Guatemala sigue minada por el crimen y la corrupción que asedian a la prensa

Reporteros Sin Fronteras advirtió este viernes que Guatemala “sigue minada” por el crimen organizado y la impunidad y los reporteros “padecen amenazas y agresiones” si denuncian casos de corrupción en los que estén implicados políticos y gobernantes.

En su informe anual, en el que destaca que la libertad de información en América Latina experimentó una “ligera mejoría” en 2018, se denuncia que 19 informadores fueron asesinados el año pasado en Latinoamérica, 9 de ellos en México, que sigue siendo el país en paz donde más periodistas son asesinados.

En lo que respecta a Guatemala, que ocupa el puesto 116 de 180 países aglutinados en la clasificación mundial de la libertad de prensa, dos periodistas fueron asesinados “en extrañas circunstancias”, Laurent Ángel Castillo Cifuentes y Luis Alfredo León, encontrados en una finca cercana a Santo Domingo.

El 1 de febrero, cortadores de caña de azúcar encontraron los cuerpos de Castillo Cifuentes, corresponsal de Nuestro Diario, y De León, de Radio Coatepeque, atados de pies y manos y con heridas de bala en la cabeza.

Supuestamente, los reporteros salieron de Coatepeque para cubrir actividades del Carnaval de Mazatenango (Suchitepéquez), lugar donde encontraron e identificaron sus cadáveres.

“La esperanza que suscitó la elección de Jimmy Morales, en enero de 2016 -tras la renuncia del presidente Otto Pérez Molina, debido a un escándalo de corrupción-, pronto fue defraudada”, advierte el informe, que recuerda además que estaba previsto que se aprobara un mecanismo nacional de protección de periodistas en 2016 pero “el proyecto se aplazó”.

A pesar de la ligera mejoría de la situación de libertad de prensa en el continente americano, en numerosos Estados de América Latina persisten problemas como la impunidad, la violencia contra los periodistas y las políticas autoritarias frente a la prensa.

En este sentido, señala que en Centroamérica y en México la violencia y la impunidad siguen propiciando que el miedo y la censura reinen, y que los reporteros que investigan el crimen organizado y la corrupción han de hacer frente a “intimidaciones, amenazas y violencia física”.

“A menudo se ven obligados a desplazamientos forzosos para ponerse a salvo. Si optan por permanecer en el lugar donde desempeñan su tarea eso puede suponer que paguen con su vida su compromiso informativo”, recuerda.

Y en este sentido, como en años anteriores, “varios gobiernos de estos países gangrenados por el tráfico de armas y de droga mostraron su incapacidad para poner freno a la violencia”.