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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Juan Marín, el “hombre tranquilo” de Ciudadanos en Andalucía que prometió en campaña que no pactaría con Vox

Juan Marín, candidato de Ciudadanos a la Presidencia de la Junta, jugando al baloncesto en campaña.

Carmen Moraga

Todos los líderes de los partidos, o casi todos, tienen un pasado político por breve que sea. Y Juan Marín, el líder de Ciudadanos en Andalucía, no podía ser menos pese a llevar en el 'oficio' poco tiempo. Nació el 31 de diciembre de 1962 en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda, de modo que dentro de muy pocos días, en plena Nochevieja, celebrará su 56 cumpleaños.

Su deseo en estas Navidades no es difícil de adivinar: conseguir convertirse en el nuevo Presidente de la Junta y liderar “el cambio” en la comunidad en la que nació, por la que siente “devoción” y en donde ha vivido siempre. Pero las posibilidades que tiene de hacerlo son remotas dado que, a pesar de haber obtenido un resultado considerado “histórico”, pasando de 9 escaños a 21 en esta elecciones autonómicas, Ciudadanos no ha logrado dar el anhelado sorpasso al PP y eso le va a obligar a dejar que su rival y “amigo”, Juanma Moreno, ocupe el Palacio de San Telmo. 

Pero hasta que no se cierren las negociaciones, Ciudadanos seguirá manteniendo su discurso de que Marín es el mejor presidente para Andalucía después de 37 años de “régimen socialista”. Y él se va a dejar querer. 

Marín es de los que defiende que para poder gestionar un gobierno no hace falta tener una ideología definida. Que simplemente hay que conocer los problemas de la gente, estar con ella a pie de calle y escucharla. Eso ha dicho siempre, según recogen las entrevistas que ha concedido a los medios. Por ello, nunca se ha considerado un “profesional” de la política. Al menos hasta ahora. Su trayectoria en ese terreno es, de hecho, escasa. 

Una huelga de basuras le llevó a fundar un partido 

Inició los estudios de Comercio y Relaciones Laborales pero no los acabó para poder ayudar a su familia en el negocio de joyería y relojería que tenían en Sanlúcar. Marín terminó presidiendo la Asociación de Comerciantes. También estuvo vinculado al deporte como entrenador de un equipo de voleibol -de ahí que luego fuera nombrado responsable de Comercio Turismo y Deporte de la Comisión Ejecutiva -. La política le gustaba pero aún no había logrado atraparle.

A su padre le debe que con poco más de veinte años concurriese a las municipales en la candidatura de Alianza Popular de Sanlúcar. Según ha contado el propio Marín en alguna entrevista, su padre llegó un buen día a su casa y le dijo: “Juanillo, vete a Las Piletas [parque de Sanlúcar], que te van a hacer una foto”.  Y él obedeció, apareciendo luego en el último puesto de la papeleta de AP.  La razón, según aclara a través de un portavoz a eldiario.es, fue que su padre había renunciado a ir en la lista porque pensó que “al ser comerciante no debía significarse por ningún partido”. Y “para no dejar colgados a los dirigentes de AP” le mandó que lo sustituyera cerrando la candidatura. Pero sus vinculaciones con AP no pasaron de esa “anécdota”, según insisten en el partido.

En realidad, el candidato de Ciudadanos se dedicó de lleno a la política más bien tarde, cuando ya había cumplidos los 40. En el 2000 se acercó a ese mundo trabajando durante un tiempo como jefe de comunicación del Partido Andalucista. Una experiencia que le gustó porque Marín ha confesado también en alguna ocasión que le encanta el sector de la comunicación e incluso que le habría gustado ser periodista.  

Sin embargo, a raíz de una conflictiva huelga de basura que hubo en su municipio, algunos compañeros le convencieron de que debía involucrarse para solucionar los problemas de su ciudad y terminó fundando en 2007 el Partido Ciudadanos Independientes de Sanlúcar, con el que se presentó a las municipales. Lograron tres concejales y él llegó a ser teniente de alcalde firmando un pacto con los socialistas que renovaron nuevamente en 2011.  

En esa etapa ya se fraguó fama de ser un hombre “campechano”, “siempre sonriente”, al que le gusta estar en contacto con sus paisanos. “Es un gaditano de libro”, dicen de él sus compañeros andaluces. “Le encanta la Feria, las chirigotas, tomarse su copita e incluso echarse un baile si se tercia”, “aunque no es lo suyo”, matizan quienes le han tratado fuera del trabajo. 

