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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Pedro Sánchez se prepara para que el miércoles el rey le proponga la investidura

Imagen de archivo de la primera reunión sobre la investidura de Pedro Sánchez y Felipe VI (EFE)

Gonzalo Cortizo

En los próximos tres días se despejará la incertidumbre sobre las posibilidades de Gobierno. Felipe VI culminará el martes su segunda ronda de contactos con los portavoces parlamentarios para saber si algo ha cambiado desde el 22 de enero, el día en que Pablo Iglesias dio un paso al frente pidiendo la vicepresidencia mientras Rajoy declinaba la oferta del monarca para ser el primero en intentarlo. En Ferraz pronostican que al final de la segunda ronda Rajoy seguirá en las mismas y el rey llamará a Pedro Sánchez para, probablemente el miércoles, encargarle la formación de Gobierno.

El PP ve cómo todas las puertas se le han ido cerrando en los últimos días. La corrupción masiva que les afecta en Valencia ha hecho imposible para Rajoy jugar la carta de Albert Rivera. Desde Ciudadanos han repetido durante toda la semana que el actual presidente en funciones no cumple los mínimos criterios de calidad que el partido naranja exige en materia de regeneración democrática. El pacto en esa orilla se antoja imposible.

Mientras tanto, Podemos insiste en que quiere gobernar con los socialistas y repartirse los ministerios. Las pocas señales que el PSOE de Sánchez ha emitido al respecto desmienten la posibilidad de cohabitación en Moncloa. El PSOE ha respondido con luz de gas a la oferta de Pablo Iglesias, que continúa buscando el entendimiento, sabedor de que el primero que dé el acuerdo por perdido partirá con desventaja en un escenario de nuevas elecciones.

En este punto es complicado afirmar cuál es el porcentaje real de certeza sobre la posibilidad de acuerdo que tiene cada una de las dos partes. Las fuentes consultadas en ambas formaciones coinciden en que, pese a todo lo que se dice, lo más probable es que el acuerdo nunca llegue a cerrarse. Esta última circunstancia no impide que Pedro Sánchez esté convencido de intentarlo y el rey podría darle este miércoles esa posibilidad: llegar al Congreso para dar un discurso como candidato a la presidencia.

Lo que Ferraz quiere es un Gobierno en solitario sustentado en un acuerdo de Gobierno por escrito, en donde se marque como prioridad la puesta en marcha de leyes que respondan a la emergencia social generada por tantos años de crisis y recortes. Los socialistas quieren que Ciudadanos participe con su abstención en ese acuerdo que pretende mirar “a izquierda y a derecha”. El plan parece imposible, pero esa es una palabra prohibida en este tiempo político. Todos hablan con una calculadora en una mano y un calendario en la otra.

En el caso de Podemos hay otras variables no menos importantes. La dirección prefiere elecciones pero sus confluencias no. Así las cosas, Pablo Iglesias sabe que si vuelve a la casilla de salida, él también tendrá que gestionar el complicado asunto de las baronías.

El candidato a la presidencia con más enemigos en casa

Mientras todas estas piezas se mueven en el tablero, Pedro Sánchez juega otra partida en casa. “Siendo optimistas, diría que tiene a la mitad del partido en contra”, señala un dirigente del PSOE consultado por eldiario.es. La guerra que se libra para descabalgar al líder del PSOE ha quedado hibernada por el movimiento que Sánchez ha puesto en marcha el pasado fin de semana: poner a toda la militancia como escudo humano contra las críticas de los barones.

El acuerdo con Podemos se someterá al voto de todos los militantes. Si llegados a esa consulta los afiliados del PSOE dan luz verde, ¿cómo podrá el Comité Federal frenar a Sánchez? La respuesta es simple: no podrán. Como señala una fuente del PSOE la guerra de Susana Díaz contra Pedro Sánchez está descompensada, sobre todo en lo narrativo: “Los barones no tienen relato y tampoco candidato”.

Dicho lo anterior, el espectáculo del PSOE también se lo pode difícil al rey para pedirle a Sánchez que empiece a caminar hacia el pacto. La guerra en Ferraz es tan evidente que convierte la propuesta de Sánchez en una arriesgada apuesta para el monarca, recién llegado y con la dificultad añadida de proponer a un candidato en clara situación de inestabilidad.

El dueño del reloj

La situación para el PSOE demuestra ahora la importancia que Sánchez le dio al hecho de que la presidencia del Congreso acabase en manos de Patxi López, uno de sus máximos colaboradores. Si el rey le propone como candidato, el del PSOE tendrá en su mano controlar la fecha de las próximas elecciones.

Aclaremos este punto: el reloj para disolver las Cortes empieza a correr el día de la primera investidura. La Constitución dice que si en dos meses desde esa fecha no hay candidato alternativo, los ciudadanos tendrán que volver a pasar por las urnas.

Pedro Sánchez tendrá la posibilidad de controlar esos tiempos con Patxi López. Le conviene que la investidura se agende con urgencia, para apartarse todo lo posible de la fecha impuesta por sus críticos para convocar un Congreso en el que el PSOE busque un nuevo liderazgo.

Por el momento, el líder del PSOE controla los tiempos, siempre y cuando el rey cumpla este miércoles con sus expectativas: encargarle la formación de Gobierno.

Mariano Rajoy tiene serios problemas con la corrupción en su partido, pero ninguna corriente crítica que le pida echarse a un lado. El presidente en funciones apuesta ya por la convocatoria de elecciones y por que sea Sánchez quien se queme en una investidura que pondrá en marcha el cronómetro de los nuevos comicios.

Tras semanas de especulaciones, todo empezará a andar en las próximas horas. El rey no puede esperar más. Se trata de decir un nombre y que todo empiece a rodar.

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