Indonesia envía 34 toneladas de ayuda humanitaria a los refugiados rohinyás

Indonesia fletó hoy cuatro aviones militares cargados de 34 toneladas de ayuda humanitaria para los casi 380.000 refugiados rohinyás que, según la ONU, han huido a Bangladesh de la violencia en Birmania (Myanmar) contra esa minoría musulmana.

El presidente de Indonesia, Joko Widodo, despidió esta mañana en el aeropuerto Halim Perdanakusuma de Yakarta las aeronaves C-130 Hércules, acompañado de la ministra de Asuntos Exteriores, Retno Marsudi, entre otros.

“Este es el primer envío”, dijo Widodo en una rueda de prensa en el aeropuerto transmitida por televisión.

Los bienes donados incluyen “paquetes familiares” con envases de agua, tiendas de campaña, ropa para niños y mantas, según un comunicado de la Secretaría del Gabinete.

“Esto es lo que se necesita hoy. Incluidas las tiendas de campaña, porque el problema de cobijo es uno de los grandes problemas para los refugiados”, señaló Marsudi.

Esta crisis humanitaria comenzó el 25 de agosto cuando insurgentes del Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA) atacaron numerosos puestos policiales en el estado de Rakhine, en el oeste de Birmania, desencadenando la respuesta del ejército birmano.

Al menos 414 personas han muerto, la mayoría rohinyás, desde entonces según cifras oficiales, aunque organizaciones independientes creen que la cifra es mucho mayor.

El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad al Hussein, señaló el lunes que puede estar produciéndose en Birmania una “limpieza étnica” de los rohinyás, además de “posibles crímenes contra la Humanidad”.

Varias ONG han denunciado violaciones de los derechos humanos, incendios de poblados rohinyás y hasta la utilización de minas antipersonas, que los cuerpos de seguridad han atribuido a los rebeldes.

Las autoridades birmanas rechazaron el martes la acusación del representante de la ONU.

Se estima que más de un millón de rohinyás vivían en Rakhine (antigua Arakán) antes del brote de violencia sectaria de 2012, que causó al menos 160 muertos y dejó a unos 120.000 rohinyás confinados en 67 campos de desplazados.

Desde entonces, esta minoría ha sido víctima de una creciente discriminación y múltiples restricciones, incluida la privación de movimientos, dado que las autoridades no reconocen a esta etnia entre las que integran el país y les clasifican de emigrantes bangladeshíes.

En Bangladesh, estos rohinyás también son extranjeros.