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“Un PP en el Gobierno con más de 850 imputados sí que atenta contra el decoro”

El diputado de En Marea Antón Gómez-Reino.

Aitor Riveiro

El portavoz de En Marea, Antón Gómez-Reino (A Coruña, 1980), atiende a eldiario.es en una de las cafetería del Congreso. Tras varias semanas de intenso trabajo parlamentario, la actividad se relajará hasta que a principios de mayo comience de verdad la tramitación de los Presupuestos Generales de 2017. El grupo confederal Unidos Podemos-En Comú-En Marea ha mostrado su rechazo a las cuentas. Un no que para Gómez-Reino está claro: “Son unos presupuestos de maquillaje”.

El dirigente de Podemos en Galicia repasa además los frenéticos últimos dos años. Se va a cumplir el segundo aniversario de las municipales que sirvieron de germen para las confluencias que en esta comunidad y en Catalunya irrumpieron en las generales. Gómez-Reino defiende una construcción lenta de un espacio político que cree que es necesario: “Podemos decir con orgullo que estamos construyendo instituciones donde ya no cabe la corrupción”.

La semana pasada llegó el proyecto de Presupuestos Generales del Estado al Congreso. ¿Cuál es la opinión que tiene En Marea de las cuentas de 2017?

Ya preveíamos en la votación del techo de gasto el camino que iba a tomar. Son unos presupuestos de maquillaje. Si además miras los datos en perspectiva con los años 2011 o 2010 te das cuenta de la situación en la que estamos. El PP siempre trata de compararnos con Europa pero lo que hacen es ceder a las decisiones que se toman en Europa sin parecernos a ellos en materia presupuestaria. Un país europeo ingresa más, gasta más y mejor. No tenemos una presión fiscal a la altura de unas políticas públicas para salir de la crisis y no son los presupuestos sociales que el PP dice.

¿Y en lo que tiene que ver con Galicia?

Hay un descenso del 30% en el presupuesto en lo que tiene que ver con Galicia. Las comunidades y naciones históricas más golpeadas son las gobernadas por el PSOE y Galicia.

Nuñez Feijóo se ha quejado incluso.

El PP de Galicia sabe que tiene que jugar a hacer un contrapeso relativo a Madrid.

¿Qué más puntos negativos ven en las cuentas?

El AVE a Galicia es un compromiso que tiene el Estado y se tiene que ejecutar y terminar, pero lo que no puede ser es que el volumen más importante del presupuesto para Galicia se lo lleve una infraestructura. Nos encontramos con que sistemáticamente las partidas que tienen que ver con infraestructuras y AVE se van moviendo de año en año, por eso hablamos de maquillaje.

En definitiva, no nos parecen unos presupuestos que nos vayan a sacar de la crisis. ¿Qué han hecho otros países occidentales? ¿Qué ha hecho EE UU? Salir con políticas de fomento de la inversión pública. Y nosotros seguimos el camino contrario.

El grupo confederal ha ofrecido al PSOE una enmienda a la totalidad conjunta y su defensa también conjunta. Los socialistas lo han rechazado de plano. ¿Van a insistir?

Nosotros tenemos la mano tendida al PSOE, pero hay que ver hasta qué punto quiere continuar con esta estrategia, llámale de gran coalición o de triple alianza, o no. Por ahora parece que en absoluto se plantean participar con nosotros en esta estrategia de enmienda a la totalidad. Nosotros presentaremos la nuestra y servirá para consolidar un año y pico de trabajo legislativo en las Cortes Generales que cada vez está mejor armado.

El PP está a falta de pocos diputados para superar el primer trámite de sus cuentas en el Congreso. ¿Les han contactado directa o indirectamente desde el Gobierno o desde el PP para preguntar a cambio de qué darían su apoyo?

Muchas veces nos critican lo del decoro parlamentario y que Rajoy diga que tienen ya “175 diputados y medio” sí que me parece tener poco decoro. Es burlarse de la ciudadanía y de la Cámara. En lo que tiene que ver con los cinco diputados y diputadas de En Marea, no se nos ha contactado nunca.

