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Kore-Eda dice que no rechaza los filmes violentos, “pero prefiero las emociones”

Kore-Eda dice que no rechaza los filmes violentos, "pero prefiero las emociones"

EFE

Madrid —

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Hirokazu Kore-Eda estrena mañana en España “De tal padre, tal hijo”, una película en la que las emociones son el centro de la historia, algo habitual en el cine del realizador japonés, que prefiere los sentimientos por encima de la violencia.

“'Drive' y ese tipo de películas son muy buenas, no rechazo los filmes violentos, la violencia es uno de los elementos del ser humano”, afirmaba el director en una entrevista con un pequeño grupo de medios de comunicación, entre ellos Efe, en el Festival de Cannes, en el que su filme ganó el Premio del Jurado.

Y aunque reconoce que en “De tal padre, tal hijo”, hay un elemento “bastante violento emocionalmente”, es el hecho de que los padres no pidan opinión a sus hijos el argumento de la historia.

Dos parejas descubren cuando sus hijos cumplen seis años que hubo un error en el hospital en el que nacieron, y los bebés fueron intercambiados. Ahora las dos parejas se plantean revertir ese intercambio y quedarse con su hijo natural, poniendo los lazos de sangre por encima de la relación ya establecida.

Basada en una treintena de casos reales que se produjeron en los años setenta en su país, Kore-Eda explicó que en el cien por cien de esos casos las “familias decidieron cuidar de su propio hijo en lugar del hijo que habían criado como suyo”, porque en aquella época “en Japón eran más importantes los lazos de sangre”.

“Es chocante para mí también. Es muy interesante porque esas cosas pasaron hace muchos años, no ahora, pero es un tema muy universal, un padre, una madre, los hijos”.

Una historia que Kore-Eda ha instalado en la actualidad, con un elemento que no hubiera existido hace cuarenta años, y es la reacción sorprendida de la mujer del protagonista, que no quiere renunciar a su hijo, aunque no sea de su sangre.

Porque la película está planteada desde el punto de vista de uno de los padres, el que mejor situación económica y social tiene, lo que no supone que sea el mejor padre.

“No quería incluir ningún comentario social en esta película, pero creí que sería interesante si el personaje principal miraba desde arriba al padre de la otra familia”.

Además, eso le permitió al director que el personaje sufriera un cambio gradual “en su escala de valores”.

“En la otra familia, el padre es mucho mejor padre que él, de lo que se da cuenta gradualmente. Lo que es interesante es que la otra familia tiene varios hijos y una casa con un jardín, siguen tradiciones budistas, tienen unas relaciones familiares mucho más establecidas”.

Los protagonistas son más ricos, pero no tienen una relación familiar tan profunda.

“Son dos familias en situación completamente diferentes. Eso es lo que quería contar, no los problemas sociales”, precisó el realizador, muy relajado y satisfecho por el debate provocado por la historia en sus primeras proyecciones en Cannes.

Si los espectadores “se fijan en los elementos sociales detrás de la historia, está bien, pero, si hubiera hecho una historia sobre cuestiones sociales, hubiera sido mucho más fuerte”.

Y para poner en pie este y otros proyectos, Kore-Eda continúa observando su alrededor. “Vivo como vivo y tomo elementos y hago una historia”.

El resultado, en este caso, es una historia en la que la segunda familia se parece a la suya cuando era un niño y vivía con sus padres, mientras que el protagonista es más similar a cómo él es ahora, con un apartamento en el centro de Tokio, un piano y una hija que va a una buena escuela primaria.

“De alguna forma es como una confesión, porque hay muchos elementos de mi vida real”, reconoció con sencillez.

Un estilo de vida y de cine con el que continuará un director que cree que el tema de la familia es inagotable y que recuerda con devoción a realizadores como Federico Fellini y algunas de sus películas, como “La Strada” o “Las noches de Cabiria”, un “verdadero autor”, afirma convencido.

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