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2017: El futuro de Podemos ya está aquí

Pablo Iglesias, entre Íñigo Errejón y Pablo Echenique.

Aitor Riveiro

2017 será el año que definirá qué y cómo es Podemos en el futuro. Y lo hará de manera inmediata. Después de meses de teorizar y de dudas sobre la fecha, las 450.548 personas inscritas en el partido están llamadas a sentar las bases políticas, organizativas y éticas en la II Asamblea Ciudadana Estatal, que se celebrará el 11 y el 12 de febrero para el nuevo ciclo político. Allí se elegirá también a la nueva dirección que liderará la nueva etapa. El resultado de la consulta que ha marcado las reglas del congreso, lejos de aclarar el camino hacia la asamblea, lo ha enturbiado. La paz navideña permitirá rebajar la tensión y comenzar las negociaciones pero de momento solo hay una incógnita resuelta: Pablo Iglesias no tendrá rival a la Secretaría General de Podemos. El resto está en el aire.

La asamblea se conoce dentro de la organiación como Vistalegre 2, aunque no está nada claro que se pueda celebrar en el mismo recinto donde Pablo Iglesias prometió asaltar los cielos en octubre de 2014. Era la asamblea fundacional de Podemos y la propuesta que lideraba Iglesias logró un respaldo abrumador entre los inscritos que dejó fuera a otros sectores. La dirección resultante no mostraba fisuras y se logró evitar la influencia de Anticapitalistas.

Año y medio después Podemos afronta su II Asamblea Ciudadana con un panorama interno completamente distinto. El llamado equipo promotor se ha desgajado y sus dos principales figuras, Iglesias e Íñigo Errejón, oficializaron sus diferencias al enfrentarse directamente en el reciente referéndum ante las bases. El resultado dibujó un panorama inesperado por unos y por otros: un partido con dos bloques muy grandes casi parejos.

El secretario general sacó adelante su propuesta pero por el camino se dejó una buena parte del crédito interno de su secretario de Organización, Pablo Echenique. El dirigente aragonés sustituyó en marzo de 2016 a Sergio Pascual en uno de los puestos más delicados en cualquier partido. Nueve meses después, su karma en la organización ha bajado, y mucho, sobre todo tras su implicación en la campaña #ÍñigoAsíNo lanzada en plena Nochebuena.

Una reacción del sector afín a Pablo Iglesias a las acusaciones lanzadas desde el bando liderado por Errejón tras la destitución de José Manuel López como portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, votado por el Consejo Ciudadano de la región el día 23 y ratificado por el grupo parlamentario pocos días después.

Ese era el motivo, al menos en apariencia. Pero un día antes el secretario político del partido daba una rueda de prensa tras conocerse el resultado de la consulta interna en la que, exultante, anunciaba su intención de lanzar su propia lista en Vistalegre 2 si Iglesias no se avenía a un amplio acuerdo.

Entretanto, Pablo Iglesias rehacía sus relaciones con Anticapitalistas. Ya en la campaña del 26J lanzó varios guiños al eurodiputado Miguel Urbán y a otros valientes que, dijo en el mitin de cierre, “me han acompañado desde el principio”. Además de Urbán, citó a Juan Carlos Monedero, Luis Alegre y a Tania Sánchez. “Íñigo Errejón y su gente llegaron después”, recordó.

Las diferencias para Vistalegre 2

De los mencionados aquél 25 de junio de 2016 solo Monedero permanece sin dudas al lado de Iglesias. Eso sí: desde fuera. El politólogo no tiene intención de volver a la organicidad de Podemos. Luis Alegre está de salida desde que dejó la secretaría general de Madrid. Tania Sánchez dio el salto en el proceso madrileño y se alineó con Íñigo Errejón en un movimiento que el secretario general se tomó como una afrenta personal.

Miguel Urbán y sus anticapis están en duda. En Madrid acabaron pactando con Ramón Espinar frente a la candidatura liderada por Rita Maestre y Tania Sánchez. Pero mantienen obvias diferencias organizativas con Iglesias, sobre todo en la representación de las minorías.

En este campo están mucho más próximos a Errejón, que ha pasado de ser el máximo abanderado del verticalismo y de los sistemas mayoritarios y plebiscitarios (el que gana se lo lleva todo) a defender la descentralización territorial y la proporcionalidad “pura” en los procesos internos.

Esa “descentralización” ya ha comenzado de hecho. En Andalucía Teresa Rodríguez  (Anticapitalistas) apuesta por un modelo “confederal” y goza de una independencia absoluta para la toma de decisiones. La diputada, auténtica oposición de Susana Díaz en la región, se mantiene como uno de los referentes del partido. Pero sigue con la intención de que su nombre no salga en nada que tenga que ver con lo que ocurre “de Despeñaperros para arriba”. Sobre todo si tiene que ver con Madrid.

