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La disputa por la segunda plaza marca la estrategia de Unidos Podemos y PSOE en la última semana de campaña

Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias, antes del debate a cuatro del pasado lunes.

Aitor Riveiro / Irene Castro

“Felipe González tiene el pasado manchado de cal viva”. La frase que Pablo Iglesias pronunció dos veces en la primera sesión del debate de investidura de Pedro Sánchez marcó un punto de inflexión en la actitud de Podemos hacia el PSOE. Tras aquella afirmación, que le valió reproches de su círculo más cercano, Iglesias cambió el tono hacia los socialistas hasta el final de la exigua legislatura. Atrás quedaron la “sonrisa del destino” y, aún más atrás, la asimilación de PSOE y PP de los primeros meses de Podemos.

En la campaña del 26J, cuyo único aliciente parece ser determinar la relación entre ambas formaciones, las tornas han cambiado. Ahora es Pedro Sánchez quien arremete contra Podemos mientras Iglesias le tiende la mano. La estrategia de ambos parece clara. Y se mantendrá hasta las elecciones.

La estrategia que definió el directorio de campaña de Podemos tenía un objetivo claro: polarizar la campaña con el PP. Las líneas argumentales de los actos e intervenciones públicas de los candidatos tanto del partido de Iglesias como del resto de actores de Unidos Podemos pasan por situar al PP como el adversario y con quien se jugarán la victoria el 26 de junio, al menos en votos. A Ciudadanos se le dibuja como una copia del PP que, además, ha quedado al margen de la competición. Y el PSOE es el aliado necesario para gobernar.

El pasado mes de mayo Pablo Iglesias señalaba como “históricamente necesario en España” el entendimiento entre Podemos y el PSOE. Esta misma semana, Alberto Garzón abundaba en la idea: “Nuestro objetivo es transformar la sociedad y vamos a necesitar al PSOE para esa tarea”.

Iglesias y los demás portavoces de Podemos han insistido hasta la saciedad que del 26J saldrá una propuesta de Gobierno de coalición con el PSOE que tendrá que encabezar quien logre más votos. Para conseguir que sea su formación la que lo lidere, necesitan tanto atraer a electores de la órbita socialista, bien sean votantes activos, abstencionistas o intermitentes, como mantener los puentes tendidos con quien prevé que será, sí o sí, socio en la próxima legislatura.

“En ningún mitin habrá contenido que pueda convertirse en un arma arrojadiza”, aseguran a eldiario.es fuentes de la dirección de Podemos. En los grandes actos, que se han reducido en esta campaña para dar prioridad otros formatos, se hacen referencias siempre positivas hacia el PSOE. Fue el caso del mitin de Palma del pasado jueves, por ejemplo. “Normalmente se menciona en clave de tender la mano y de gobernar juntos”, señalan las mismas fuentes.

Fue la misma estrategia que Iglesias desplegó en el debate a cuatro y que tuvo su máximo exponente en los susurros que, fuera de plano, se oían de boca del candidato de Unidos Podemos mientras Pedro Sánchez arremetía contra él en uno de sus turnos: “No soy yo, Pedro. El rival es Rajoy”.

El PSOE también mantendrá su estrategia. “Nos dirigimos a muchos sectores, pero fundamentalmente a gente que nos consta que tiene mucho desencanto con Podemos”, aseguraban fuentes del PSOE pocos días antes de que arrancara la campaña. Dos semanas después, desde el Comité Electoral socialista no tienen previsto hacer cambios en su estrategia y centrarán su mensaje en convencer a los indecisos y en robar a Iglesias votantes desencantados.

El PSOE está convencido de que Unidos Podemos no tendrá más escaños. De ahí los mensajes que apuntan a que tendrá que gobernar quien más apoyo parlamentario recabe, como el famoso tuit de Jordi Sevilla que tanto ruido provocó el miércoles.

Los socialistas confían en mover a su favor entre dos y tres puntos de participación en la semana que queda de campaña y evitar el temido sorpasso. Incluso apuntan a que la visualización de ese fenómeno (el adelantamiento de Unidos Podemos) jugará a su favor porque servirá para movilizar a sus votantes. La dirección socialista se aferra a las encuestas, pero solo al dato del porcentaje de indecisos. La estimación de votos, creen, no es fidedigna: “En las encuestas, hay un factor de corrección muy grande a favor de Podemos porque en las del 20D se quedaron cortos y sobrevaloraron a Ciudadanos”, sostienen las mismas fuentes del Comité Electoral.

Esa desconfianza desaparece en el momento de analizar el porcentaje de indecisos, que sí se creen. “Todas las encuestas hablan de entre un 20% y un 30% de indecisos. Entre dos y tres millones de indecisos”, apuntan desde el PSOE. En esos dos o tres millones “hay un eje en común”, que es el PSOE. “Podemos no puede sacar a nadie de la abstención”, zanjan.

En Podemos son conscientes de que para el PSOE es clave no desvelar sus prioridades de pactos postelectorales, tal y como se evidenció en el debate a cuatro cuando Pedro Sánchez esquivó varias preguntas directas al respecto. Si se inclinan por el PP o Ciudadanos, sus bases pueden huir; pero si se decantan por apoyar a Podemos, apuntan desde la dirección de Pablo Iglesias, algunos pueden optar por apuntalar a quien va por delante en las encuestas como vacuna al PP.

Encajar los golpes

La consigna en Podemos es encajar los golpes que lleguen desde el PSOE. Salvando las distancias es una situación como la que se vivió en la campaña del 20 de diciembre con IU. Aunque entonces, como recuerdan sus hoy aliados, Alberto Garzón se estaba jugando la mera supervivencia de su proyecto.

“No vamos a caer” en la provocación, apuntan desde la dirección del partido de Iglesias. “Salga quien salga, ya sea González o Corcuera”, añaden. Su intención es mantener el tono tranquilo de la primera parte de la campaña, con actos que muestren “alegría, sonrisas, primavera”. “Se trata de decir las cosas de otra manera, de ser igual de duro pero con otras formas. De feminizar la política”, explican.

Como toda regla, hay una excepción. Precisamente la de Felipe González y lo que representa el expresidente del Gobierno. “Es un hombre del régimen que ha terminado en un consejo de administración, que defiende la gran coalición y que no apostaría nunca por un Gobierno de coalición de izquierdas”, justifican desde Podemos.

La figura del exlíder del PSOE se contrapone a la de quien logró recuperar el Gobierno para el PSOE: José Luis Rodríguez Zapatero. Las alabanzas de Pablo Iglesias hacia el expresidente del Ejecutivo se han interpretado como un intento de dividir al socialismo pero desde Podemos señalan que la intención nunca fue dar ese titular, aunque son plenamente conscientes de la distancia de Zapatero con Pedro Sánchez.

El equipo de Iglesias justificas las buenas palabras hacia Zapatero en que creen que él sí apostaría por una alianza con Podemos tras el 26J y recuerdan que el secretario general de Podemos ya dejó escrito que hay una diferencia entre el Zapatero de la primera parte de su mandato y el de después del fatídico mayo de 2010.

“Nuestras palabras no legitiman al ZP del 135”, zanjan en referencia a la modificación de la Constitución que PSOE y PP acometieron en un fin de semana de agosto de 2011 para, como han denunciado infinidad de ocasiones desde Podemos, anteponer el pago de la deuda al Estado del bienestar.

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