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El ganador del Premio Josep Pla imaginó una Cataluña sin la Guerra Civil

El ganador del Premio Josep Pla imaginó una Cataluña sin la Guerra Civil

EFE

Barcelona —

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El escritor Albert Villaró advierte que, cuanto menos se sepa de “Els ambaixadors”, la novela con la que anoche ganó el Premio Josep Pla, mejor. Solo avanza que en ella imagina una Cataluña que no ha vivido la Guerra Civil y que en 1949 es “un país europeo normal, como Holanda”.

Andorrano, nacido en La Seu d'Urgell (Lleida) en marzo de 1964, cuenta, en una entrevista con Efe, que empezó a trabajar en la novela hace ocho años, cuando en Cataluña no existía la efervescencia política relacionada con el derecho a decidir ni se hablaba de una consulta para 2014, con lo que pide que no se vea ninguna vinculación con el momento actual.

Comenta que el detonante para iniciar la escritura fue la fascinación que siente como historiador desde hace años por el general Domingo Batet, quien tras negarse a secundar la sublevación militar que llevó a la Guerra Civil, en 1937 fue “fusilado de manera abominable” en Burgos.

“Els ambaixadors”, una ucronía en la que no tiene lugar la Guerra Civil española y la joven República catalana, presidida por el democristiano Manuel Carrasco i Formiguera, se recupera de la invasión alemana en 1949, empieza con el general Batet afeitándose en Capitanía, ante un espejo, el 6 de octubre de 1934, intuyendo que tres años más tarde será fusilado por sus compañeros de armas.

Ante este hecho “sobrenatural”, Villaró imagina que el militar no reprime ese día la proclamación del Estado catalán por parte de Lluís Companys, lo que “origina un pequeño conflicto, porque, de lo contrario, no habría novela, pero no hay ni Guerra Civil y sí hay Segunda Guerra Mundial, pero con un desarrollo diferente al que tuvo en realidad”.

Con un ritmo trepidante y trazos cinematográficos, según le han comentado algunos de los primeros lectores del manuscrito, de más de 600 páginas, el también archivero y arqueólogo indica que mezcla personajes reales con otros de ficción, como el protagonista, el seminarista Farràs, un hombre nacido en la remota localidad pirenaica de Tor en 1914.

Reconociendo que escribe siempre sin esquemas, a chorro, subraya que no ha armado una novela de tesis, aunque sí “un ejercicio metahistórico”, en el que, en cierta medida, tiene un recuerdo para su padre, también nacido en 1914 como Farràs, y que había acompañado por diversas poblaciones catalanas a Carrasco i Formiguera y a Miquel Coll Alentorn, puesto que la familia comulgaba con las ideas de Unió Democràtica.

Por otra parte, la Cataluña de 1949 que dibuja cuenta con intelectuales y artistas como Pau Casals y Antoni Rovira i Virgili, personajes que después de la Guerra Civil tuvieron que exiliarse.

“En todas las sociedades hay siempre personas, comportamientos individuales, que provocan cambios. Mandela, Gandhi son ejemplos de catalizadores, detonantes que ordenan nuevas corrientes”, apunta.

Asimismo, no esconde que se trata de una historia de espías, con amigos, enemigos, pasiones, dudas y desfallecimientos.

Respecto al hecho de obtener un premio que homenajea a Josep Pla, Villaró asegura que tiene siempre al escritor ampurdanés “como un referente estilístico, por cómo explica y construye el mundo y cómo se explica a sí mismo”.

En cuanto a si ya tiene pensado a qué destinará el importe del premio, responde que todavía no, pero no adquirirá otra guitarra barroca -la música es otra de sus grandes aficiones- como hizo cuando ganó el premio Carlemany en 2006.

Con anterioridad a esta novela, Albert Villaró había publicado la recopilación de historias “La Selva Moral”; y las novelas “Les ànimes sordes” (2000); “Obaga” (2003); “L'any dels francs” (2003), premio Néstor Luján de novela histórica; “Blau de Prússia”, ganadora del premio Carlemany en 2006; “La primera pràctica” (2010) y “L'escala del dolor” (2012).

Por Irene Dalmases.

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