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España, el regreso

España, el regreso
Nueva York —

“Spain is back”. Es lo que el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, trasladó a la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, en su primera entrevista bilateral, y es la frase sobre la que gira el estreno del Gobierno de Mariano Rajoy en la Asamblea General de la ONU.

Será mañana cuando Rajoy debutará en la tribuna de la Asamblea de Naciones Unidas, y lo hará defendiendo ante el centenar de jefes de Estado y de Gobierno y más de doscientos ministros presentes en esta cita, la candidatura de España como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para el bienio 2015-2016.

El Ejecutivo español está convencido de que hay razones más que suficientes para que esa aspiración se convierta en realidad y confía en que la campaña que ahora comienza en pos de esa meta dé fruto en octubre de 2014, que es cuando se despejará la incógnita.

El “España ha vuelto” estará presente también en las decenas de entrevistas que va a protagonizar en Nueva York quien tiene los derechos de autor de la frase, García Margallo, que pretende hacer ver que el país estuvo hace años en primera línea de la escena internacional y ahora retoma ese estatus.

La etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, para el actual Gobierno, fue un paréntesis durante el que España perdió peso a ojos de muchos países y, en especial, de Estados Unidos.

Pero pese a las críticas, el Ejecutivo hecha mano de una iniciativa personal de Zapatero para intentar conseguir lo que ahora se propone: la Alianza de Civilizaciones.

Fue en el estreno ante la ONU del anterior presidente del Gobierno cuando, tras justificar la retirada de las tropas españolas de Irak, planteó la puesta en marcha de esa Alianza para el entendimiento.

La propuesta tuvo recorrido. Fue asumida por la ONU, impulsada principalmente por España y Turquía, sigue vigente, muchos países continúan comprometidos con ella, y, pese a las reticencias y críticas con las que fue acogida por Rajoy y otros dirigentes del PP -entonces en la oposición-, el actual Gobierno mantiene su compromiso con esta iniciativa.

Las aspiraciones de España contribuyen a ello: si Turquía es uno de los dos rivales que tiene para lograr el objetivo de sentarse en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (el otro es Nueva Zelanda) y es también copatrocinador de la Alianza, cualquier muestra de un menor apoyo a la misma puede restar votos entre otros países. Y la pugna va a ser muy reñida.

Sí es inevitable que la situación económica repercuta en la aportación española a la Alianza para el próximo año, que se concretará cuando esta semana se presente el proyecto de ley de presupuestos generales del Estado.

La sombra del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sobre los ministerios es lo suficientemente alargada como para que también la campaña para lograr un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU tenga un coste reducido, que, a la espera de que se fije, se prevé que quede por debajo de los 2 millones de euros, según fuentes del Ejecutivo.

Lo que el Gobierno no espera que haga sombra a su objetivo son las miradas que concita España sobre la posibilidad de que pida una nueva ayuda económica de la UE. “No está decidida. Se está estudiando y se hará lo que mejor convenga a los intereses del país”, se repite una y otra vez en el Ejecutivo secundando las palabras de Mariano Rajoy.

El valor añadido de España en las relaciones con América Latina se confía que ayude. También el de las que mantiene con el norte de África, máxime en un momento en el que se escruta la evolución de la “primavera árabe” y se multiplican los contactos para evitar que el Sahel se convierta en un nuevo Afganistán.

Son argumentos que España cree de peso para formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU, al que accedería por quinta ocasión y en el que por última vez estuvo en el bienio 2003-2004, con José María Aznar en la Moncloa.

“Vamos a dar la batalla”, se asegura desde la delegación española; “Vamos a ganar”, pronostican algunas de sus voces.

Fiel a las tesis del Gobierno, ese asiento sería un símbolo del regreso de España. Quedan dos años de camino.

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