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Japón trata de no olvidar los atentados con gas sarín 20 años después

Japón trata de no olvidar los atentados con gas sarín 20 años después

EFE

Tokio —

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Hoy se cumplen dos décadas de los atentados con gas sarín en el metro de Tokio, una fecha en la que el Gobierno nipón y los familiares de las víctimas se han comprometido a “no olvidar” el peor ataque terrorista de su historia del país para impedir que se repita.

Los atentados, ejecutados en plena hora punta de la mañana del 20 de marzo de 1995 por cinco miembros de la secta apocalíptica Verdad Suprema (Aum Shinrikyo, en japonés), causó la intoxicación de 6.300 personas, de las cuales 13 fallecieron y decenas quedaron en estado casi vegetativo.

Familiares de las víctimas, trabajadores del metro de Tokio y representantes del Gobierno nipón homenajearon hoy a los fallecidos con minutos de silencio y ofrendas florales en las seis estaciones del subterráneo donde hubo muertos.

El primer ministro nipón, Shinzo Abe, prometió hacer “todo lo posible para que algo así nunca vuelva a ocurrir”, durante su asistencia al acto en la estación de Kasumigaseki, en pleno distrito gubernamental de Tokio y una de las más afectadas por el atentado.

“Espero que la gente joven siga recordando lo que significó el ataque de Aum”, dijo Shizue Takahashi, viuda de un jefe de estación que resultó intoxicado al retirar una de las bolsas con gas sarín dejadas en un vagón por miembros de la secta.

“Quiero seguir contando lo que siento para no se repita esta tragedia”, declaró a los medios Takahashi, quien ejerce como representante de los familiares de las víctimas.

Especialmente cruento resultó el ataque en un tren de la línea Hibiya perpetrado por Yasuo Hayashi (uno de los más firmes defensores de las doctrinas sobre el “juicio final” promulgadas por la secta), quien perforó nueve agujeros en los tres paquetes de sarín que portaba.

La acción de Hayashi, al que la prensa bautizó como “la máquina de matar” fue la que más vidas se cobró (ocho), y llegó a matar pasajeros que esperaban en los andenes y que ni siquiera llegaron a entrar en los vagones.

La sociedad nipona continúa perpleja por este ataque que puso en jaque la sensación de seguridad en el país, mientras siguen sin estar claros los motivos que empujaron a los seguidores de Aum a organizarlo y ejecutarlo.

Los tribunales han procesado a unos 190 miembros del grupo, emitido cinco condenas de cadena perpetua y confirmado 13 penas de muerte, entre ellas la del líder y fundador de Aum, Shoko Asahara (cuyo nombre real es Chizuo Matsumoto), aunque de momento ninguna de las ejecuciones se ha llevado a cabo.

Según la fiscalía, el objetivo del atentado era distraer la atención ante la persecución policial hacia Aum y desencadenar el caos en la capital, cumpliendo así las profecías apocalípticas de su “gurú”.

La secta, cuyo credo entremezclaba elementos bíblicos, del yoga esotérico, del budismo y del hinduismo, llegó a contar con 10.000 seguidores en su época de mayor popularidad, y hoy día sigue activa aunque dividida en dos formaciones Aleph y Hikari no wa (Círculo de luz), ambas sometidas a la vigilancia de las autoridades.

Las dos agrupaciones suman apenas 1.650 miembros (una décima parte que hace dos décadas), y han logrado captar a unos 150 nuevos adeptos en Japón desde 2012.

“Incluso ahora, es posible que organicen una matanza masiva indiscriminada”, expresó hoy la ministra de Justicia, Yoko Kamikawa, en una rueda de prensa, en la que también afirmó que ambas organizaciones están “fuertemente influenciadas” por Asahara.

Fundada en 1984, Aum se convirtió en apenas una década en una poderosa organización capaz de desarrollar agentes químicos y armas ligeras, e incluso presentó una lista de candidatos a las elecciones generales de 1990 que no llegó a obtener representación parlamentaria.

Antes del ataque de 1995, Aum, que ya estaba siendo investigada por las autoridades, ejecutó otro atentado con sarín que causó ocho muertos en la prefectura de Nagano en 1994 y asesinó en 1989 a un abogado que preparaba una demanda multimillonaria contra la secta, a su mujer y a su hijo de apenas 14 meses.

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