Esa experiencia como concejal en Sanlúcar le sirvió para que Inés Arrimadas, con la que coincidió estudiando en Jerez y de la que es amiga, le llamara un buen día para proponerle que se integrara en el partido o colaborara con ellos. Después de mucho insistirle, en 2015 terminó dando el salto a Ciudadanos tras una llamada de Fran Hervías, el secretario de Organización, y otra más del propio Rivera, al que no le puso ya excusas. Casado y con dos hijos, lo que peor lleva desde entonces, según dicen, es “no ver tanto a la familia”. 

Construir el partido desde cero

En aquellos años, Ciudadanos prácticamente no existía en Andalucía. Apenas tenía estructura. Marín se puso con otros compañeros manos a la obra porque pronto iban a celebrarse las elecciones autonómicas que Susana Díaz había decidido adelantar, como también ha hecho ahora.

Marín se presentó a unas primarias para ser el candidato a la Junta, respaldado por el propio líder nacional. Resultado: fue el único de los tres aspirantes que logró el mínimo de avales necesarios. En aquellas elecciones Marín logró 9 diputados. Todo un éxito teniendo en cuenta que era un auténtico desconocido. Y aunque en campaña había asegurado que no iba a pactar con los socialistas -un clásico en Ciudadanos-, terminó firmando un acuerdo de investidura con Susana Díaz.   

Ahora, Ciudadanos cuenta en Andalucía con 180 concejales, cuatro alcaldes, nueve diputados en el Parlamento regional y siete más en el Congreso.

Durante esos años de pacto con Díaz, el líder de Ciudadanos ha dejado un buen recuerdo entre los socialistas que han destacado de él su “talante dialogante” y su “disposición al acuerdo”. Tanta sintonía con el PSOE, sin embargo, le llegó a costar a Marín algunas críticas de sus compañeros de filas. Por su “excesivo entreguismo” a sus socios o por su escasa “firmeza” para obligar a la presidenta -ahora en funciones- a cumplir algunas medidas de ese pacto que finalmente rompieron tras tres años y medio sosteniéndolo.  

No todo ha sido un camino de rosas. Muchos no le veían como la persona adecuada para volver a enfrentarse a la hasta ahora imbatible Díaz. Sobre Marín incluso planeó la posibilidad de que el diputado nacional por Granada, Luis Salvador, un exmiembro del PSOE, le disputara el cargo cuando anunció que estaba dispuesto a revalidarlo de nuevo. Pero la dirección del partido frenó cualquier maniobra para removerle de la candidatura. Y Salvador renunció con muy buenas palabras a dar la batalla. 

Tutelado en campaña por Rivera y Arrimadas

Pese a ese respaldo de la dirección, Marín ha estado tutelado durante toda la precampaña y la campaña por el propio Albert Rivera y por Inés Arrimadas.  Los dos líderes nacionales exportaron a Andalucía el discurso sobre Catalunya, contra los independentistas, los “populistas y contra Pedro Sánchez, mientras Marín trufaba sus intervenciones con críticas a la gestión del PSOE y alabanzas a su tierra. Su promesa de no volver a reeditar el pacto de investidura con Susana Díaz quedó casi grabada a fuego.  

En una cuestionario enviado por nuestro diario durante la reciente campaña, que el candidato contestó por WhatsApp, Marín contó que la primera película que vio en su vida fue La diligencia , de John Ford, un western clásico protagonizado por John Wayne. Fue en un cine de verano de Sanlúcar, con su padre. Precisamente, algunos compañeros destacan de su personalidad que es “un hombre tranquilo”, salvando las distancias con otro de los personajes que encarnó Wayne para la pantalla grande. “Nunca se altera”. “Es de los que prefiere hablar cuatro horas que discutir diez minutos”, aclaran. 

Los resultados del pasado domingo -21 diputados, más del doble de los que tenían-  lo han curado todo, empezando por algunos comentarios sobre el escaso “tirón” que tenía el candidato. De Marín solo hablan maravillas ahora en su partido. “Es una persona que trabaja muy bien en equipo”. “Es muy permeable”.  “Gana en las distancias cortas, porque es una persona cercana, cariñosa y afable”. Y otra alabanza, muy encomiable tsi se tiene en cuenta que no es habitual en un político: “Siempre se pone al teléfono. Sea quien sea”.  

En campaña dijo: “No pactaremos ni con Podemos ni con Vox”. Lo de Podemos es lo único que está claro. Lo de Vox está por ver. En su última comparecencia el propio Rivera dejaba la puerta abierta. 

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