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Pollini, el pianista “perfeccionista” que no sabe por qué nunca ha compuesto

Pollini, el pianista "perfeccionista" que no sabe por qué nunca ha compuesto

EFE

Madrid —

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Cuando Arthur Rubinstein escuchó en 1960 al que es ahora uno de los pianistas más importantes del mundo, Maurizio Pollini, dijo que aquel joven sonaba mejor que cualquiera de ellos. Su perfeccionismo, dice a Efe en vísperas de tocar en el Real, es una realidad pero él, sobre todo, persigue la calidad.

“Dicen que soy un perfeccionista. Bien, tengo que aceptarlo, pero de verdad que ese no es mi objetivo. Es una bellísima palabra la perfección pero es menos rica, tiene menos matices, que el concepto de búsqueda de la calidad. Mi ansia es la obvia, la de comprensión del autor y ahondar en su espíritu y trasladar su escritura con honestidad”, explica en una entrevista con Efe.

Pollini (Milán, 1942) interpretará el próximo domingo en el Real, al que vuelve tras su concierto de hace cinco años, un programa dedicado a dos genios del repertorio pianístico, Frédéric Chopin, con el Preludio en Do sostenido, las baladas 2 y 3, las cuatro mazurcas y el Scherzo 3, y Debussy, de quien tocará también su primer libro de los preludios.

Chopin, al que lleva en su “adn” desde que con 18 años ganara el concurso que lleva su nombre en Varsovia, y en el que el “gran, gran” Rubinstein dijo tras escucharle que ningún miembro del jurado estaba a su altura, es un compositor al que, asegura, “no se puede sustraer”.

“Su escritura está hecha de modo maravilloso; es de una extraordinaria profundidad y, claramente, uno de los autores fundamentales de mi repertorio”, dice este “archi aristócrata” del piano.

Tras haberlo escuchado “todo” y, sobre todo, haber estudiado composición, nunca se le ha ocurrido escribir ni una nota: “No se por qué no lo he hecho. La verdad es que no tengo una buena respuesta”, confiesa el artista, que ha cimentado su fama internacional en interpretaciones increíbles de clásicos como Chopin o Beethoven pero también de contemporáneos, de Boulez a Stockhausen.

En el Real, donde ya ha actuado varias veces, estarán solos en el escenario él y su piano. “Hay una gran diferencia entre tocar con un director de orquesta y hacerlo en solitario. Cuando entra en juego otro músico todo puede enriquecerse mucho y hacer una cosa bellísima, fantástica”.

“Pero -advierte- también puede no funcionar en absoluto” y ser un desastre, no hasta el punto de querer estrangular al director, “pero...”, se ríe a carcajadas.

Su interés fundamental en la vida es la música, y su carrera ha estado abierta tanto a los compositores clásicos como de los del Novecento, pero también a una implicación política sin desmayo.

“No soy un político ni un economista. La palabra hay que dársela a ellos, pero lo que para mí es fundamental es el papel de la Unión Europea en el futuro del continente”, subraya sin evitar la tentación de “manifestarse”.

Piensa de Silvio Berlusconi “lo que todos piensan”, es decir, apunta, que “es un personaje que ha demostrado cómo de terrible puede ser la corrupción. Espero -desea- que los italianos se den cuenta pronto”.

A pesar de una carrera llena de honores y premios, Pollini no había recibido nunca un doctorado honoris causa y será la Universidad Complutense la que rompa el fuego, el próximo lunes en Madrid.

“No estoy nervioso por eso. Me produce más tensión tocar para el público porque siempre debes dar algo más”, afirma.

La Complutense ha concedido a Pollini el reconocimiento “no solo por ser el más grande pianista del la actualidad” sino por su condición de “intelectual integral que, cuando interpreta, se enfrenta con los problemas cruciales de la condición humana”.

“Bueno, es un gran honor y son muy generosos, pero tampoco será para tanto”, se ríe de nuevo.

Por Concha Barrigós

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