Emilio Calatayud dice que “habría que hacer un test de madurez a todos los diputados”

Consciente de que es para muchos un juez “estrella” -que no estrellado- y más allá de su labor al frente del Juzgado de Menores 1 de Granada, Emilio Calatayud también se atreve en su último libro con cuestiones más personales, la actual crisis y la clase política, con la que es especialmente crítico.

“A todos los diputados habría que hacerles un test de madurez”. Así de categórico se ha mostrado este conocido juez en una entrevista con Efe con motivo de la publicación de “Buenas, soy Emilio Calatayud y voy a hablarles de...” (Alienta/Planeta), que acaba de salir a la venta.

Tras treinta años de experiencia profesional, este “manchego del Albaicín” -su barrio granadino- percibe en el actual contexto y al margen de cuestiones económicas una crisis de valores: “Tenemos complejo de joven democracia, nos da miedo hablar del principio de autoridad, de respeto, de esfuerzo o de trabajo”.

Sin caer en derrotismos, se muestra esperanzado en poder salir de esta situación “a pesar de los políticos” y recuperando sobre todo el sentido común, la ética personal, el valor de la familia y de las tradiciones, sin obviar la importancia crucial de la escuela y de los medios de comunicación.

En este panorama, es crítico con la clase política y con sus partidos, que a su juicio “no están dando la talla”, y está a favor de recuperar el espíritu constructivo que se vivió durante la época de la Transición.

Ante una democracia que no percibe completamente “consolidada” y una juventud que tampoco parece tener claros ciertos valores, se presenta ácido frente a los políticos: “Cuánto inmaduro hay en la Carrera de San Jerónimo (...) A todos los diputados habría que hacerles un test de madurez para poder ser votados”.

Cree necesarios un “pacto por el menor”, que redefina bien la figura de este colectivo vulnerable y evite contradicciones en la legislación que le otorga derechos y deberes a veces en colisión, y una reforma educativa que aglutine a todos los partidos y se mantenga al menos durante una generación.

En este sentido, el libro contiene interesantes reflexiones sobre la educación de los menores, los peligros de las redes sociales, la aplicación de la Ley del Menor, el sexo juvenil y algunas de sus sentencias más ejemplares, para las que contó en otra publicación -como en ésta- con la colaboración del periodista Carlos Morán.

Más allá de cuestiones propiamente jurídicas, la obra de Calatayud está dedicada a la memoria de su mujer, fallecida a consecuencia de un cáncer, y pretende ser a la vez “una celebración del presente y una mirada al futuro”.

“Es un libro más personal, cuenta una etapa muy importante de mi vida (...) Lo he hecho por terapia, no sé si a la gente le impresionará o le servirá, a mí me ha servido”, ha comentado el juez, quien a pesar del dolor vivido se considera un hombre “feliz y afortunado”.

Calatayud, primer sorprendido de que sus sentencias basadas en la mayoría de los casos en el sentido común suelan llamar tanto la atención, opina que a los jueces les da muchas veces “miedo hablar”.

“Hay que explicar nuestras decisiones, evitar los juicios paralelos y acercar la justicia a la ciudadanía”, ha concluido.

Por Roberto Ruiz Oliva