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Podemos e IU tienen 70 días para definir su estrategia ante las elecciones generales tras la ruptura

Pablo Iglesias (de espaldas) y Alberto Garzón se saludan en el Palacio de Cibeles. / Mariano Neyra (Archivo)

Aitor Riveiro

Podemos e Izquierda Unida irán por separado en las próximas elecciones generales, al menos en la mayor parte de las provincias españolas. Solo en Galicia y Cataluña hay documentos firmados y publicados que avalan una candidatura conjunta. Pero no hay nada seguro y en ambas comunidades se dan movimientos, de momento muy minoritarios, que podrían dificultarlos. Excepción hecha a estas dos comunidades, la campaña de ambos partidos será independiente. Y necesariamente confrontarán, pese a que en teoría se van a dirigir a electorados distintos. ¿Cómo afrontan las dos organizaciones los 70 días que quedan para los comicios del 20D?

La resaca de la (no) confluencia

Las conversaciones para intentar una lista unitaria descarrilaron el martes 6 de octubre. Pese a la tormenta mediática que levantó la ruptura y al cruce de acusaciones, tanto IU como Podemos quieren dar por zanjada la polémica lo antes posible. Ambas formaciones saben que enredarse en un cruce de declaraciones sobre culpabilidades no lleva a ningún sitio. Y tienen mucho trabajo por delante y poco más de dos meses.

Durante la semana pasada, los dirigentes de ambas formaciones se esmeraron en hacer un relato de las negociaciones y la ruptura que pusiera la carga de la prueba en el lado contrario. Mientras Podemos intentó señalar a Alberto Garzón como el que dio el 'no' definitivo y a su “mochila” como la responsable del desaguisado, el candidato de IU y sus colaboradores pusieron el foco sobre las contradicciones del partido de Pablo Iglesias en sus pactos territoriales y en su pretensión de hacer “fichajes” en lugar de un acuerdo entre organizaciones.

Dicho lo que tenían que decir, optan cada uno por seguir por su lado. Pero la realidad de los partidos a veces se impone a los deseos de sus dirigentes. Y la ruptura tiene consecuencias allí donde parecía que el entendimiento entre ambos era tal que no había marcha atrás posible.

Galicia y Cataluña, atado pero en riesgo

Los acuerdos firmados en Galicia y Cataluña son los únicos que estaban suscritos antes del 6 de octubre. En Galicia la presentación pública fue posterior a las elecciones catalanas pero, tal y como adelantó eldiario.es, el texto del documento político que sellaba la alianza fue cerrado antes de los comicios que supusieron el estreno de Cataluña Sí que es Pot.

Anova y Esquerda Unida quieren salvaguardar el acuerdo ante las autonómicas que tendrán que afrontar en 2016. Ambas formaciones pusieron en marcha su joint venture en 2012 bajo el nombre de Alternativa Galega de Esquerdas y, desde entonces, sus expectativas de voto no paran de crecer. Las mareas gallegas que lograron un gran resultado el 24M son también herederas de aquel acuerdo en el que se empeñaron unas cuantas personas y que parecía flor de un día. Una quiebra del pacto para las generales no tendría que trasladarse a 2016, pero en Galicia creen que es mejor no comprobarlo.

La experiencia catalana, por su parte, no funcionó tan bien como se esperaba el 27 de septiembre. La polarización soberanista deslabazó la estrategia de campaña. En la coalición confían en que el eje sí-no no opere igual el 20 de diciembre y en que la CUP opte, como en 2011, por no ir a las generales. Ahí, Podem-Catalunya Sí que es Pot confía en vender mejor su mensaje. Y con toda probabilidad contará con el apoyo explícito de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y un candidato más conocido y más bregado en mítines, debates y refriegas electorales.

Sin embargo, la ruptura del acuerdo estatal puede pasar factura y generar problemas internos en los partidos que integran la coalición. En EUiA (la marca catalana de IU) ya han empezado, aunque de forma minoritaria. Su coordinador nacional, Joan Josep Nuet, ha salido al paso y asegura en su blog que “el camino de EUiA no debe apartarse de la construcción del Nuevo Espacio y hoy en Catalunya creo que en esa dirección camina Catalunya sí que es pot”, aunque critica sucintamente que Podemos no haya trasladado el pacto a todo el Estado.

La parte positiva para CSQP es que EUiA es el grupo más pequeño dentro de la coalición y que el PSUCviu (la sección catalana del PCE), lo es todavía más. ICV, el otro integrante de la candidatura, es socio de IU a nivel estatal, pero es independiente y su prioridad es Cataluña.

