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Garzón aconseja a Podemos huir del “fetichismo” sin base ideológica y de la autocomplacencia

Garzón aconseja a Podemos huir del "fetichismo" sin base ideológica y de la autocomplacencia

EUROPA PRESS

MADRID —

El coordinador general de Izquierda Unida (IU), Alberto Garzón, no quiere que su formación pierda tiempo en “disputas orgánicas” de partidos aliados como Podemos, pero admite que le preocupa que sus socios caigan en derivas que “fetichizan los discursos hasta desconectarlos de cualquier base material”, o que se refugien en “la marginalidad de la autocomplacencia”.

Garzón, aún no incorporado a la actividad política tras su baja médica, ha incluido esta reflexión en el Plan de acción de Izquierda Unida ara los dos próximos años, que se debatirá este sábado en la Asamblea Político y Social, lo que antes se conocía como el Consejo Político Federal de IU, máximo órgano entre congresos.

En ese documento, recogido por Europa Press, el líder de IU hace una velada referencia a los movimientos internos en Podemos, donde Pablo Iglesias e Iñigo Errejón han protagonizado un debate público sobre la estrategia que debe seguir el partido morado para recuperar los votos perdidos.

LO IMPORTANTE ES EL PROYECTO POLÍTICO

Según Garzón, “en la construcción de un nuevo movimiento político y social, lo relevante es el proyecto político que se busca desplegar, no tanto la suma cuantitativa de actores que lo conforman”. “De ahí que para nosotros no sean relevantes las disputas orgánicas en el seno de los partidos y movimientos aliados sino más bien el proyecto político que, en su conjunto, cada organización aliada defiende”, añade.

Pero aunque IU debe centrar su atención en el proyecto político, admite que no le gustan algunas de las cosas que ve en sus aliados: “Eso no significa que no nos preocupen aquellas derivas en la izquierda que fetichizan los discursos hasta desconectarlos de cualquier base material o aquellas otras que tienden a refugiarse en la marginalidad autorreferencial de la liturgia y la autocomplacencia”, señala.

Y en cuanto a IU, apuesta por emprende un camino rupturista muy lejos del PCE de la Transición, pues entiende que lo que entonces decía Santiago Carrillo de aprovechar la Constitución de 1978 para construir el socialismo se ha demostrado falso.

“Nosotros negamos esta posición --subraya--. La crisis económica actual ha puesto de relieve todas las deficiencias y déficits de la transición, y ha demostrado la necesidad de poner en marcha un nuevo proceso constituyente dirigido desde abajo y que adapte las instituciones a un nuevo proyecto de país basado en la ideología socialista”.

Y si el actual orden institucional no es la plataforma desde la que construir el socialismo, “entonces sólo cabe la ruptura democrática, es decir, la impugnación del sistema político al mismo tiempo que la impugnación del sistema económico”.

RADICALIDAD DEMOCRÁTICA Y CONFLICTO SOCIAL

“Nuestro país requiere un nuevo proyecto, nacido de la ideología socialista, que sólo podrá poner en marcha una organización caracterizada por la radicalidad democrática y por su capacidad de ser conflicto social --explica--. Nuestra militancia tiene que ser capaz de estar presente, y de hecho ser, el conflicto, pero no para captar votos sino para explicar las causas reales y científicas del conflicto mismo”.

Su idea es que el parlamentarismo y la actividad institucional se conviertan en instrumentos para extender la conciencia de clase, y no sean sólo “fines en sí mismos”, como en su opinión venía ocurriendo. “Durante muchos años los documentos de nuestra organización, incluyendo los documentos asamblearios, han denunciado el carácter burocrático y de partido político clásico que tomaba nuestra organización”, critica.

También denuncia que IU “ha pecado, además, de no ejercer por parte de los dirigentes un ejercicio de rendición de cuentas ante la militancia”, e incluso ha “interiorizado y practicado las peores formas del parlamentarismo, con la existencia de cupos, familias o corrientes pactando en virtud de su posición de fuerza cuantitativa y no a partir de debates ideológicos”.

Según admite, en estos años de crisis el conjunto de la izquierda no ha sido capaz de construir en estos años una alternativa política y económica, los sindicatos no pudieron frenar con sus huelgas las reformas laborales, y las movilizaciones del 15M han sido “fenómenos heterogéneos más de indignación y frustración que de conciencia de clase” y su cristalización electoral ha logrado modificar el sistema de partidos tradicional, pero sin alterar la correlación de fuerzas entre clases.

“La creciente indignación y frustración es generalmente de carácter superfluo y no consciente. El movimiento obrero y sus organizaciones han sido, hasta ahora, incapaces de convertir esa rabia creciente en un sujeto político y social capaz de combatir el neoliberalismo y de construir una alternativa económica y política”, se lamenta.

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