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El aval de Rajoy mantiene a Fernández Díaz en un Ministerio sacudido por los ceses

El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz

Pedro Águeda

La dimisión el viernes del director de comunicación del Ministerio del Interior supone el octavo relevo de un alto cargo del departamento desde que Jorge Fernández Díaz tomó posesión hace dos años. Albert Gimeno, hombre de toda la confianza del ministro, es el sacrificado por el error de adelantar una operación antiterrorista cuando ésta ni había comenzado. No es la primera vez que el agua llega a las puertas del despacho de Fernández Díaz, que va por su segundo secretario de Estado de Seguridad y por el tercer comisario al frente de la lucha policial contra la corrupción. El aval de su amigo Mariano Rajoy es la principal baza del político catalán, coinciden varios profesionales del departamento.

El cargo de número dos de Interior es uno de los que más poder aglutinan en la Administración del Estado. Bajo su mando están la Policía y la Guardia Civil, que suman a más de 100.000 funcionarios con rango de autoridad. El primer elegido por el Gobierno del PP para ocupar el puesto fue Ignacio Ulloa, quien apenas aguantó un año. Ulloa se fue por un problema personal, según la versión oficial, que luego se matizó con que Moncloa lo requería para una plaza en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

La marcha del número dos se produjo en medio de una de las tormentas que ha sacudido el Ministerio durante el mandato de Fernández Díaz: la publicación de supuestos informes policiales sobre presuntas corruptelas de los líderes del nacionalismo catalán, conocidos en periodo electoral y plena ofensiva independentista. Cuando Ulloa dejó el Ministerio aún se perseguía la autoría de un supuesto informe de la UDEF sobre presuntas cuentas de Artur Mas en Suiza, búsqueda que finalizó sin éxito.

En aquel momento también trascendió que dos comisarios ajenos a la investigación del caso Palau viajaron a Barcelona para intentar convencer a los fiscales Anticorrupción de que registraran la sede de CDC en pleno periodo electoral.

Desde dentro del Ministerio se apuntó la incapacidad de Ulloa para controlar esas maniobras como motivo del cese. Fuentes del departamento también destacan un primer encontronazo del secretario de Estado —jurista de formación que había ejercido de abogado, fiscal y juez— con el ministro a cuenta de las reformas que este pretendía introducir para controlar la calle y a las que Ulloa veía difícil encaje legal. En medio estuvo el desencuentro a causa del caso Interligare, una empresa contratada por el Ministerio del Interior en tiempos de los socialistas a la que se llegó acusar de espiar la sede del PP en Génova, según publicó El Mundo. Las informaciones pusieron de manifiesto que uno de los responsables de la empresa, el comisario Gabriel Fuentes, ejercía de asesor de Ulloa sin que, al parecer, el ministro lo supiera.

El caso Interligare también salpicó a Pedro Agudo, jefe de gabinete del director de la Policía, ya en la picota después de que la oposición pidiera explicaciones por el hecho de que su mujer dirija una academia de futuros agentes donde el inspector impartió clase. Agudo terminó marchándose. Pero estos no son los únicos asesores con estancia breve en los despachos del Ministerio y sus direcciones generales.

Apenas seis meses duró el profesor universitario Rogelio Alonso como asesor del ministro en materia de terrorismo. Alonso es un habitual de los medios de comunicación de la derecha, donde despliega las tesis de la FAES y el exministro Mayor Oreja sobre la lucha antiterrorista. En desacuerdo frontal con la política de Fernández Díaz, el profesor Alonso fue cesado después de haberse reunido solo un par de veces con el ministro, acusado de filtrar información a las asociaciones de víctimas.

La jefa de gabinete de Ulloa salió antes que el secretario de Estado por un encontronazo interno entre Policía y Guardia Civil a costa de la presencia de este último en Europol.

Presión a la Policía

La Junta de Gobierno de la Policía ha vivido dos grandes remodelaciones en otros tantos años. Las dos escondían un relevo de calado, el del comisario general de Policía Judicial, máximo responsable del Cuerpo en la lucha contra la corrupción y otras formas de delincuencia organizada. El primer policía que eligió el PP para la Comisaría General, Enrique Rodríguez Ulla, estuvo siete meses en el cargo. En julio de 2012 fue cesado por investigar, sin informar a sus superiores, el origen del ático de lujo que el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, tiene en Estepona y que ya le ha valido la imputación a la esposa del político.

Le sustituyó José García Losada, que ya ocupó el cargo en el Gobierno de Aznar y es un policía de amplio reconocimiento dentro del Cuerpo. Losada no frenó los informes de la UDEF sobre la vinculación de la ministra Ana Mato con el caso Gürtel, ni de las adjudicaciones a empresarios donantes del PP por Administraciones en manos de los conservadores. Eso le costó el cargo el 17 de octubre.

El próximo director de comunicación tendrá que lidiar con algo poco frecuente en Interior, la valoración negativa de su titular por los ciudadanos. La última encuesta sobre los miembros del Gobierno de Rajoy fue realizada en diciembre por Metroscopia para El País y situaba a Fernández Díaz como serio aspirante a arrebatar a José Ignacio Wert el título de ministro peor valorado por los españoles. El sondeo se realizó después de la presentación y aprobación por el Consejo de Ministros del Anteproyecto de Ley de Seguridad Ciudadana, reforma que ha recibido fuertes críticas de la oposición y los movimientos sociales.

En esta primera mitad de la legislatura, Interior ha dejado de ser el trampolín de proyección mediática que solía ser el Ministerio con los Gobiernos del PP. Por la sede del Paseo de La Castellana pasaron la mayoría de los aspirantes a suceder a Aznar, incluido el finalmente elegido, Mariano Rajoy.

Hoy, es el presidente del Gobierno el principal aval de que Fernández Díaz siga al frente de la cartera. Amigos confesos desde hace años, Fernández Díaz acompañó a Rajoy en casi todos los cometidos que le encomendó Aznar en ocho años de gobierno. Reacio a los cambios y a las decisiones drásticas, Rajoy defiende la actuación de Fernández y no evita recordar que es su “amigo” cuando es preguntado fuera de los micrófonos. El lehendakari, Iñigo Urkullu, quien ha mantenido línea directa con Moncloa sobre el final de ETA, dijo el viernes que Fernández Díaz no es la persona adecuada para liderar el nuevo tiempo sin violencia.

Hombre de toda la confianza del ministro,

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