Aragón roto, Comunidad Valenciana en negociaciones

Los otros dos territorios donde las conversaciones para una lista unitaria parecían más avanzadas son Aragón y la Comunidad Valenciana. En el primero, las dudas se despejaron 48 horas después de la ruptura a nivel estatal. Ahora Aragón en Común ha puesto en marcha un proceso de primarias y ha desoído la propuesta de Podemos en la región. Aunque el espacio de confluencia mantiene su oferta a los de Pablo Echenique para integrarse, es un brindis al sol

En la Comunidad Valenciana el bloqueo se produce en Compromís. Los socios de la coalición no se ponen de acuerdo y mientras la militancia del mayoritario Bloc ha votado a favor de concurrir en solitario, la de Iniciativa lo ha hecho en sentido contrario. Y aunque su peso numérico es menor, tiene a su favor la figura de la vicepresidenta de la Generalitat valenciana, Mónica Oltra. Esquerra Unida, por su parte, ya estaba dividida antes del 6 de octubre y sus exiguos resultados el 24M tampoco ayudan. Un elemento que puede ayudar a tomar algunas decisiones es la encuesta de Metroscopia que publicó El País el viernes: Ciudadanos sería la fuerza más votada, pero una hipotética unión Podemos-Compromís-EUPV daría la vuelta a la tortilla.

Una campaña que no acabe en pelea

“Vamos a competir en las elecciones para echar a Mariano Rajoy y a las políticas de derechas”. La frase es de la última entrevista de Alberto Garzón a eldiario.es. Pablo Iglesias bien podría hacerla suya, pues ha expresado la misma idea de múltiples maneras. A la confrontación lógica de dos proyectos distintos en unas mismas elecciones, los estrategas de IU y Podemos no quieren añadir más madera. En otras palabras, evitar que las acusaciones y mensajes que se han cruzado en los últimos días militantes de ambas organizaciones en las redes sociales suban al escenario de los mítines. Ni más pitufo gruñón ni más pollo hormonado.

El candidato de IU ha expresado además su intención de ofrecer una alternativa netamente de izquierdas. Podemos, fiel a la decisión que les ha traído hasta donde están hoy en apenas dos años, insiste en el eje abajo-arriba y en ofrecer propuestas que, como dijo el secretario general, podrían firmar los partidos socialdemócratas de los 80 de toda Europa.

Con todo, Iglesias tendrá que hacer algo que algunos dirigentes de IU creen que no quería asumir: competir con Garzón en Madrid. Allí el diputado por Málaga confía en frenar la caída libre en la que su organización está desde las europeas de mayo de 2014.

El problema de Ahora en Común

Si hay un asunto que preocupa poco a Podemos es el de la marca. El partido de Pablo Iglesias lo tiene claro desde hace un año: irán con la suya. Más complicado lo tiene IU. Su apuesta por Ahora en Común como espacio de confluencia ha sufrido dos duros golpes. La retirada de él de organizaciones que lo dotaban de pluralidad y, sobre todo, el registro como partido político por un grupo de personas que no tiene intención de cederla si esta se usa para competir con Podemos.

El candidato de IU ha reiterado su intención de concurrir a las primarias de Ahora en Común. El PCE también sopesa que su secretario general, José Luis Centella, lo haga en Sevilla. Pero todo indica que a las elecciones de diciembre tendrán que ir con otro nombre e intentar darlo a conocer en apenas dos meses. En la coalición se plantean la opción de utilizar su logo y sus siglas.

El “programa del cambio”

“A nosotros nos exigen lo que a otros no”. La queja es de la cúpula de Podemos. Si para IU el problema es la marca, para Podemos es el programa. Las propuestas que lleve el partido de Pablo Iglesias serán analizadas con lupa por medios y rivales. Ya ha pasado en otras ocasiones y en esta no va a ser distinto.

Quizá por eso el proceso de redacción se ha retrasado un mes sobre lo previsto. El documento final, que será elegido por votación antes de que termine este mes, contará con memoria económica, jurídica y calendario, según ha prometido la responsable de desarrollarlo, Carolina Bescansa.

¿Y después del 20D?

La confluencia asimétrica de las fuerzas rupturistas, unida a la compleja ley electoral y al estricto reglamento del Congreso pueden dejar las negociaciones preelectorales en juegos florales al lado de las poselectorales. Los acuerdos gallego y catalán se asientan sobre la base de una particularidad que algunos quieren que se evidencie en el hemiciclo en forma de grupo propio. Otros prefieren que el reglamento interno de un grupo que aúne a todos permita libertad de voto y acción en cuestiones que afecten a las comunidades en cuestión. En la Comunitat Valencia, sin acuerdo aún, las posturas son similares.

Pero hay otra vertiente. ¿A qué grupo irán los hipotéticos representantes de Izquierda Unida en esas candidaturas unitarias? ¿Al de Podemos o se sumarán a los representantes que logre la coalición en el resto de España? Una opción que empieza a cundir es la de replicar en el Congreso el grupo que comparten en el Parlamento Europeo, el GUE, y donde cada uno tiene libertad de acción. La confluencia, quizá, llegue en 2016.

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