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Pedro Sánchez cierra el año prorrogando presupuestos y con la incógnita del adelanto electoral

El presidente, Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa de balance del año.

Irene Castro

Pedro Sánchez cerró el año tras el último Consejo de Ministros haciendo un balance triunfalista de sus primeros siete meses en La Moncloa. El Gobierno aprobó este viernes, entre otros asuntos, la revalorización de las pensiones y la ampliación de la prescripción para los delitos sexuales contra menores. “En siete meses el Gobierno ha hecho más que la anterior administración en siete años”, dijo después de prorrogar las cuentas de Mariano Rajoy -aquel presupuesto contra el que votó en la oposición- para tener dinero que gestionar el próximo año. 

La aprobación de las cuentas públicas para 2019 es precisamente la gran incógnita para el Ejecutivo socialista. De poder sacar adelante los presupuestos que pactó con Unidos Podemos para implementar una política económica distinta a la de Mariano Rajoy dependerá la duración de la legislatura.

El año ha venido marcado por la moción de censura que destronó al PP y lo apeó del Gobierno. Sánchez empezó 2018 en la oposición sin unas expectativas demasiado halagüeñas. Y ahora sabe -y lo admite a sus más cercanos- que para él un día en Moncloa es un día ganado a la oposición. Mientras buena parte del partido teme que su enésima demostración de resistencia -sobre todo si esta depende de las fuerzas independentistas- pase una factura irreversible en las urnas durante las próximas autonómicas y municipales que se celebrarán el 26 de mayo.

El presidente defendió en su última rueda de prensa del año que su intención es agotar la legislatura y evitó cualquier especulación sobre la fecha de las generales. Ha dejado de vincular la convocatoria a un fracaso en los presupuestos. Preguntado sobre esa posibilidad, Sánchez se limitó a decir que el Gobierno “trabajará” para que el Parlamento apruebe las cuentas. 

Hace mes y medio sí reconoció que un fracaso en las cuentas públicas acortaría su propósito de llegar a 2020. No obstante, Sánchez se ha cuidado siempre de no fijar una fecha concreta para los comicios mientras en su partido hay opiniones para todos los gustos.

En la celebración de la Constitución, Sánchez alejó la posibilidad de que los comicios sean en marzo: “Seguiremos gobernando”, aseveró. La presentación de los presupuestos en enero hace inviable esa posibilidad. La otra opción por la que se inclinan algunos colaboradores del presidente es que coincidan las generales en un 'superdomingo' con las europeas, autonómicas y locales. Los plazos de la tramitación parlamentaria pueden complicar esa posibilidad. Sánchez confía en sortear el primer paso, que es el debate de la enmienda a la totalidad. Una vez superado, se alargaría el proceso. Para que las generales sean el 26 de mayo, Sánchez tiene como límite finales de marzo para pulsar el botón del adelanto. 

El 'superdomingo' levanta suspicacias en la mayoría de federaciones socialistas. Los principales barones del PSOE no quieren esa coincidencia y temen que la gestión de Sánchez en Moncloa les arrastre en sus elecciones. En las últimas semanas, el presidente les ha tratado de apaciguar con encuentros en la Moncloa. Todos los presidentes y secretarios generales que han visto a Sánchez en las últimas fechas se han quedado la impresión de que su intención es aguantar el máximo, pero en el equipo del presidente creen que sin presupuestos se le complica el relato.

Felipe González tuvo que convocar elecciones cuando el Congreso le devolvió las cuentas de 1993 al no superar las enmiendas a la totalidad y el propio Sánchez presionó a Rajoy con una cuestión de confianza o elecciones anticipadas si fracasaba en la aprobación de los de 2018. El expresidente logró sacarlos adelante en mayo y unos días después vio cómo una moción de censura le echaba del poder. 

La distensión en Catalunya tensa al PSOE

Las alarmas saltaron en el PSOE la noche de las elecciones andaluzas. Ninguno de los analistas de Moncloa supo ver la hecatombe de Susana Díaz. A pesar de que Sánchez cree que hay diversos factores para la caída –hartazgo tras 36 años ininterrumpidos de poder, una campaña de perfil bajo o el castigo a Susana Díaz por su guerra contra él–, un importante sector del partido cree que la gestión del conflicto en Catalunya está detrás de una derrota. 

“La foto con Quim Torra nos hace mucho daño”, asegura una fuente próxima a un presidente regional socialista. Javier Lambán y Emiliano García-Page son los que más distancias han marcado con respecto al apoyo que el PSOE recibe de los independentistas. De hecho, tras la debacle en Andalucía, el Gobierno cambió de estrategia: subió el tono contra la Generalitat y decidió presentar los presupuestos para dejar claro que no tiene ningún acuerdo con ERC y PDeCAT. No obstante, en Moncloa también ven una ventana de oportunidad para que esas formaciones acaben apoyando las cuentas porque consideran que los que fueron sus aliados en la moción de censura no quieren un adelanto electoral. Los presupuestos darían aire a Sánchez. 

Además, en el Gobierno consideran que la situación con la Generalitat ha mejorado. Tras un momento de máxima tensión con el Govern en los días previos a la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona, Sánchez sobrevivió a su presencia en Catalunya con menos incidentes de los que inicialmente temieron y sin ceder ante Torra más allá de en una foto de varios miembros de los ejecutivos. El presidente catalán quería que su encuentro con Sánchez tuviera formato de cumbre o 'minicumbre' entre gobiernos que Moncloa no se podía permitir ya que no se trata de dos estados. 

Incluso en la irrupción de Vox Sánchez ve una oportunidad. A pesar de perder la Junta de Andalucía, el presidente considera que el auge de la extrema derecha moviliza a su electorado, que no se quedará en casa ante esa amenaza. Por ahora el presidente ha lanzado una advertencia al futuro Ejecutivo andaluz, que previsiblemente presidirá Juanma Moreno Bonilla apoyado por Ciudadanos y Vox.

“Si eventualmente se produce ese Gobierno y pone en cuestión o recorta derechos y libertades que están recogidas en leyes aprobadas en Parlamento de España o pone en cuestión la seguridad de las mujeres, el Gobierno de España utilizará todos los instrumentos del Estado para defender la seguridad de las mujeres”, ha avisado sobre la posibilidad de que la propuesta de Santiago Abascal de suprimir la ley contra la violencia de género tenga algún efecto en el pacto de investidura. El PSOE tiene tradicionalmente especial éxito en el electorado femenino. 

Sánchez también considera que el acercamiento de PP y Ciudadanos a la extrema derecha le deja un espacio en el centro. “La España en blanco y negro” frente al reformismo del que presume el Gobierno será uno de los mantras que repetirán los socialistas en los próximos tiempos. Esa pelea ya ha comenzado: “Estar al mismo tiempo en el sentido común y con los extremistas no es posible. Ha llegado el momento en que los distintos grupos decidan de qué lado están”, expresó el presidente, que acusó directamente a Albert Rivera de “abrazar las tesis de la ultraderecha”. 

Con la incógnita de cuándo serán las generales, Sánchez se ha ido de vacaciones con la tranquilidad de que tiene por delante tres meses más en la Moncloa mientras se tramitan los presupuestos y optimista con respecto al “buen comportamiento de

nuestra economía“. ”En siete meses, España ha cambiado a mejor y el 2019 se consolidará el cambio“, zanjó Sánchez en Moncloa mientras sus ministros no saben cuánto tiempo seguirán siéndolo. 

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