Con “Elogio de la cultura” la Fundación Loewe celebra su 25 aniversario

Veinticinco personajes de la cultura y el espectáculo, como Mario Vargas Llosa, Caballero Bonald, Penélope Cruz o Carmen Iglesias, respaldan a través de sus retratos el primer cuarto de siglo de andadura de la Fundación Loewe, que celebra este aniversario con el libro y la exposición “Elogio de la cultura”.

La muestra, que abre hoy sus puertas en Madrid, exhibe los 25 retratos que el fotógrafo Chema Conesa ha realizado a personas que durante estos años han mostrado su compromiso con la cultura y que han querido apoyar con su imagen y sus palabras la labor de la Fundación.

“La idea inicial era hacer el libro y la exposición ha sido algo casual. Cuando ya estaban hechos los retratos Chema propuso exhibirlos”, comentó a Efe Sheila Loewe, presidenta de la Fundación, quien consideró que “deberían haber sido muchos más los retratados, ya que faltan muchas personas muy importantes que nos han apoyado”.

A través de la selección de los personajes se ha querido dar voz a la poesía, la música, la danza, la literatura, la moda o el cine, con la presencia, entre otros, de Carmen Alborch, Eduardo Arroyo, Miguel Bosé, Pilar del Castillo, Víctor García de la Concha, José Carlos Martínez, Estrella Morente, Soledad Puértolas o Luis Antonio de Villena.

Con importantes premios a la poesía y patrocinios a la danza, la música y el diseño, disciplinas a las que en el libro se dedican secciones diferenciadas, uno de los objetivos más próximos de la Fundación Loewe “es su internacionalización, principalmente en Japón, China y Estados Unidos”.

Con la poesía, “que sigue siendo nuestra joya, nos va a costar más por el idioma, pero vamos a poner especial atención en la danza y en la música” afirmó Sheila Loewe.

En opinión de la presidenta de la Fundación, en estos momentos de crisis la responsabilidad de instituciones de este tipo es aún mayor. “Es importante ser un ejemplo para intentar contagiar a otras empresas privadas”, declaró y destacó que todos esperan “con los brazos abiertos la ley de mecenazgo”.

Por el momento, la Fundación ha querido celebrar estos veinticinco años con un proyecto “en el que he intentando imitar lo que serían los retratos en el Renacimiento”, señaló Chema Conesa, para quien el juego con la luz ha sido fundamental en un trabajo carente de artificios.

“Se trata de fotos muy sencillas, en las que no existe mayor lujo que los personajes”, manifestó el fotógrafo que ha buscado la identidad y unidad de la serie a través de planos cortos sobre un fondo de tela negra e impresos en un papel de algodón Hahnemühle.

Con su máquina y su tela negra, Chema Conesa fue recibido por los retratados en sus entornos cotidianos como Ángela Molina, a la que fotografió “apoyada en la cocina de su casa”.

En un plano corto y mirando directamente a la cámara, el retrato de Laura Ponte, recordó Chema Conesa, se hizo a las dos de la tarde en un día de verano cuando la modelo se encontraba en la piscina de su casa con sus hijos, “aunque en el resultado no se aprecie esa situación”.

La sencillez y naturalidad es una de las características de un proyecto “en el que los personajes no tienen que demostrar nada, no estaban preocupados por el resultado, ya que la importancia son ellos mismos”.

El retrato es un género “muy agresivo. Te pones frente a una persona de la que intentas sacar lo mejor y romper esas defensas que automáticamente el personaje se pone. Es como una especie de combate entre el retratado y el fotógrafo”.

Para Conesa, uno de los más difíciles ha sido Mario Vargas Llosa. “Tiene un rictus muy duro y es difícil hacerle una foto, hay que tomarse su tiempo, mientras que Pilar del Castillo tiene muy clara cual es su postura”, comentó el fotógrafo que únicamente ha utilizado programas de retoque para corregir detalles, “pero sin alterar nunca la realidad”. Mila Trenas