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El PSOE inicia un cambio de su cultura interna tras un siglo de elecciones indirectas

El PSOE abre el debate Oviedo para que los militantes puedan elegir a su líder

Gonzalo Cortizo

Los secretarios generales del PSOE siempre se han elegido en un Congreso del partido. En esas reuniones, quienes mandan son los delegados y quien más delegados atesora, más posibilidades tiene de fijar el rumbo de la dirección. A partir de hoy, las cosas empiezan a cambiar en el partido que todavía dirige Rubalcaba. El PSOE inicia en Oviedo la reflexión interna para abrir la puerta a la elección directa del líder por parte de los militantes. Todo un cambio en una cultura politica de más de un siglo de exitencia.

El principal partido de la oposición, hundido en las encuestas, inicia en la localidad asturiana la primera de sus conferencias con las que pretende retomar el pulso de los tiempos que corren y recuperarse de la lejanía social a la que le sentenció el resultado de las últimas elecciones generales.

Los socialistas debatirán sobre nuevas fórmulas para acercar la política a la sociedad. Habrá propuestas para endurecer la respuesta ante los casos de corrupción y se propondrán soluciones de mejora del funcionamiento de los partidos, así como del Congreso y el Senado.

Sin embargo, el cambio más radical que empiezan a caminar los de Rubalcaba es el que se refiere a su propio funcionamiento interno, quizás el que menor interés pueda generar a día de hoy en los ciudadanos.

La elección del líder del PSOE de modo directo por los militantes impulsará en este partido la puesta en marcha de un “sistema presidencialista”. Según fuentes cercanas al secretario general, el peso de un secretario general elegido por los militantes será mucho más rotundo que el de uno elegido por un Congreso.

No todas las federaciones socialistas ven con buenos ojos la revolución interna. Andalucía es la federación más reacia, tan acostumbrada a dominar con su mayoría de delegados la biografía del PSOE a lo largo de los tiempos. Euskadi, Madrid, Valencia o Galicia son, por el contrario, firmes partidarios.

El debate no es más que un pistoletazo de salida. La reunión de Oviedo no tiene poder ejecutivo alguno, así que la decisión final quedará para la Conferencia política prevista para el próximo otoño. Si en esa reunión se mantiene la apuesta, el PSOE deberá convocar un Congreso para apoyar las nuevas reglas.

El debate se impulsa en medio del peor momento del PSOE y con un Rubalcaba cada vez más discutido y perseguido constantemente por las preguntas de cuándo habrá primarias en un partido a menudo acelerado en dibujar su futuro con prontitud.

A los socialistas les quedan por delante muchas incógnitas por despejar. Si finalmente los militantes eligen al líder, habrá que aclarar quién elige a la Ejecutiva. ¿Será el secretario general designado por los militantes? ¿Será el Congreso socialista?

El debate arranca. Las normas de funcionamiento interno serán revisadas y lo único claro por el momento es que cada vez se acercan más a la multitud los que quieren liderar el PSOE.

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