Habla del decoro, que se ha convertido en un debate recurrente desde su entrada en el Congreso en enero de 2016. Primero como algo más anecdótico y ahora en un elemento central de la legislatura. ¿Cómo han vivido esa evolución?

Es una forma de enmascarar la falta de interés de que haya un debate político sobre otras cuestiones. Es una cortina de humo de la derecha y de algunos medios. Sí tenemos que hacer una reflexión para ser capaces de escapar de esa cortina.

Ahora bien, nosotros lo único que hacemos es traer las demandas de la ciudadanía al Parlamento. Y a la ciudadanía no le preocupa especialmente unas camisetas ni unas formas en la intervención política, sino los ladrones de guante blanco que llevan mucho tiempo saqueando las instituciones. Un PP en el Gobierno con más de 850 imputados. Eso sí que atenta contra el decoro parlamentario. Es bueno que las instituciones se parezcan a la foto estética y generacional de las sociedades españolas actuales.

Más allá de ese uso político que denuncia, se vislumbra una brecha cultural, que no es generacional ni territorial, entre quienes creen que el decoro es algo a guardar de una determinada forma y quienes defienden que es accesorio. ¿Esa diferencia existe a nivel político cuando intentan dialogar o negociar con otros grupos?

Hay una brecha porque nosotros nacemos en una brecha cultural, política e histórica que es el 15M. De alguna forma esa brecha que es estética y de formas, y pone encima de la mesa que las instituciones y la gente que habitaba las instituciones y hacía política estaba muy alejada de la sociedad mayoritaria. Dicho esto, no hay ningún handicap en este sentido. El handicap para hablar o negociar con otros actores de la Cámara es ideológica y política. El muro lo forman los tres partidos que están gobernando de una forma tácita.

Se ha especulado mucho con los motivos que impidieron ser presidente a Pedro Sánchez. Se vende por un lado que no hubo acuerdo y que fue imposible porque Podemos primero y Unidos Podemos después no quiso, y por otro lado que ese acuerdo ya estaba cerrado con los independentistas y que por eso el Comité Federal del PSOE acaba sentenciando a Sánchez. ¿Había o no había un acuerdo?

Voy a responder como gallego y por tanto como vecino de Portugal, que es un ejemplo de lo que está pasando. La ciudadanía nos pedía a En Marea que desalojáramos a la derecha del poder y construyéramos un Gobierno de cambio. Y en este sentido nuestro esfuerzo fue completamente franco. Mi experiencia es que no había esa voluntad en el PSOE. Diría más. Mi percepción en este año de actividad en la Cámara, y lo hemos constatado con las declaraciones de Heredia del otro día, es que una parte muy importante del PSOE con mucho poder nos considera no los rivales, sino el enemigo. Eso es lo que pesó y lo que pesa. Esperemos que pueda haber un cambio en ese sentido.  Nuestra responsabilidad es para la gente que nos votó. Y lo que quieren es un cambio en las instituciones.

Uno de los elementos más polémicos que ha defendido En Marea en el Congreso es la viabilidad de Navantia, unos astilleros que pueden recibir el encargo de construir buques de guerra para Arabia Saudí. Parafraseando a Pablo Iglesias, ¿cómo se surfea esa contradicción?

Lo han dicho tanto Jorge Suárez, el alcalde de Ferrol, como el Kichi en Cádiz. Es un debate trampa. No deberíamos poner en conflicto un drama social, cuando estamos hablando de comarcas que están absolutamente golpeadas y necesitan carga de trabajo. De momento no hay nada. No hay fragatas, no hay proyecto. Cuando el Gobierno cumpla con el compromiso para con estas comarcas y con la sociedad y ponga encima de la mesa un proyecto, lo analizaremos y diremos nuestra posición. Nosotros lo que pedimos es que se consiga carga de trabajo.

No es mi ciudad ni mi tema, que lo defiende muy bien Yolanda Díaz, pero en el caso de Ferrol estamos hablando de un astillero con unas cualidades técnicas y tecnológicas punteras en Europa. Si tenemos esa capacidad, es hora de que la dotemos de recursos y de contratos precisamente para hacer no solo barcos que nos pueden llevar a más contradicciones, sino para sacar adelante una empresa que muchos gobiernos del norte de Europa saben que es donde mejor se construyen barcos.

