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Crónica

Una legislatura en el alambre

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, asiste este miércoles al debate de la quinta prórroga del estado de alarma

Esther Palomera

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Entre Ciudadanos y ERC, Pedro Sánchez eligió a Arrimadas. Entre la crítica y la demolición, Pablo Casado optó por la devastación. Cuesta ya distinguir quién es el líder del PP y quién el de VOX. La derecha compite en la carrera de la inflamación y la hipérbole a medida que aumenta la tensión social y la debilidad parlamentaria del Gobierno, pese a que “in extremis” logra los apoyos necesarios para sacar adelante la quinta prórroga del estado de alarma. Otros 15 días. No 30, como pretendía.

Sánchez buscó sin éxito la cuadratura del círculo, la mezcla del agua y el aceite. No lo logró. Y tuvo que conformarse solo con el apoyo del PNV y de los naranjas. Gana 15 días, sí, pero pierde un socio o varios. Se verá. De momento, está más solo que nunca y en dos semanas, tendrá que volver al Congreso en busca de apoyos. La fotografía que queda es la de un Gobierno en el alambre y amenazado por quienes facilitaron la investidura.

La advertencia fue solemne y la hizo desde la tribuna el portavoz de los republicanos, después de anunciar su voto en contra: “Hoy aquí no se constata la negativa de ERC a su estado de alarma, sino la del Gobierno a negociar con ERC. Han elegido a la derecha. Ni más ni menos. Las negociaciones en política se sudan, no se esperan. Ustedes juegan constantemente a la geometría variable bajo un axioma falso: o yo o la nada. Juegan a convencer por defecto y no por consenso, es decir con el chantaje. Eso llega un día que se acaba. La derecha siempre compra más barato. Más banderas en los balcones y menos ayudas para la gente”.

Sánchez se esforzó, durante la réplica, en convencer a los independentistas de que no tiene intención de cambiar de socios, de que valora mucho el diálogo con ERC y que desea “seguir a lo largo de esta legislatura que tiene cuatro años por delante. Así que no tache a este Gobierno de querer arrimarse a fuerzas políticas conservadoras porque me lo pone muy fácil. ¿Con quién gobiernan ustedes en Cataluña?”. “Ojalá, como ha, dicho la Legislatura dure cuatro años. Ojalá. Pero, dígame: ¿De qué va esta legislatura? Con Ciudadanos va de una cosa y con nosotros va de otra. Se trata de ampliar mayorías y no de sustituirlas”, afirmó el portavoz de ERC.

Hasta Compromís anunció su voto en contra. “Por algo será”, subrayó Rufián. “Quiero que me vean la cara de decepción con este Gobierno”, añadió Joan Baldoví después de que también Iñigo Errejón advirtiera de que “empieza a desvanecerse el bloque de la investidura” y de que “con el cambio de socios no vamos a ir muy lejos”.

La alianza, coyuntural o no, con Ciudadanos ha escocido en la izquierda, pero también en la derecha de PP y VOX, que han situado en la diana a una Inés Arrimadas que intenta escapar a toda mecha de la foto de Colón que llevó a su partido con Rivera al hundimiento electoral. La legislatura en todo caso se complica, después de resquebrajarse el bloque que hizo posible la presidencia de Sánchez mientras Casado se frota la manos y disfruta con la escena:“Cada votación es un calvario y la legislatura será un suplicio”. Los populares votaron 'no' por primera vez a una prórroga mientras su líder reprochaba al presidente la geometría variable y le avisaba también de que lo que le espera de mandato “será complicado”.

Y eso que Ciudadanos matizó que no votaba a favor de un Gobierno, sino de los españoles y su portavoz adjunto, Edmundo Bal, le habló claro a Sánchez: “No se equivoque, no cuenta con un socio más”. Luego enhebró una retahíla de reproches hacia el presidente del Gobierno al que llegó a acusar de ser “intransigente y unilateral”, de crear inseguridad y de abusar del estado de alarma. Con todo, defendió un voto con responsabilidad para “no dar un paso atrás”. Bal también cargó contra “los señores del 'no' radical, los que siempre votan que 'no'” y les pidió que “vayan a un hospital, miren a la cara del personal sanitario y explíquenles por qué siempre votan 'no'. Hay que tomar decisiones con la cabeza, no con las tripas. No hay que aprovechar el rédito político de esta tragedia”. Sánchez le agradeció el apoyo para a renglón seguido insistir en que, efectivamente, el Gobierno “no está eligiendo socios, sino entre si salva vidas o no”, En todo caso, defendió que con 10 escaños se puede ser mucho más útil que con 89, “que se convierten en absolutamente irrelevantes por alinearse con la ultraderecha”.

La España de los balcones y las cacerolas

Todo esto durante el transcurso de un debate en el que Pedro Sánchez llegó a pedir perdón por los errores, Casado le acusó de ser incapaz de proteger a los españoles más allá de con una brutal reclusión“ y Abascal sentenció que ”la España de los balcones y las cacerolas es imparable“.

