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Irán conmemora la Ashura lejos de la violencia que viven sus vecinos iraquíes

Irán conmemora la Ashura lejos de la violencia que viven sus vecinos iraquíes

EFE

Teherán —

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Mientras en Irak la celebración de la Ashura (el martirio del imán Husein) se tiñó de violencia con el atentado en el que murieron hoy cerca de una treintena de chiíes, en Irán se vive la jornada en calma con procesiones de penitentes y representaciones de la batalla de Kerbala.

Las procesiones de luto, con decenas de hombres flagelándose la espalda con pequeños látigos o golpeándose el pecho con las manos abiertas al ritmo solemne de un tambor, volvieron a llenar hoy las calles de pueblos y ciudades iraníes, decoradas con blasones y carteles en los que se lee “Ya Husein” y los nombres de los familiares del imán.

Casi todo el mundo vestía de negro de pies a cabeza, en señal de dolor por la muerte del tercer imán del chiísmo y nieto del profeta Mahoma en Kerbala en el año 680 a manos de las muy superiores tropas del califa omeya Yazid (líder de la rama suní del islam).

Mientras en otros países en Ashura se eleva el temor de posibles atentados contra congregaciones chiíes (rama minoritaria del islam), en Irán, donde el 90 por ciento de la población pertenece a esta confesión, la conmemoración transcurrió este año con tranquilidad.

Esta mañana, en casi cada barrio de Teherán se celebraban las tradicionales representaciones o “tasies”, en las que se escenifica la batalla de Kerbala y el martirio de Husein.

En la plaza de Jayam, cerca del Bazar de Teherán, en el sur de la ciudad, improvisados actores vestidos de verde de los pies a la cabeza eran perseguidos por supuestos árabes con turbantes y pañuelos palestinos, las tropas Yazid, que simulaban maltratarlos y pegarlos latigazos abusando de su superioridad numérica.

Un público enlutado observaba compungido, no pocos lloraban calladamente y otros se golpeaban el pecho o la cabeza repetidamente con la mano abierta.

Voluntarios rocían a la emocionada y apelotonada audiencia con agua de azahar, mientras cientos de policías vigilan que el acto transcurriera sin incidentes.

“Venimos aquí para que los niños conozcan la cultura y aprendan nuestra historia de generación en generación. Y para que los más pequeños sepan que las cosas buenas nunca se olvidan”, explicó a Efe Faege Ranchbar, que hizo cola con su familia desde temprano para ver una de las representaciones más apreciadas de Teherán.

“Esto no es un día alegre, no es una fiesta. Para nosotros es muy triste recordar esto, pero ver la obra es como un consuelo. Hoy no podemos estar contentos, es un día de gran tristeza”, añade.

Según explica esta mujer de mediana edad, a lo largo de los diez días de luto que preceden la Ashura, su familia no asiste a fiestas, ni escucha música alegre, solo oye y lee el corán y viste de negro “para demostrar incluso con la ropa” su tristeza.

Tambores, platillos y trompetas acompañaban con un ritmo fúnebre los gritos de “¡Ya Husein! ¡Ya Husein!” que soltaban los actores, muchos de ellos descalzos absortos en simular la desigual lucha hundiendo sables y dagas al imán y sus seguidores.

Para los chiíes, el martirio de Husein, tercer imán del chiísmo, simboliza la lucha del bien contra el mal, de la justicia sobre la injusticia y la elevación del sacrificio mortal.

Según la tradición chií, Husein y sus 72 acompañantes murieron en Kerbala (el actual Irak) tratando de liberar a los pueblos de la región de la tiranía del califa, que les venció con artimañas (dejándoles pasar hambre y sed), con una fuerza muy superior de 30.000 hombres y matando hasta a los niños, incluido el hijo del imán de tan solo seis meses.

Mientras representaciones de mayor o menor tamaño se repiten en todas partes, en las calles iraníes prosigue el reparto de té y comida gratuito que ofrecen familias pudientes y hermandades de penitentes y se repite ya desde hace tres días.

En un patio cercano al Bazar, Hasán Rostami supervisa una improvisada cocina en la que medio centenar de voluntarios preparan keimé, un guiso iraní de arroz con patata frita hilada, carne, verduras, pistacho y azafrán que repartirán a 15.000 personas.

“Hace 25 años que lo hacemos. Este año usaremos 2.000 kilos de arroz y 500 de carne”, dice este encargado, que cree que este gesto “cuenta para alá como cien acciones buenas”.

Los que reciben la comida también lo hacen como un gesto de fe y piensan que trae buena suerte comer estos alimentos, que consideran que reciben del propio Husein.

Esta noche, a lo largo y ancho del país, miles de procesiones de sufridores enlutados recorrerán las calles con velas en una última muestra de duelo.

En Teherán, una de las mayores concentraciones tendrá lugar en la mezquita Imán Jomeini, en el centro de la ciudad, donde miles de personas segregadas por sexo y vestidas de negro desfilarán con sus velas en la ceremonia “Sham e Ghariban” (noche de los forasteros).

Por Ana Cárdenes

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