El jefe del Estado viajó a Arabia Saudí, se publicó que había ido a cerrar esos contratos y que los había cerrado, pero no parece que se confirmen. ¿Tienen información sobre el proceso?

En Marea preguntó al Gobierno y no están de momento esos contratos. Eso es lo que sabemos. Además el pleno ha aprobado una PNL a instancia nuestra que habla del problema en un sentido global, que reclama un plan industrial para la comarca de Ferrol, de Cádiz y donde está Navantia que supere por elevación este debate.

Se van a cumplir ahora los dos años de las municipales de 2015, que fue el punto de partida de En Marea. ¿Hacia qué va eso que empezó como un proyecto municipalista?

A mí me gusta hablar del movimiento cívico de las mareas. Es así como nacimos, como un espacio que nace de gente que lleva mucho tiempo en ciudadanía organizada. Y después, sí, un sujeto político porque nos construimos políticamente desde una realidad nacional como es Galicia.

No tenemos que construir partidos como se construían en el pasado. El desafío de En Marea no es tanto construir una organización clásica con una dirección clásica y que por tanto actúe de forma clásica. El desafío es construir una herramienta de coordinación para tres niveles de intervención política que tiene el movimiento cívico de las mareas: el municipal, el Parlamento gallego y las Cortes generales.

Siempre digo, porque es verdad, que Galicia es la que va a la cabeza. Empezamos la primera forma de confluencia con la experiencia de Alternativa Galega de Esquerdas y como avanzadilla nos vamos encontrando antes que los demás con los problemas y con los desafíos.

¿A largo plazo el horizonte es que todas las organizaciones que forman parte de En Marea acaben desapareciendo o mantener las marcas y que funcione como aglutinador que coordine?

Si venimos de muchos años de crítica a la forma partido no tiene sentido deshacer una serie de partidos para construir un nuevo partido igual que los otros. Yo siempre pongo encima de la mesa el asunto de la escala temporal. No podemos obcecarnos en construir cosas que nos van a llevar mucho tiempo de una forma muy rápida. El proceso se tiene que ir decantando. La forma final llegará dentro de unos años. Probablemente haya un espacio único y definido en el que todos y todas nos sintamos plenamente identificados.

El año pasado tuvieron que construir rápidamente la estructura para presentarse a las autonómicas de septiembre. Algunos de los problemas que tuvieron entonces se replican ahora en Catalunya con la construcción de En Comú. ¿Se atrevería a dar algún consejo?

Tratamos de construir organizaciones diferentes, con una forma de entender la sociedad y la actividad política diferente. El problema es que muchas veces nos encontramos con un corsé, que son los tiempos de la política representativa, y nos hace llegar de una forma muy acelerada a cuestiones que tendrían que ser más demoradas.

Yo no les puedo ni les voy a dar ningún consejo a los compañeros catalanes. Además una de las cosas que más he admirado de la sociedad catalana es su capacidad de llegar a acuerdos. Lo que empezó el sábado es histórico y será un espacio que ocupará la hegemonía del ámbito transformador y de la izquierda en Catalunya para muchos años.

¿Creen que están cumpliendo las expectativas de la ciudadanía?

Hemos puesto encima de la mesa una alternativa que la sociedad identifica como tal. Creo humildemente que estamos ocupando con dignidad un espacio que la sociedad demandaba.

En lo que tiene que ver con la acción institucional, el aterrizaje tanto de los que gobiernan como de los que estamos en la oposición fue complejo. El 15M pedía gente normal haciendo política y eso necesitaba de unos meses de aterrizaje, pero los ayuntamientos del cambio están demostrando, con muchas dificultades, ser un ejemplo. Y una cosa que no decimos: cero corrupción. Veníamos de instituciones completamente atravesadas por la corrupción y podemos decir con mucho orgullo que estamos construyendo instituciones donde ya no cabe la corrupción.

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