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Jesús Ferrero reflexiona sobre la venganza en “La noche se llama Olalla”

Jesús Ferrero reflexiona sobre la venganza en "La noche se llama Olalla"

EFE

Madrid —

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Jesús Ferrero hizo su primera incursión en la novela negra hace cuatro años con “El beso de la sirena negra”. Allí nació la detective privado Agata Blanc, un personaje con vocación de convertirse en un clásico, como muestra en su segunda entrega, “La noche se llama Olalla”, una historia de venganza.

La novela, publicada por Siruela, es una pieza de intriga en la que Ferrero (Zamora, 1952), acostumbrado a indagar en lo más profundo del alma humana, baja a las zonas turbias, al otro lado, para hablar de la venganza, la locura y la obsesión por encontrar algo nuevo cada noche, en medio de un Madrid castigado por la crisis y la corrupción en 2012.

“Todo nació revisando el dietario que hice en 2012 viendo y analizando las noticias, la locura en la que parecía que se había metido el mundo, no solo Madrid o España, sino el mundo y su modelo de globalización”, explica a Efe el autor de “El hijo de Brian Jones”.

Y es que la novela, que comienza con el diario de la protagonista, Olalla, se abre así: “Años atrás, cuando la riqueza brillaba con sus burbujas y las finanzas de corto aliento, cuando se regalaba dinero etéreo y los medios de comunicación proclamaban que España era la octava economía del mundo...”.

Una denuncia social, al margen de su intensa intriga, que Ferrero dice que es “algo consanguíneo a la novela policiaca desde sus orígenes, desde Conan Doyle hasta a Aghata Cristie, con unas novelas que denunciaban también muchos rasgos de la clase alta, que eran los únicos que podían contratar detectives”, sostiene.

“Y los nórdicos y su novela negra -añade- han sabido explotar muy bien esta vertiente crítica”.

En “La noche de Olalla”, el autor de “Balada de las noches bravas” o “Las trece rosas” lleva a Agata Blanca, que se desplaza de París, donde vive, a Madrid, para investigar la muerte en accidente de tráfico de Olalla cuando estaba a punto de cumplir veinte años, aunque en el diario de la joven aparece que fue drogada y violada.

Todo ello, en un 2012 maldito, en plena crisis y en las fechas del naufragio del Costa Concordia, la masacre de 28 personas en una escuela primaria de Connecticut, un tiempo de terroristas solitarios y de asesinatos, en un Madrid en plena decadencia.

Tiempos de crisis, de incertidumbre social. “Cuando el país parece que ha caído en el abismo, las enfermedades mentales afloran”, dice Ferrero y apostilla el narrador de la novela. El novio de la joven Olalla, el protagonista que gesta su venganza, es un ejemplo de esta situación de abismo mental.

“Gaby, en este caso, sufre algo mucho más grave que un desahucio y es que lo ha perdido todo, también su amor. Un amor intenso que estaba en la primera etapa de la relación, de ese narcisismo compartido, de esa felicidad que te hace estar en el paraíso”, subraya Ferrero.

Por eso, Gaby planea su maquiavélica venganza. Una venganza literaria y lírica, aunque ese no sea el final. Pero el protagonista lee “La Iliada”, “el mejor libro”, en opinión de Ferrero, y donde la violencia y la condición humana está dibujada más que en cualquier película violenta de hoy“, precisa el autor.

Entre los muchos personajes claves que ululan por el libro, destaca Lucila, una amiga de la protagonista, una mujer exploradora de la noche y del sexo, otro de los ejes de la nueva novela de Ferrero, junto con las drogas y la atmósfera de falta de conciencia que ellas generan.

La novela se completa con el blog que Ferrero tiene en la web, donde va dando muchas más pistas de la vida de los personajes.

Por Carmen Sigüenza.

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