La situación en Catalunya es similar pero por otros motivos. Podem no es el “núcleo irradiador” en la comunidad y su destino es terminar diluido (como el resto de partidos) en el nuevo sujeto político que se está articulando alrededor de En Comú. El nuevo partido, que verá la luz con el nacimiento de la primavera de 2017, tiene como rostro visible al diputado nacional Xavi Domènech y como principal referente a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

Iglesias, de salida apuesta, por un sistema más abierto que el actual pero que permita a la Secretaría General seguir manteniendo los resortes para dirigir la organización.

En el plano político las alianzas son distintas. Iglesias sí cuenta con la proximidad de anticapis para poner en marcha una estrategia de populismo de izquierdas, en contraposición a los movimientos xenófobos y de extrema derecha que resurgen en Europa.

La intención es convertir Podemos en un “partido-movimiento” que sirva de herramienta para “construir pueblo” (“cavar trincheras en la sociedad civil”) y movilizar y politizar a los sectores más afectados por la crisis y que, según los estudios sociológicos, tienden a abstenerse o votar al bipartidismo tradicional.

El errejonismo no habla de “populismo de izquierdas”, sino de “populismo progresista”. En una larga entrevista con eldiario.es el secretario político de Podemos exponía su concepción de hacia dónde debe ir el partido. “Como queremos refundar una España nueva, yo no sólo tengo que hablar a nuestros cinco millones”, aseguraba

Ahí radica quizá la principal diferencia entre ambos. ¿Hacia dónde debe crecer Podemos? La respuesta a esta pregunta siente las bases de las demás cuestiones abiertas: qué tipo de organización; con quién se pacta, cómo y cuándo; qué pasa con IU y con Unidos podemos; qué mensajes y qué tono se emplea; para qué vale, si vale para algo, el trabajo institucional cuando no se gobierna; dónde están, quiénes son y cómo se atrae a “los que faltan”.

Y después de Vistalegre, ¿qué?

En esa entrevista, Errejón insistía: “Es el momento de poner las tesis encima de la mesa y ver cuánto de cerca o no estamos en según que cosas”. De esa negociación depende que Iglesias logre presentar en Vistalegre 2 una candidatura conjunta que aúne a los suyos, a los de Errejón y a Anticapitalistas. Y tener una ejecutiva en la que se integren todos.

Los plazos para saber si habrá enfrentamient o no en la II Asamblea Ciudadana de Podemos son muy breves. A finales de enero tiene que estar claro. Y las partes comienzan a echar cuentas sobre la base del sistema electoral que imperará en Vistalegre 2.

Pero será después de febrero cuando empiece el trabajo real del Podemos del futuro. El que tendrá la mirada puesta en el próximo, e intensísimo, ciclo electoral. Adelantos electorales mediante, entre mayo de 2019 y junio de 2020 se celebrarán municipales, autonómicas, europeas y generales. Además de las andaluzas y catalanas -2019- y gallegas y vascas -2020-, que siguen su propio calendario.

Un calendario apretadísimo aunque todavía lejano, lo que permite a Podemos caminar con paso más lento a partir de marzo en su construcción interna. Y dejar de hablar del “adentro” para retomar la conversación sobre el “afuera”, que fue lo que permitió la fulgurante aparición, consolidación y crecimiento del partido desde las europeas de 2014.

Sí tendrá que acelerar en el otro flanco que mantiene abierto el partido: su relación con los demás partidos que se integran en Unidos Podemos. Especialmente con la IU de Alberto Garzón. Este debate se ha aparcado ante las diferencias que, una vez más, mantienen Iglesias y Errejón al respecto y que tendrán que dirimir los inscritos en la asamblea de febrero si ambos no alcanzan un acuerdo previo.

La tesis de Iglesias es favorable a mantener la alianza con IU de forma general. Y avanzar en lo orgánico, aunque sin definir cómo. “Unidos Podemos ha venido para quedarse”, dijo tras el fiasco del 26J el secretario general de Podemos.

Garzón también es favorable a profundizar en el nuevo espacio político que, como resaltaba recientemente en una carta dirigida a los militantes de IU en la que habla del hecho “histórico” de que se haya constituido un universo a la izquierda del PSOE capaz de disputarle la hegemonía.

Íñigo Errejón es más reticente a una alianza general y prefiere estudiar caso a caso las bondades de concurrir juntos a las elecciones. Lo que sí tiene clara es su apuesta por una clara separación orgánica. El secretario político defendió un “Podemos independiente” cuando se supo que abogados de su partido habían registrado ante el Ministerio del Interior la marca “Unidos Podemos”.

Podemos cierra 2016 y aparece, de súbito, en un proceso de refundación del que llevan hablando meses y para el que apenas quedan días. 

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