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Líder opositor denuncia una “caza de brujas” del Gobierno en Camboya

Líder opositor denuncia una "caza de brujas" del Gobierno en Camboya

EFE

Phnom Penh —

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El líder opositor Kem Sokha, que se mudó hace seis meses a vivir a la sede de su partido para eludir una orden de arresto, denuncia una “caza de brujas” del Gobierno de Camboya contra sus críticos.

Las Naciones Unidas y ONG locales e internacionales han denunciado el aumento de la represión contra activistas y políticos en Camboya de cara a las elecciones municipales que se celebrarán en 2017 y las generales que se organizarán al año siguiente.

Una decena de parlamentarios del opositor Partido Nacional para el Rescate de Camboya (PNRC) afrontan procesos judiciales o están condenados, incluido el líder de la formación, Sam Rainsy, que escapó al extranjero en noviembre de 2015 antes de que le detuvieran.

Kem Sokha, vicepresidente del PNRC, recibe a Efe en la oficina donde, entre una cama y una cinta de correr para hacer ejercicio que ha instalado, lleva adelante “una huelga política”, según dice, para que “las cosas vuelvan a la normalidad”.

Las autoridades intentaron arrestarle el 26 de mayo pasado por ignorar las convocatorias de los juzgados en un caso que la organización Human Right Watch tilda de “farsa política”.

Kem Sokha eludió la detención y desde entonces se refugia en la sede del partido.

Protegido por decenas de seguidores y compañeros de formación, el opositor solo ha sido visto en público una vez, en octubre, cuando acudió a registrarse para las elecciones municipales de 2017.

Kem Sokha afirma que, aún así, “no tengo ninguna garantía en cuanto a seguridad”.

Sobre su persona pesa el aviso que el propio primer ministro de Camboya, Hun Sen, lanzó en junio, cuando dijo que el arresto “se hará cuando llegue el momento”.

En septiembre, el Tribunal Municipal de Phnom Penh le condenó en rebeldía a cinco meses de cárcel por desacato al negarse a testificar en varias ocasiones en un caso de presunta prostitución contra una camboyana, Khom Chandaraty, que la Policía dice fue amante del opositor.

“Esta condena de Kem Sokha en base a acusaciones falsas es una farsa política, todo es parte del plan de Hun Sen para destruir a la oposición política y atropellar los derechos de aquellos que se atreven a criticar a su Gobierno”, dijo el subdirector de Human Rights Watch para Asia, Phil Robertson, en aquella ocasión.

Hun Sen permanece al frente del Gobierno desde 1985, mientras el país se ha quedado con una democracia que ha sido definida como clientelista por académicos como David Chandler y es uno de los más corruptos del mundo, según índices de ONG internacionales.

En las elecciones de 2013, el gobernante Partido del Pueblo de Camboya (PPC) vio su hegemonía disputada por primera vez en veinte años por el ascenso del PNRC, que denunció fraude electoral y durante meses se negó a reconocer el resultado y organizó protestas masivas.

Las redes sociales movilizaron a la población y las demandas sociales sorprendieron a Hun Sen, que “no esperaba que la juventud se levantara por el cambio”, apunta Kem Sokha.

El dirigente opositor confía en que el cambio político pueda comenzar en los próximos comicios, a los que será difícil que contribuya con la situación actual.

“No puedo salir a encontrarme con la gente en las provincias. Como líder, prefiero visitar las zonas rurales antes que las urbanas”, dice Kem Sokha sobre un electorado que reside en su mayoría en el campo.

A pesar de que la persecución judicial impide a la cúpula del PNRC participar en campañas electorales, Kem Sokha cree que, con una ciudadanía cada vez más informada gracias a la penetración de internet, puede producirse una transición pacífica en las elecciones generales de 2018.

Kem Sokha también confía en que entonces la comunidad internacional y los ciudadanos impidan que les roben la victoria, como dice que sucedió en 2013.

“Si ganamos, es importante que sepan que el PNRC no cree en la venganza”, añade el opositor.

Ricardo Pérez-Solero

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