Pedro Sánchez se subió a la tribuna para pedir una prórroga en la que ya solo quedará el ministro de Sanidad como autoridad delegada del mando único y con la que busca, según dijo, sólo “salvar vidas”. Y defendió que el estado de alarma “ha sido respetuoso con todos los derechos individuales” y que no hay contradicción, sino complementariedad, entre el 116 de la Constitución y la desescalada. “¿Qué beneficios obtendríamos de levantar el estado de alarma? ¿Qué derechos se pretende devolver? ¿La movilidad sin ningún tipo de restricciones?”, se preguntó.

“En esta situación de crisis -prosiguió- la legislación ordinaria se ha demostrado insuficiente y la crispación política, inútil. El estado de alarma es plenamente legal. No es algo que se haya inventado el Gobierno de España. Resulta por lo tanto falso que se sustituya el estado de alarma por un rosario de leyes ordinarias, con vacíos imposibles de cubrir. Esta sustitución serviría para desviar energías y enmarañar la coordinación. Lo que sí haremos es planificar, debatir y negociar garantizar la correcta gobernanza una vez acabado el estado de alarma con una revisión de estas leyes”.

Tras el presidente, subió a la tribuna el líder del PP, Pablo Casado, con el argumentario ya esbozado en anteriores comparecencias pero con un tono, si cabe, aún más implacable contra Sánchez. “La historia no lo absolverá”, le espetó tras embarrar de nuevo el terreno de juego parlamentario con un discurso en el que a acusó a Sánchez de haber sido siempre por detrás de los acontecimientos, con medidas equivocadas y con mentiras hasta llegar a la situación actual de cambiar de socios y de estrategia ante la mirada atónita de Europa y “la indignación de una mayoría de los españoles, a los que ha dejado abandonados y a los que pretende acallar con el control de las redes sociales, los medios de comunicación y ahora también, la calle”.

Casado, los separatistas y los proetarras

“Usted ya ha sobrepasado los límites. El Estado no es usted, por mucho que su maquinaria de propaganda le haga el Rey Sol. Tan solo es el presidente del Gobierno con menos apoyos de la historia de la democracia”, subrayó antes de acusar a Sánchez de convertir “el estado de alarma en una subasta con los separatistas y proetarras”. Al menos esta vez, y tras el reproche de las víctimas del terrorismo, dejó fuera del debate una supuesta hoja de ruta dictada por una ETA que ya solo está presente en su estrategia para sumar votos. Eso sí, no perdió ocasión de denunciar una presunta obsesión “absurda y despreciable” del Gobierno contra Madrid y su presidenta, convertida ya en icono de la confrontación de las autonomías frente a Sánchez. Entre la unidad y la ultraderecha, el presidente afirmó que Casado había optado por la ultraderecha y le acusó de dimitir de la principal responsabilidad que tiene como líder de la oposición, “la responsabilidad de estado, de salvar vidas”.

Subió tanto el listón de la crítica extrema que no se lo puso demasiado fácil al líder de VOX. Aún así Santiago Abascal se empleó a fondo también en la hipérbole: “Ya nadie se fía de las cifras que dan usted. ¿27.000? Más bien 50.000. Pero lo sabremos. Estamos ante un Gobierno culpable e irresponsable. Resulta que ya conocemos los papeles de Fernando Simón. Ustedes conocían la letalidad del virus el 10 de febrero y esto significa que son culpables. El Gobierno iba conduciendo España únicamente mirando su agenda ideológica y ha provocado la muerte de miles de españoles”.

Sobre el discurso del odio construyó el presidente su réplica al líder de VOX, al que recordó sus alusiones a la guerra civil y sus amenazas para llevar a prisión al Gobierno hasta concluir que la España que defendía es “una España muy pequeñita y aislada”.

Andaba la derecha tan torpe en la búsqueda del equilibrio entre la crítica y la devastación que al portavoz de Podemos, Pablo Echenique, le resultó sencilla la construcción del eslogan −“Estamos mal, pero menos mal que estamos”− y hasta poner a Casado frente al espejo de sus contradicciones: “Usted habría actuado como Ayuso en la Comunidad de Madrid. Ha llegado a decir que Ayuso es un icono. Si quitamos a la Comunidad de Madrid del cómputo, los datos de España mejorarían bastante. Manda usted un mensaje muy nítido. Le pido que no insulte a la inteligencia de los españoles diciendo que el Gobierno socialcomunista se quedó con todas las competencias. Si Madrid no tiene todas las competencias, ¿a qué viene que Ayuso saque pecho con el hospital de Ifema?”.

Lo dicho: salvada la quinta prórroga del estado de alarma, en adelante se abre un escenario de incertidumbre política que deja a Sánchez al borde del abismo, tras el desvanecimiento del acuerdo que le llevó a La Moncloa.

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