Emmet Gowin muestra en España “lo más precioso”, su intimidad familiar

Para el estadounidense Emmet Gowin fotografiar cientos de veces a su familia, su entorno natal en Danville (Virginia) y especialmente a su mujer, Edith, ha supuesto una forma de “reafirmar” lo realmente importante en su vida, “lo más precioso” para él.

Así lo ha revelado hoy Emmet Gowin (1941) en la presentación de la más amplia retrospectiva en España de uno de los fotógrafos más originales e influyentes de los últimos cuarenta años, incluida dentro de PhotoEspaña y que se muestra en la sala Azca de la Fundación Mapfre.

“Cuando quieres mucho a alguien le quieres dar toda tu atención”, ha asegurado hoy el fotógrafo, cuya esposa, Edith, ha sido el principal “leit motiv” de toda su obra, y a la que dedica muchas de las casi 180 imágenes que se pueden ver en Madrid hasta el próximo 1 de septiembre.

Muy emocionado, el artista ha considerado “un auténtico privilegio” poder exponer su obra “en un país tan bello” como España, donde ha fotografiado desde el aire, en sólo dos días de octubre de 2012, los campos andaluces para su serie “Landscapes”, presente en la muestra.

Para Carlos Gollonet, conservador de fotografía de la Fundación Mapfre, la exposición aborda los “grandes temas” de toda la trayectoria artística de Gowin, cinco décadas de trabajo “continuo y apasionado” de uno de los fotógrafos “más innovadores” del siglo XX.

Según Gollonet, sus fotos “elegantes y nada convencionales” dan testimonio de un mundo “común y exótico a la vez”, que marca la diferencia entre sus fotografías familiares y las de los típicos álbumes de familia.

En “Landscapes Andalucía”, las únicas imágenes de la exposición en color, Gowin retrató la belleza de las tierras granadinas, “toda una experiencia por lo generoso de lo desconocido”, según el artista, quien ha explicado que la primera época en la que comienza a retratar a su familia, entre 1963 y 1975, coincide con la guerra del Vietnam, por lo que consideró sus imágenes como un ofrecimiento a quienes habían participado en la misma.

Sus primeras influencias fotográficas las recibió de imágenes de grandes clásicos de esta disciplina como Robert Frank, Henri Cartier-Bresson o Walker Evans, poco antes de empezar a trabajar, en 1962, con su primera Leica, una cámara con la que se plantea la necesidad de crear su propio estilo.

De esa primera época proceden muchas de las imágenes presentes en la muestra tras casarse con Edith Morris, en las que la vida cotidiana queda reflejada en escenas de niños, jóvenes o adultos y, sobre todo, en retratos de su esposa.

La familia numerosa de Edith le proporciona al fotógrafo un importante banco de pruebas entre el verano de 1965 y la primavera de 1967, así como el nacimiento de sus hijos, permitiéndole una evolución conceptual intuitiva e introspectiva.

La exposición también encuentra lugar para las imágenes circulares logradas por el artista al cambiar, a comienzos de los setenta, la lente de su cámara, así como para los paisajes, muchos de ellos fotografiados desde el aire, en los que Gowin refleja su amor por la naturaleza.

Las desoladoras consecuencias de la erupción del volcán Saint Helens (EEUU); los territorios devastados por la acción humana, también en EEUU y en otros países como Checoslovaquia; los círculos de irrigación y el absurdo consumo de agua en Kansas; o los desiertos de Nevada vistos como paisajes lunares son algunas de las escenas que capta Emmet Gowin con su objetivo.

La fascinación de sus últimos años por los insectos y sus viajes a Latinoamérica para realizar un trabajo científico de catalogación dieron origen a una serie de mariposas nocturnas -presentes en la última sala- en la que vuelve a su origen tras fundir, de manera aparentemente casual, una silueta de Edith que llevaba en su cartera con las de las mariposas, dos de sus grandes pasiones.