Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La izquierda presiona para que Pedro Sánchez no dimita
Illa ganaría con holgura y el independentismo perdería la mayoría absoluta
Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar
Noticia de agencia

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.

Essebsi: el controvertido nacionalista que condujo a Túnez a la democracia

Muere el presidente de Túnez Beji Caïd Essebsi

EFE

Túnez —

0

Miembro destacado de la aristocracia tunecina que ha dominado Túnez desde la independencia de Francia, el presidente Beji Caïd Essebsi, muerto hoy a los 92 años, pasará a la historia como el controvertido político que “salvó la primavera árabe” y guió al país a la democracia tras una difícil transición.

Nacido en noviembre de 1926 en el pequeño y turístico pueblo de Sidi Bou Said, uno de los más visitados del país, en el seno de una familia acomodada, Essebsi estudió Derecho en París y a su regreso en 1952 se sumó a las filas de letrados que defendían el movimiento liberal “Neo-Destur”, que aspiraba a la independencia de Francia.

Una década antes, con apenas 15 años, ya había catado las mieles y hieles de la política al sumarse a las filas del citado partido en Hamam-Lif, una pequeña localidad turística en aquel tiempo en el sur de la capital.

Su interés por la política y los negocios procedían de su abuelo, Ismail Caïd Essebsi, un comerciante de Cerdeña que fue apresado en el siglo XIX por piratas otomanos establecidos en las costas de Túnez, entonces una provincia dependiente de Estambul.

Vendido como esclavo a una de las familias dirigentes, su abuelo abrazó el Islam y se convirtió años después en un hombre libre, ascendiendo en la escalera social hasta llegar a los puestos de gobierno.

Allí conoció a Habib Bourguiba, fundador del partido y hombre que lideró el movimiento político y de resistencia armada que en 1955 lograría el autogobierno y un año después la independencia de Francia.

Abogados ambos, formados los dos en París, Essebssi ingresó en el círculo estrecho de colaboradores de Bourguiba, aquellos que diseñaron el gobierno y la estructura de la naciente República, sostenida en el laicismo pero también en el panarabismo tan de moda en aquella época.

Responsable de la administración en las regiones, el ambicioso Essebsi ascendió rápido: primero como director de Seguridad Nacional y a partir de 1965 como ministro de Interior, cargo que ostentó cuatro años.

Del controvertido edificio situado en la avenida principal de la capital, temido por todos los tunecinos, salió para convertirse en ministro de Defensa (1969-1970) y después en embajador en París tras criticar la represión.

Fue una de las décadas más oscuras del nacionalismo de Bourguiba, que se tornó en una incipiente dictadura, con represión, tortura y encarcelamiento sistemático de grupos de oposición socialistas y de otras corrientes de izquierda, como el conocido movimiento “perspectivas”.

Ausente de la primera línea política, Essebsi recuperó su actividad pública en abril de 1981, fecha en la entró a formar parte del gabinete de Mohamed Mzali, que le entregó la cartera de Asuntos Exteriores.

Descontento con el golpe de Estado blando perpetrado por Zinedine Al Abedin Ben Ali, este último lo envió de nuevo a la diplomacia, en esta ocasión como embajador en Alemania, donde pasó cuatro años antes de regresar al país como presidente del Parlamento de la dictadura (1991-1992).

Miembro del círculo secreto que a principios del presente siglo comenzó a conspirar contra la cleptocracia de la familia Ben Alí, Essebsi se mantuvo en una posición discreta durante los primeros días de la revolución que el 14 de enero de 2011 obligó a huir a uno de los tiranos árabes más ladinos.

El 27 de febrero de ese año, y en medio de protestas y choques entre la policía benalista y los grupos de oposición de izquierdas e islamistas que el día antes habían causado cinco muertos, el entonces presidente, Fuad Mebazaa, le nombró primer ministro en sustitución del islamista Rachid Ghannouchi.

Las protestas en la calle no cesaron, pero Essebsi fue capaz de sortear los obstáculos y celebrar elecciones en octubre de ese mismo año, las primeras verdaderamente democráticas en el país desde la ascensión de Ben Ali.

Essebsi fue reemplazado en la jefatura del gobierno por Hamadi Jebali, uno de los líderes veteranos del perseguido movimiento islamista Ennahda que ganó los comicios y lideró el país durante el periodo más conflicto de la transición.

Dos atentados mortales contra sendos parlamentarios y líderes de la izquierda tunecina en 2013, atribuidos a grupos yihadistas y de los que todavía hoy algunos grupos acusan a Ennhada, junto al ascenso del partido radical Ansar al Islam, colocaron la transición tunecina al borde del abismo.

Essebsi creó entonces la plataforma laica “Nidaá Tunis” y rehizo la relación con el líder de Ennahda, Rachid Ghanouchi, para las presidenciales de 2014, que supusieron un punto de inflexión en la tiritante democracia.

Meses antes, la patronal UTICA, el principal sindicato nacional UGTT, la Liga tunecina de los Derechos Humanos y la asociación de abogados crearon un movimiento de unidad nacional que contribuyó a salvar la transición, una iniciativa que años después fue reconocida con el premio Nobel de la paz.

“Nidaa Tunis” ganó las legislativas de 2014 y Essebesi una mes después las presidenciales, convirtiéndose en el primer presidente tunecino elegido en unas elecciones consideradas plenamente libres y democráticas.

Un lustro después, “Nidaa Tunis” se ha quebrado a causa de las disensiones internas y aunque todavía conserva el liderazgo en el gobierno de coalición, ha perdido la mayoría en el Parlamento en favor de los islamistas.

Gran parte de la ruptura responde a las maniobras del Hafez, el hijo del presidente y secretario general de la formación, que se ha acercado a empresarios y políticos vinculados a la corrupción del antiguo benalismo.

Durante la presidencia de Eseebsi, Túnez ha aprobado varias leyes controvertidas -como la de reconciliación nacional que permite a algunos benalistas regresar- o la reciente enmienda de la ley electoral, que frena las aspiraciones de algunos políticos ajenos al benalismo y la tradicional aristocracia tunecina.

Pero también otras progresistas, relativas a los derechos de las minorías, la comunidad LGTBI o las mujeres, con avanzadas leyes de igualdad y en contra de la violencia machista.

Además, Túnez se ha sumido en una aguda crisis económica y social, fruto de la falta de reformas que hacen que los problemas más acuciantes sigan siendo aún los que condujeron a la revuelta: el alto desempleo, la injusticia social y la corrupción, que todavía es endémica.

A ello se añade la fragilidad de la seguridad nacional en un entorno regional inestable: en 2015 Túnez sufrió tres atentados yihadistas que segaron la vida de 72 personas, 60 turistas foráneos y 12 Guardias Presidenciales.

Asimismo, las regiones montañosas limítrofes con Argelia son escenario de una guerra de baja intensidad entre grupos yihadistas locales ligados a organizaciones como Estado Islámico y Al Qaida den el Magreb Islámico (AQMI) y fuerzas de la Guardia Nacional.

Casado con Chadlia Saïda Farha, Essebsi -hasta la fecha el tercer jefe del estad más viejo del mundo, tiene dos hijas Amel y Salwa, y dos hijos, Mohamed Hafedh y Khélil.

Javier Martín

Etiquetas
stats