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Musulmán y estadounidense en tiempos de Donald Trump

Musulmán y estadounidense en tiempos de Donald Trump

EFE

Washington —

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“Islamic Way” reza el cartel de la calle situada frente a la Mezquita Nacional de Washington, un pequeño centro de culto musulmán con más de 80 años de historia donde ahora sus fieles no solo acuden para cumplir con sus rezos: necesitan defender su fe en tiempos de Donald Trump.

Esta fue la primera mezquita que se construyó en la capital estadounidense, con las manos de los miembros de la comunidad, y aunque al principio no fue tan inclusiva, ahora se ha convertido en un ejemplo de integración y hermanamiento en la zona. Allí rezaron Malcolm X o Mohamed Ali.

Su imán, Talib Shareef, lleva ya varios años al frente de ella, y en vista de los últimos acontecimientos derivados de la carrera electoral está convencido de que para ellos es una responsabilidad concienciar a la comunidad de la importancia de su voto y tender puentes con otros sectores de la sociedad.

“Ya teníamos islamofobia -dice en entrevista con Efe-, ya estaba aquí antes”, asegura, pero lo ocurrido en estos meses ha agravado seriamente la situación.

Las propuestas del candidato republicano a la Casa Blanca, quien ha abogado a lo largo de la campaña por prohibir la entrada en el país a los musulmanes, como él, ha tenido todo tipo de consecuencias.

“Cuando escuchas a un candidato importante o a una persona influyente decir esas cosas esperas que aquellos que defienden nuestra Constitución eleven la voz. Por eso están pasando muchas cosas en el país ahora, porque muchos líderes importantes no han hablado y ese silencio es cómplice”, considera.

“Ahora lo están intentando porque ven las consecuencias, pero cuando no se habla a tiempo las cosas se van de las manos”, dice en referencia a casos de personas que practican el islam en Estados Unidos y que por ello han sufrido ataques, apuñalamientos o humillaciones perpetrados por quienes han hecho del odio su orgullo.

A pocos minutos de que comiencen a llegar “los hermanos” al rezo de la tarde, Shareef va dejando todo listo a su paso, coloca una de las sillas, torcida, para que vuelva a mirar hacia La Meca, pero antes de que lleguen, va a buscar algo. Regresa con un gran cuadro entre sus manos: sus condecoraciones. También fue militar.

Veterano de la Fuerza Aérea de Estados Unidos durante 30 años, es uno de los musulmanes que más tiempo han servido al país en el cuerpo, e insiste en que aquellos que ahora le piden que “se vaya”, que reiteran que “no es bienvenido” o que debe hacer “un examen religioso” para comprobar si es peligroso o no, jamás han sacrificado nada por la nación que creen defender.

“Y no es uno, son muchos musulmanes los que han servido al país. (...) Hemos luchado en todas las guerras, no ha habido una guerra de Estados Unidos en la que no haya luchado un musulmán”, insiste, como una muestra más del desconocimiento sobre el papel de su comunidad como forma y parte de la nación.

Shareef es estadounidense de nacimiento, aunque muchos de sus fieles son originarios de otras muchas partes del mundo; Washington, y sus estados fronterizos, Maryland y Virginia, cuentan con una población musulmana significativa, tanto nativa como inmigrante.

Preocupado por lo ocurrido en los últimos meses, el imán ha organizado eventos para impulsar el registro de votantes, actos con fuerzas del orden y otros líderes interreligiosos, y al final de sus rezos insta a los asistentes a involucrarse en este ciclo electoral.

Ellos saben que gran parte de lo que sucede tiene mucho que ver con la ignorancia, con la distancia no salvada por el miedo y el desconocimiento, alentados por una campaña en la que pocos han salido indemnes.

Shabbir Chaudhary es de origen paquistaní, vive en Estados Unidos desde hace 35 años y también considera esta su casa.

“Se ha hablado mucho sobre los musulmanes, el problema es que si no los escuchas, si no los entiendes, no sabes qué tipo de gente son”, afirma convencido de esos vacíos, de esas distancias.

“Los musulmanes son gente muy pacífica, tienes que conocerlos, tienes que leer sobre ellos. Y nuestro imán aquí está organizando eventos, asistiendo a encuentros y charlas para que la gente sepa qué es el islam”, explica Chaudhary a Efe a la salida de la mezquita, orgulloso de que en su templo se contribuya a estrechar esos lazos.

Ibrahim Mumin, originario del estado de Georgia, nunca pensó que Trump fuera a ser el candidato republicano. “Para ser honestos, al principio no le presté mucha atención”, dice, pero su victoria en las primarias y su lenguaje agresivo contra las minorías, incluida la suya, le hizo reaccionar.

“Desde entonces he tratado de responder a esto, muchos amigos me están preguntando muchas cosas. Pero creo que la cuestión importante ahora es organizarnos y trabajar y expandir la coalición de la gente progresista”, considera.

Mumin aboga por la unión de “musulmanes, cristianos, judíos, hindúes, sijs, afroamericanos, hispanos, latinos, asiáticos y blancos”, el mosaico de colores y raíces que conforman el país, con un mismo fin: “Rechazar la profecía de la estupidez” de Trump.

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