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Marruecos y el Polisario volverán a verse las caras sin ánimo de querer ceder

Marruecos y el Polisario volverán a verse las caras sin ánimo de querer ceder

EFE

Rabat —

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El Gobierno de Marruecos y el Frente Polisario volverán a verse las caras mañana tras seis años de interrupción total de contactos, en unas conversaciones auspiciadas por la ONU y que se presentan poco promisorias dado que ambas partes han dejado claro que no piensan ceder en sus posiciones de principio.

El conflicto del Sahara Occidental está en sordina desde 1991, año en que las partes firmaron el alto el fuego y llegó al territorio una fuerza de paz (Minurso) con la misión de preparar un referéndum de autodeterminación para la ex colonia española.

Marruecos comenzó por contestar el censo de saharauis con derecho a voto, luego dijo que el referéndum solo cabía si era “confirmativo” y finalmente desechó definitivamente la idea de la consulta al presentar en 2007 una “iniciativa de autonomía” de contornos imprecisos.

Una fuente oficial marroquí declaró recientemente a Efe que Marruecos “no tiene nada que ceder” ante las conversaciones de Ginebra más allá del plan de autonomía, antes de precisar que Rabat no ve la cita de Ginebra como una negociación sino como una mera “mesa redonda”.

El Frente Polisario se ha mantenido igualmente inamovible sobre la necesidad del referéndum, aunque las últimas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el conflicto ya no mencionan la palabra y recomiendan más bien la búsqueda de una solución al conflicto que sea “realista, práctica y políticamente duradera”, un vocabulario que se acerca cada vez más a las tesis marroquíes.

Partiendo de que los dos adversarios llegan a la mesa sin voluntad negociadora, Marruecos considera que ha marcado un tanto al sentar en esa misma mesa a Argelia, un país al que Rabat acusa sin medias tintas de “cobijar, armar y financiar” a un Frente Polisario que no ve sino como una marioneta de Argel.

Está por ver cuál es la actitud de Argel en Ginebra y si se limitan a su papel tradicional de meros espectadores, pero por lo pronto, la ONU ha invitado a la ciudad suiza a su ministro de Asuntos Exteriores, Abdelkader Mesahel, quien hasta el momento no ha confirmado si asistirá.

Marruecos también envía al jefe de la diplomacia, Naser Burita, acompañado del embajador ante la ONU, Omar Hilale, y de tres saharauis pro marroquíes, presidentes o miembros de instituciones locales de El Aaiún, Esmara y Dajla, un mensaje con el que Rabat pretende disputar al Polisario el monopolio de la representatividad saharaui.

La mesa redonda es hasta ahora el único logro obtenido por el nuevo Enviado Personal del Secretario General de la ONU para el Sáhara, el alemán Horst Köhler, quien desde su nombramiento en agosto de 2017 se esfuerza, en medio de gran discreción, por sacar al conflicto de un letargo que lo convierte en uno de los más longevos del planeta.

Hasta ahora, Köhler ha conseguido al menos no ser visto como pro-marroquí o pro-polisario, un sambenito que les ha tocado llevar a todos sus predecesores: el último de ellos, el estadounidense Christopher Ross, llegó a ser declarado “persona non grata” por parte de Rabat al considerarlo proclive a los independentistas, pero Ban Ki-moon lo mantuvo en el puesto.

En un gesto que indica bien cuál es la relación de fuerzas en el conflicto, Marruecos llegó a prohibir a Ross durante más de tres años visitar el territorio saharaui que Rabat administra, y el diplomático estadounidense tuvo que acatar la prohibición; en el caso de Köhler, sí ha recibido el permiso y ha podido así reunirse con los que Rabat llama “separatistas del interior”.

Pero el margen de maniobra de Köhler se está reduciendo por factores extra-magrebíes: con la llegada de Donad Trump a la Casa Blanca, y en su línea de limitar los gastos y los compromisos internacionales de su país, Estados Unidos ha presionado y conseguido que el mandato de la Minurso se acorte de un año a solo seis meses, para así presionar a las partes en busca de una solución.

“El statu quo (actual) no es aceptable”, reza la última resolución del Consejo del 31 de octubre, que emplaza además al Secretario General a informar en el plazo de tres meses sobre los avances de las que llama “negociaciones”, aunque no hayan comenzado como tales.

El “realismo y espíritu de compromiso” de las partes, que también reclama esa resolución, están ahora por demostrar en la cita de Ginebra.

Javier Otazu

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