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Obama se prepara para fijar las metas de 2104 en el discurso sobre el Estado de la Unión

Obama se prepara para fijar las metas de 2104 en el discurso sobre el Estado de la Unión

EFE

Washington —

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El presidente de EE.UU., Barack Obama, dedicará esta semana a preparar su discurso sobre el Estado de la Unión, previsto para el 28 de enero y en el que quiere destacar que 2014 debe ser un “año de acción” tras la escasez de logros de 2013.

Hoy, 20 de enero y día en que EE.UU. conmemora el día del líder negro de los derechos civiles Martin Luther King, Obama inicia su sexto año en la Casa Blanca y tiene ante sí el reto de lograr que se hagan realidad en 2014 algunos, si no todos, los objetivos que se fijó para su segundo mandato.

La tradición marca que el día de Martin Luther King sea una fecha de servicio al prójimo y Obama, su esposa, Michelle, y sus dos hijas, Malia y Sasha, acudieron en Washington al centro comunitario DC Central Kitchen, en el que se preparan comidas para los más necesitados.

“Solamente quiero agradecer a todo el mundo que está aquí el gran trabajo que realizan”, dijo el presidente a los voluntarios del centro, establecido hace 25 años.

Sin actividades fuera de Washington programadas para esta semana, Obama espera redactar junto con sus asesores el discurso sobre el Estado de la Unión que debe pronunciar ante el Congreso dentro de ocho días.

“Tenemos mucho que hacer en 2014 (...) Este va a ser un año de acción”, repitió el mandatario varias veces durante la semana pasada anticipándose al discurso.

Obama quiere ver avances, fundamentalmente económicos, durante 2014 para que todos los ciudadanos se beneficien de la recuperación y ha dicho que tomará medidas ejecutivas si el Congreso no actúa al respecto.

“Tengo una pluma. Y la puedo usar para firmar órdenes ejecutivas y tomar medidas ejecutivas y administrativas para ayudar a asegurarnos de que nuestros hijos reciben la mejor educación posible y que nuestras empresas tienen el tipo de apoyo que necesitan para crecer”, resumió hace unos días en la primera reunión del año con su Gabinete.

Entre las prioridades en materia económica está que el Congreso “haga algo” pronto para prorrogar los subsidios a los desempleados de larga duración, que expiraron a finales de diciembre y benefician a 1,3 millones de personas.

Obama también ha subrayado, por otro lado, que quiere sacar adelante cuanto antes la reforma migratoria, promesa pendiente desde que llegó a la Casa Blanca en 2009.

Un proyecto de ley bipartidista para una reforma migratoria fue aprobado en el Senado en junio pasado, pero se atascó en la Cámara de Representantes, de mayoría republicana.

Al presidente le hace falta que 2014 sea realmente un periodo de logros para recuperar parte de la popularidad perdida en 2013, que fue un año lleno de tropiezos marcado por varios escándalos, un cierre parcial de la Administración, la amenaza de suspender pagos y el fiasco de su reforma de salud, en medio de una polarización política sin precedentes.

Esa polarización imposibilitó que salieran adelante en el Congreso medidas para reforzar el control de las armas, como pretendía Obama, y también ha sido la razón del estancamiento de la reforma migratoria.

Pero Obama también acumuló el año pasado fracasos de cosecha propia, como la desastrosa aplicación de su reforma sanitaria, promulgada en 2010, y un sonado escándalo, el del espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), con graves repercusiones en su reputación en el exterior.

El pasado viernes, en una esperada alocución, Obama ordenó poner fin al espionaje a gobernantes de países aliados y reformas a la vigilancia telefónica de la NSA, que no convencen en EE.UU. por poco concretas.

En política exterior, los principales retos que se avecinan para Obama tienen que ver con la búsqueda de la paz en Siria y la aplicación del acuerdo con Irán para la suspensión temporal de gran parte de su programa nuclear.

Su primer viaje al extranjero debe ser a México, para participar en Toluca el 19 de febrero en la cumbre de líderes de Norteamérica junto con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y el primer ministro canadiense, Stephen Harper.

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