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El Gobierno alemán releva al polémico jefe del espionaje para cerrar la crisis

EFE

Berlín —

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La gran coalición liderada por la canciller alemana, Angela Merkel, acordó hoy relevar al jefe del espionaje interior, Hans-Georg Maassen, a raíz de las polémicas declaraciones en las que ponía en duda un vídeo de persecuciones de neonazis a extranjeros, para tratar de cerrar así, con una solución de compromiso, una nueva grieta en el tripartito en el Ejecutivo.

Maassen pasará ahora a ocupar una secretaría de Estado en el Ministerio de Interior, informó el Gobierno en un comunicado, en el que recalcaba que “en todo caso” el cesado “no se encargará” en su nuevo puesto “de la supervisión” de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), los servicios secretos del Interior que hasta ahora dirigía.

La decisión se adoptó en una reunión en Berlín, la segunda de alto nivel en seis días para abordar esta cuestión, en la que participaron Merkel, como presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU); el presidente de la Unión Socialcristiana (CSU) bávara y ministro de Interior, Horst Seehofer, y la líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Andrea Nahles.

La decisión trata de poner punto final a la crisis provocada en el seno del Gobierno alemán por las declaraciones de Maassen sobre los incidentes en Chemnitz del 26 de agosto, en los que la muerte de un hombre acuchillado -presuntamente a manos de dos refugiados- desembocó en escenas que el Gobierno alemán tildó de “cacerías de extranjeros”.

Merkel condenó los hechos en varias ocasiones y aseguró que no había “ninguna disculpa o justificación para el odio y el uso de la violencia”.

Sin embargo, días después, en declaraciones al sensacionalista diario “Bild”, Maassen puso en duda la veracidad del vídeo amateur más difundido sobre estos incidentes, unas imágenes que se hicieron virales en las redes sociales y en las que se recogía una agresión a un hombre de aspecto extranjero. Las atribuyó a una campaña de desinformación.

De seguido le llovieron las críticas, porque ya en el pasado se le había atribuido cierta “cercanía” al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), la actual primera fuerza de la oposición parlamentaria, una formación que ha convocado algunas de las protestas de Chemnitz en las que se han lanzado consignas neonazis y xenófobas.

Según distintas informaciones periodísticas, Maassen filtró en una ocasión información a AfD semanas antes de que se hiciese pública y llegó a entrevistarse con varios de sus líderes para explicarles cómo evitar que el partido reuniese los requisitos necesarios para ser vigilado como organización por la propia BfV que el presidía.

La oposición -con la excepción de AfD- cargó contra él, al igual que los medios de comunicación. El propio SPD exigió ya la semana pasada su cese sin ambages, precipitando un nuevo choque en el seno del Gobierno alemán.

Seehofer, responsable como ministro de Interior de la BfV, se quedó sólo respaldando al ya exjefe del espionaje, que acabó a su vez relativizando sus controvertidas declaraciones ante dos comisiones parlamentarias y en un informe al ministro.

Los líderes de la gran coalición, Merkel, Seehofer y Nahles celebraron ya el jueves de la semana pasada una reunión de urgencia para abordar el caso, pero el encuentro terminó sin acuerdo y la decisión se aplazó a este martes.

Ayer, varios medios alemanes avanzaron que Merkel prefería cesar a Maassen, pero hoy, antes del inicio de la reunión, empezaron a circular rumores de un traslado a un cargo en Interior, una solución propuesta por Seehofer a la canciller en un encuentro previo a la reunión de la gran coalición.

De esta forma, Seehofer podía salvar la cara y el SPD cobrarse su exigencia de dimisión.

Las circunstancias en que murió en Chemnitz el ciudadano alemán, de 35 años, siguen sin esclarecerse y hoy fue puesto en libertad uno de los dos sospechosos detenidos entonces, un iraquí, mientras prosigue la investigación. Otro, un sirio, sigue en prisión preventiva y un tercer sospechoso permanece fugado.

Por otro lado, al menos dos personas han sido condenadas a hasta ocho meses de cárcel por haber realizado el saludo hitleriano en alguna de las protestas neonazis que se produjeron en los días posteriores al acuchillamiento mortal.

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