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Kobani quiere renacer de sus cenizas

Kobani quiere renacer de sus cenizas

EFE

Beirut —

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Con el 80 % de su superficie devastada tras más de cuatro meses de ofensiva de los yihadistas, la ciudad kurdo siria de Kobani intenta ahora resurgir de sus cenizas después de expulsar a los combatientes del grupo radical Estado Islámico (EI).

Falta de todo en esta localidad, fronteriza con Turquía, que, junto a los pueblos de sus alrededores, llevaba cercada desde hace más de un año por los extremistas, que lanzaron un gran asalto a mediados de septiembre pasado.

La comida que se puede encontrar en Kobani es “mínima”, dice a Efe por internet el activista Mustafa Ebdi, que ha permanecido allí durante todo el asedio del EI.

Comida en lata, bulgur (trigo seco partido) y arroz son los pocos alimentos que se pueden hallar, porque los comercios llevan con sus puertas cerradas desde hace meses.

“Dependemos de la comida que se quedó en los almacenes de las tiendas”, lamenta Ebdi.

Las fuerzas kurdas expulsaron completamente a los yihadistas de la urbe el pasado 26 de enero, y anteayer los seguidores del EI se replegaron de sus posiciones en el extrarradio ante el progreso de sus adversarios.

Una semana después de la retirada de los radicales del interior de la población, sus habitantes pueden respirar más tranquilos, pero sufren grandes carencias, ya que servicios básicos como la electricidad y el agua corriente brillan por su ausencia.

Pese a que la tarea de reconstrucción será larga, el presidente del Gobierno autónomo kurdo sirio de Kobani, Anuar Muslem, no se arredra ante la labor que tiene por delante.

Lo primero que han hecho las autoridades de este enclave ha sido crear un comité para la reconstrucción, integrado por ingenieros, abogados y expertos de distintas profesiones para que Kobani regrese a la normalidad.

La prioridad es que puedan volver a sus casas los miles de desplazados que huyeron a otros lugares, sobre todo, a territorio turco.

Antes de la ofensiva del EI vivían en Kobani 200.000 personas, de las que solo quedan 30.000, “aunque cada día está regresando una media de un centenar”, indica el responsable político, que opina que este flujo irá creciendo a medida que los efectivos kurdos vayan garantizando la seguridad en la carreteras.

Por ello, “la necesidad más urgente es el establecimiento de campamentos para alojar a quienes vuelven y se encuentran con que sus hogares han sido destruidos, dado que el 80 % de la ciudad ha dejado de existir”, considera Muslem en declaraciones a Efe por teléfono.

De los cinco hospitales que había, tan solo uno queda en pie: situado en la parte oriental de la población, se encuentra fuera de servicio por los importantes daños materiales sufridos, lo que no ha impedido que los vecinos estén tratando de rehabilitarlo.

Los heridos, tanto civiles como milicianos kurdos, son atendidos en un improvisado hospital de campaña montado en una escuela, donde las medicinas y el personal médico escasean.

Debido a este panorama, los casos más graves son trasladados a centros sanitarios de la vecina Turquía.

Las temperaturas invernales tampoco han favorecido la situación humanitaria, ya que falta combustible que alimente las estufas para protegerse del frío.

Aun así, la Administración interina kurdo siria de Kobani se las ha apañado para repartir 25 litros de gasolina semanales a cada familia.

“Necesitamos con urgencia ayuda humanitaria de la comunidad internacional, hace ya una semana que los yihadistas se han marchado y no ha entrado nada”, se queja Al Muslem.

No obstante, algunas ONG, según el responsable, han podido repartir comida para paliar el cierre de las tiendas de alimentación.

Lo más complicado, echar al EI, se ha logrado ya y ahora se abre una nueva etapa no menos difícil para los gobernantes y los residentes de Kobani.

Y es que la vuelta a la normalidad aún puede tardar por las difíciles condiciones en que se ha quedado esta pequeña ciudad del norte de Siria, que ha sabido plantar cara a los radicales.

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