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Maite Carranza refleja el choque entre culturas en “El fruto del baobab”

Maite Carranza refleja el choque entre culturas en "El fruto del baobab"

EFE

Barcelona —

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No esconde la escritora Maite Carranza que estuvo a punto de tirar tres veces la toalla mientras escribía su última novela “El fruto del baobab”, una historia de mujeres, en la que muestra el choque entre culturas, sin obviar cuestiones como la mutilación genital femenina o la poligamia.

En una entrevista con Efe, esta Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2011 reconoce que ha trabajado para que su relato no tuviera en ningún momento aire panfletario ni se convirtiera en una contraposición entre buenos y malos, puesto que la “complejidad” de las relaciones humanas demuestra, dice, que “nada es sencillo”.

En “El fruto del baobab” (Espasa/Edicions 62) dibuja un friso en el que Lola, una pediatra separada y sin hijos, entra a trabajar en un ambulatorio de Mataró (Barcelona), donde conocerá a Aminata, una joven gambiana, madre de cuatro hijos, entre ellos la adolescente Binta, la mejor estudiante de su instituto, y la pequeña Fatou, de apenas seis años.

Las relaciones que se establecen entre ellas, así como el retrato de la familia de Aminata, casada con Abdoulieu, y que rememora a menudo los días junto a un baobab africano, rematan este título, con el que la autora barcelonesa regresa a la literatura para adultos después de “Sin invierno”, del año 1999.

Antropóloga de formación y con trabajo de campo realizado en Gambia durante un par de meses, Maite Carranza quiere que el lector que se enfrente al texto vea que la ablación es “una agresión física que no se debe permitir”, pero también mostrar unas formas ancestrales de vida en las que las mujeres no pueden compararse con otras de culturas diferentes porque las desconocen.

“No todo lo que existe en Occidente es oro y luce. Aquí lo que tiene prioridad es el dinero y los mercados, mientras que en otras sociedades más tradicionales de África las personas nunca son desatendidas, ni nunca se sienten abandonadas y solas”, precisa.

Sin embargo, no quiere ocultar la sumisión de las mujeres de allí, ni su dependencia de los hombres. “Se transmite la desigualdad, el acceso a la educación es más difícil para ellas, y en algunos países un 95% de las mujeres son mutiladas, siendo la principal función de su vida la reproducción, la maternidad”.

Muchas de estas personas, al emigrar a países occidentales, descubren otras maneras de pensar y de vivir y es cuando “se desmoronan”.

A la vez, insiste Carranza, el núcleo familiar es hospitalario y generoso pero, en el caso de las mujeres, “impide su crecimiento personal”.

El choque entre culturas es especialmente visible, en su opinión, con las integrantes de la segunda generación, que han podido estudiar en escuelas occidentales y que ven que “lo que les niega su sociedad y su familia se lo ofrece la sociedad occidental”.

Por otra parte, defiende que las múltiples asociaciones que trabajan en estas cuestiones en España busquen la complicidad de los hombres para poderles explicar otros puntos de vista.

Sobre el título de la novela, la escritora subraya que el baobab es un símbolo de la permanencia, del valor de la tierra, un refugio y una muestra de solidez. “Es la vida”, destaca.

Nacida en Barcelona en 1958, Maite Carranza es autora de una extensa y exitosa obra destinada al público infantil y juvenil, y en 2011 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2011 por su novela “Palabras envenenadas”, donde trataba sobre el abuso sexual a menores.

Por Irene Dalmases

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