado esta psicosis. La situación, vista ahora, desde la prisión, fue tragicómica. No me extraña que después de esos recuerdos, la entrada a la cárcel la viéramos también como un respiro, pese a todo”, cuenta sobre la experiencia que tuvo en Bruselas.

Bassa explica cómo vivió el ingreso a la cárcel de Alcalá Meco en Madrid, dice que al principio lo pasó mal pero poco a poco se fue adaptando, vivió con alegría cuando pudo salir en libertad bajo fianza unos meses y después describe la tristeza de cuando volvió a ingresar en prisión en marzo de 2018.

Destaca cómo tenía que mentir a sus familiares diciéndoles que estaba bien y cómo intentaba que nadie la viera llorar: “No quiero que ningún funcionario ni ninguna interna me vean llorar. La dignidad también es esto. ¡Firmeza! No puedo permitir que vean que me pueden ganar. Pienso que ahora represento a mucha gente y que no conseguirán menospreciar este sentimiento”.

DIFERENCIA CON LOS PRESOS HOMBRES

En varias ocasiones, Bassa critica que las presas soberanistas mujeres han recibido menos atención que los hombres: “Carme (Forcadell) y yo sufrimos una discriminación en comparación con los compañeros presos políticos”.

Además, una de las diferencias es que ellos están juntos y pueden superar los momentos difíciles unidos, mientras que Bassa y Forcadell están en cárceles separadas, pese a que afirma que han planteado a Instituciones Penitenciarias poder estar las dos juntas en la prisión de Wad-Ras de Barcelona, pero lo han denegado porque solo hay mujeres en prisión preventiva o con condenas muy cortas.

También sostiene que la estrategia del independentismo no debería estar marcada por la situación de los presos y que ellos no pueden condicionar las decisiones políticas: “Yo me inclino por el planteamiento de la izquierda abertzale, que tiene muy en cuenta a los presos y los protege en toda su dignidad, pero los deja al margen de las negociaciones y las decisiones políticas del país”.

“Me gusta que me pidan la opinión porque tenemos la autoridad moral para opinar, naturalmente, pero ni quiero ni puedo ser decisiva en nada”, argumenta, aunque reconoce que no todos los dirigentes independentistas encarcelados opinan lo mismo.

REACCIÓN ANTE LA SENTENCIA

Bassa cuenta algunas anécdotas cotidianas que ha vivido en la prisión, como cuando se discutió con una interna que la acusaba de haber provocado que cambiaran de cárcel a otra presa, y tuvo el apoyo de otras internas que le decían que plantar cara a otra presa son galones y que era “una de ellas.

Asimismo, repasa todo el juicio en el Tribunal Supremo y narra que cuando leyó la sentencia, que la condena a 12 años de cárcel, le salió decir “hijos de puta” y lanzó improperios mientras leía las condenas del resto de presos.

El funcionario del Supremo le advirtió de que se abstuviera de hacer comentarios porque le podía levantar un acta disciplinaria y Bassa le contestó: “¿Ahora? ¡Como si me levanta cincuenta actas!”, y asegura que el resto de presas de Puig de les Basses no entendían porque la condenaban a 12 años cuando, por ejemplo, una de ellas había matado a un chico y lo había descuartizado y le pedían ocho años.

También dice que vivió con incomodidad los disturbios de protesta contra la sentencia y recrimina que las instituciones no dieron una respuesta consensuada: “Me duele pero pienso que es la gente de la calle la que lo impulsa todo, y esto es lo que tiene más valor”.

PLAN HASTA EL 1-O

Dolors Bassa critica que, según ella, solo se pida autocrítica al independentismo y defiende que lo que se hizo en 2017 es lo máximo que se podía hacer en ese momento: “Ni más ni menos”, y asegura que no se arrepiente de nada de lo que hizo.

“Teníamos un plan A, B, C y D... hasta el 1-O. Después contábamos que la negociación y el diálogo tenían que ser el paso siguiente en cualquier estado democrático. No me arrepiento de lo que hicimos. Había que intentarlo colectivamente. Y aquí estoy yo, en la cárcel, por haber dado la cara y haberlo defendido”, concluye.

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