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Europa, vista desde el arcén

Europa, vista desde el arcén

EFE

Créteil (Francia) —

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Toda Europa habla de Boubacar. Se ha convertido en la estrella de las conversaciones, el eje sobre el que gravitan las elecciones europeas, el blanco perfecto de los ultras. Todos hablan, pocos lo ven. Como tantos demandantes de asilo, Boubacar vive en un arcén.

A Boubacar Diallo las elecciones del próximo domingo le caen tan lejos como su Guinea natal.

Los debates sobre ideas y conceptos abstractos que dominan la campaña tienen para él la fuerza de lo concreto: una cara, una fecha, un lugar.

Cuando alguien pronuncia “Schengen”, Boubacar recuerda cómo acabó en Alemania tras quedarse dormido en el autobús que lo llevaba a Francia desde España. Había pasado dos días sin pegar ojo por las calles de Madrid y acabó en Düsseldorf, no en París como quería. Eso es Schengen.

Si escucha “devolución en caliente”, Boubacar responde que no fue a la primera, sino a la segunda, cuando consiguió entrar en la ciudad española de Melilla, el 15 de enero de 2014, “nunca podré olvidar ese día, sufrí mucho en Marruecos”. La hemeroteca recoge el “asalto masivo” que aquella mañana realizaron 60 subsaharianos sobre la valla fronteriza.

“Derecho de asilo” significa en sus oídos otra cosa: “No puedo regresar a mi casa. Mi familia me ayudó a huir y reunió el dinero con una sola condición, que no vuelva nunca. Si vuelvo, ellos mismos me entregarán por miedo. Prefiero quedarme y sufrir aquí”.

El joven, de 26 años, ha pedido asilo en España, Alemania y Francia, pero siempre ha sido rechazado. Él asegura haber sido perseguido y torturado en su país porque trabajaba como agente de seguridad para un partido de la oposición.

A la caída del sol, Boubacar y varios amigos guineanos se reúnen para romper el ayuno de ramadán. Las responsables de una asociación les han acercado a una mesa en un descampado de la “banlieue” pizzas y platos precocinados para cerrar una jornada sin probar bocado.

Desde hace unos meses, Boubacar trabaja de forma intermitente construyendo parques infantiles en ciudades dormitorio de la periferia de París. Pero eso todavía no le ha permitido ganar el dinero suficiente para tener un techo.

“Ahora con el buen tiempo nos vale con unas tiendas de campaña en el arcén. Lo peor es cuando llega el invierno. Llamas y llamas a los albergues, puedes llamar durante todo el día, hasta quedarte sin batería en el móvil, y a veces cuando te cogen te dicen que ya no hay sitio”, dice.

Europa también habla sobre Abdou y Mayid. Quizá con menos fiereza. Al fin y al cabo, no viven en la calle, tienen estudios y buscan un trabajo acorde a su preparación y formación.

Abdou, yemení, y Mayid, sirio, llegaron a Europa en avión, no tuvieron que saltar vallas ni embarcarse en un bote. Ambos acaban de conseguir el estatus de refugiado, pero su vida todavía no es mucho más fácil que antes.

Abdou Schuman, 28 años, llegó hace un año y medio a Francia para escapar de la guerra en su ciudad de Zabid. Aunque se siente agradecido por la acogida, todavía ve que para los refugiados es muy complicado encontrar un alojamiento.

Y tiene un temor: “Tenemos miedo a que la extrema derecha gane las elecciones. No les gustamos ni los refugiados ni los inmigrantes. Europa podría ayudar más a las víctimas de las guerras, y no pagar las armas de países dictatoriales como Egipto o Arabia Saudí”.

Tras un año en Francia, acompañado por su mujer y sus dos niñas pequeñas, Mayid siente alivio cuando echa la vista atrás. En 2012 abandonó su casa y su trabajo como abogado en Alepo para instalarse en la vecina Turquía, donde empezó a ejercer como presentador de televisión.

Una llamada le hizo darse cuenta de que allí tampoco estaba seguro: “Recibí una llamada en pleno directo de un miembro del Estado Islámico, que me amenazaba de muerte. Al día siguiente fui al Consulado francés para pedir asilo. No sabía francés, pero teníamos que huir”.

Ahora busca trabajo mientras trata de aprender francés rápidamente, porque, dice, su familia no puede vivir solo de la ayuda que reciben como refugiados.

“Espero que las elecciones europeas ayuden a encontrar una solución para los refugiados y que impliquen más a los países en la resolución de las guerras”, lanza como deseo.

Enrique Rubio

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