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Jorge Pardo: “Hay que destruir el mito de que el jazz es para minorías”

EFE

París —

Que el jazz es una música de minorías es solo una mentira, un burdo mito que quiere destruir el saxofonista y flautista Jorge Pardo, quien hoy se convirtió en el primer artista español en recibir el reconocimiento de la Academia Francesa de Jazz como mejor músico europeo del gremio.

Su premio era un secreto a voces que no fue oficial hasta que la parisina de adopción y española de nacimiento Victoria Abril le entregó el galardón en el escenario del Teatro Chatelet de París.

Allí donde poco antes de la ceremonia, para calentar motores y en privado, Pardo improvisaba con René Urtreger, una leyenda del jazz que sabe lo que es tocar con grandes como Miles Davis, Dizzy Gillespie, Bobby Jaspar o Buck Clayton.

“El jazz no es una música para minorías. Hay que destruir ese mito, es mentira”, comentó a Efe Pardo, a quien le respaldan 21 discos en solitario y colaboraciones en otros 12, con aportaciones a álbumes de Chick Corea, Camarón, Paco de Lucía, Albert Pla o Javier Ruibal, entre otros.

Explicó, con una voz suave acomodada por el tabaco, que al recibir el premio se acordó de su familia “la sanguínea y la musical, de la gente del jazz” y de su país, España.

Una España de la que está orgulloso, en la que se fabrica muy buen jazz y a cuyas gentes adora, pero que nunca le ha dado la ovación, que le ha tenido que llegar en París, uno de “los puertos del jazz en el mundo, probablemente solo por detrás de Nueva York”, dijo.

Modula y modera el lenguaje, para que las cosas no sobresalten mucho en negro sobre blanco, pero desliza que en España hace falta “que te reconozcan fuera, primero, para que te reconozcan dentro, después”.

Por eso, el aplauso del premio es también para “la gente que trabaja un poco en la sombra, al margen de discográficas y managers”, como el propio Pardo, relató.

Además es un premio al flamenco, el otro gran punto cardinal de su mapa musical, en el que caben también ritmos árabes, africanos o americanos. Más allá de la fusión, del mestizaje o de otras etiquetas, Pardo es un alquimista que creció al calor del jazz y del flamenco.

En ese viaje le han acompañado nombres ilustres de esos universos, como los de Chick Corea, Camarón o Paco de Lucía, pero también artistas desconocidos para el gran público, de los que nunca se citan en la prensa y que pocas veces reciben premios o subvenciones, explicó.

“Trabajo nunca me ha faltado. Dinero sí, ¡ojo!”, dijo jocoso Pardo, que lejos de reivindicar más subvenciones a la Cultura, pide solo que se repartan mejor y que no vayan siempre a parar “a los grandes nombres o a los artistas que viven al calor de uno y otro gobierno”.

“Es verdad que las instituciones oficiales y la prensa generalista me han odiado”, lanza este madrileño que no ejerce de tal y que, aunque sus rincones están en la capital española, se pasa la vida coleccionando latitudes y escenarios en cuatro continentes.

“Salvo en la Antártida, que se me ha escapado...”, bromeó Pardo, quien cree que el premio de la Academia Francesa del Jazz recompensa tanto el conjunto de su obra como su último trabajo: “Huellas”.

Envolvente y sólido, con sabor a tierra y a camino como evocan títulos como “El río”, “Surcos” o “los Juncos”, “Huellas” es el primer disco en el que su 18 temas son composiciones suyas.

Es también un esfuerzo colectivo en el que le acompañó un sexteto que no deja de crecer y que el próximo verano, en el Etnosur de Jaén, primero, y en una gira por Europa, después, se transformará en “Huellas XL” porque “la familia sigue creciendo”.

Antes de eso seguirá involucrado en un espectáculo con el bailaor Antonio Canales y el grupo de percusión Kimbala, después viajará a Suiza y seguirá sumando conciertos y kilómetros a una biografía que cuenta desde hoy con un reconocimiento mayor -aunque sin dotación económica- pero que no cambiará su forma de entender el mundo.

“Mi filosofía no es ni de éxitos ni de fracasos. El éxito es vivir, hacer música. El fracaso también, al mismo tiempo”, concluye.

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