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El alma de Michael Jackson, a través de sus objetos cotidianos

El alma de Michael Jackson, a través de sus objetos cotidianos

EFE

Madrid —

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Los objetos cotidianos de las personas delatan sus gustos, sus debilidades y el alma que les diferencia del resto de los mortales. Esta idea ha motivado al prestigioso fotógrafo Henry Leutwyler a inmortalizar algunas propiedades de Michael Jackson, en la exposición “Neverland Lost”.

Los guantes con tachuelas, las zapatillas brillantes, los calcetines blancos y los excéntricos trajes que formaron parte del ropero del “rey del pop” han inspirado a Leutwyler esta muestra fotográfica que recoge algunas de las 160 imágenes sobre objetos de Michael Jackson, que captó el fotógrafo en una galería californiana, antes de que aquellos artículos se subastaran por todo el mundo.

Estas instantáneas, que se podrán ver en Spain Media Gallery (Madrid) desde mañana, atestiguan la “humanidad” de una persona cuya idolatría ha propiciado una imagen falsa y endiosada de un ser humano “normal”, ha explicado hoy a Efe Henry Leutwyler, conocido por sus trabajos en publicaciones como Vogue, Vanity Fair o Esquire.

La misión de este reportero gráfico es rescatar la esencia más intrínseca de las personas y los objetos que les acompañan, y esta filosofía marca la exposición “Neverland Lost”.

Una de las fotografías, en primer plano, muestra una chaqueta de Jackson con restos de sudor, de maquillaje y de óxido, detalles que dan fe de la humanidad de un artista “que no tuvo infancia”, ha destacado.

Henry Leutwyler es un “manipulador” de emociones que se acerca a su objetivo hasta provocar, en una primera impresión, una cierta desconfianza. Cuando desata su don de gentes, la cosa cambia, y el ente retratado se acomoda a cualquier escenario y circunstancia, ya sea Michelle Obama, Rihanna, Tom Wolfe o Martin Scorsese.

En su elenco de clientes no solo se cuentan esposas de presidentes, cantantes o directores de cine, también las más bellas actrices que bajo su objetivo se hacen “más pequeñitas o grandes”, según las emociones que se pretendan llevar al papel.

Su encuentro con Julia Roberts en una sesión de fotos solo duró 15 minutos y, sin embargo, forma parte del anecdotario de este retratista de instantes. “Le dije a Julia que me alegraba de no tener 25 años, y ella me preguntó sorprendida el porqué. Entonces, muy natural, le dije que, si hubiese tenido 25 años, me hubiera echo pis encima nada más verla, tal era su hermosura”.

La protagonista de “Pretty Woman” se echó a reír y, en ese momento, una complicidad tácita surgió entre ellos, así que el resultado fueron unas fotografías “fantásticas”. El trabajo bien hecho, ha afirmado el suizo, “no necesita 'photoshop'”.

El secreto de su modus operandi es conseguir que las personas “se rían”, por eso ha renunciado a cubrir guerras y otras situaciones que le afectarían personalmente. La belleza, a veces la hermosura que encierra un momento triste o pasajero, mueve a Leutwyler en su búsqueda de efímeros segundos de vida y arte.

Por eso, prefiere inmortalizar a mujeres, “no soy tonto”, ha bromeado. A pesar de su impecable trayectoria profesional -también ha publicado trabajos fotográficos sobre Elvis Presley y el ballet de Nueva York, entre otros muchos-, aún le quedan rostros por retratar, ya que su sueño es situarse enfrente, cámara en mano, de actrices como Salma Hayek, Halle Berry y Penélope Cruz, de quien adora “el acento”.

La intérprete española más internacional le conquistó en una situación muy cómica: “Penélope me vio en el restaurante de un hotel y me preguntó que si podía llevarle un café”, relata.

Entonces, Leutwyler deseó con todas sus fuerzas ser de verdad un camarero, aunque tuvo que aclarar a “Pe” que se había confundido de persona. A quien sí consiguió fotografiar fue a su marido, Javier Bardem, para el número 3 de la revista Esquire, donde aparece con una pose de atípica finura frente al habitual estilo del oscarizado artista.

Por Isabel Peláez.

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