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“Hay que aprender de la República y también de sus errores”

Rafael Escudero / Foto: Marta Jara

Gema Llamazares

¿Cómo y con qué propósito nació este libro?

El libro nació en unas circunstancias diferentes a las que se dan ahora cuando se ha publicado, fue un encargo que me hizo Manuel Fernandez Cuesta cuando era editor de Península, recientemente fallecido antes de verano. Me encargó este libro en 2007, en el que comparasemos la Constitución de la República con el régimen politico actual, ya que habia un intento del entonces partido en el Gobierno, el PSOE, de reivindicar los preceptos de la República pero sin tocar la Monarquía.

El objetivo inicial era comparar para ver en que se parecian y en que se diferenciaban pero con la llegada de la crisis todo cambió, se puso de manifiesto también una profunda crisis institucional que afectó al libro y ahora se pretende, siguiendo con la idea inicial de comparar, poner de manifiesto esos puntos de la Constitución actual que nos han llevado a la situación en la que estamos y volver la mirada a la situación republicana para ver qué aspectos son importantes, nos pueden ayudar, para un futuro proceso constituyente que tiene que darse en España.

¿Qué aspectos de la Constitución del 31 se han perdido en la del 78 y podrían ayudar a la situación actual del país?

Para empezar, la creencia en que la Constitución “es algo más que un texto jurídico”, como decía Manuel Azaña, en que es el resultado de un equilibrio de fuerzas de una sociedad, es la forma en la que sentar las bases sobre las que queremos construir una determinada sociedad. El del 31 es un texto radicalmente transformador, que buscaba romper con la España de la época, mientras que por otro lado la Constitución del 78 es de transición, quieren mantener el estatu quo, pasar a una democracia formalmente representativa pero sin que quienes conservaron el poder y los privilegios durante el franquismo los pierdan.

La Constitución del 31 tiene más elementos de democratización y de participación ciudadana, de lo que llamamos hoy 'democracia directa', que no contiene la del 78. Nosotros tenemos un poder claramente escorado hacia el Gobierno, que dirige todo, mientras que la Constitución republicana hacía recaer el poder en el Parlamento.

En cuanto a derechos, la Constitución del 31 era rompedora, contenía derechos sociales, partía de la base del principio de igualdad hombre-mujer, igualdad formal y material entre ambos sexos. Nuestra Constitución en cambio es muy timorata, es más, algunos derechos sociales como la vivienda y el trabajo no son derechos exigibles ante los tribunales, son meramente principios rectores.

En cuanto a la educación, la República planteaba un modelo de educación pública obligatoria, en el 78 tenemos, en cambio, un modelo de educación concertada donde el Estado subvenciona algunos colegios privados e incluso religiosos. Este es otro punto importante, la relación iglesia-estado; la Constitución del 31 planteaba un Estado laico, donde la religión quedaba fuera del espacio público, sin embargo, la del 78 plantea un modelo de Estado no confesional pero donde se dice que los propios poderes públicos deben mantener relaciones de cooperación con las iglesias y en concreto con la iglesia católica.

¿Qué diferencia el proceso constituyente de la Constitución republicana de la monárquica?

Hay que tener en cuenta que la diferencia fundamental es que el proceso constituyente del 31 nace cuando las opciones republicanas ganan las elecciones y el rey se marcha del país, por tanto es un proceso de ruptura, rompe con toda la situación anterior y se realiza en el Parlamento donde se crea una comisión parlamentaria y esas cortes se convierten en cortes constituyentes , unas cortes creadas “ad hoc”, específicamente para ello.

Mientras que por otro lado, la constitución del 78 nace de un pacto entre una parte de la oposición antifranquista y los propios grupos de poder que provienen del franquismo. Es decir, por una parte tenemos una ruptura y por otra tenemos un pacto, una transición; y esto determina su contenido y cómo se hizo el proceso.

Según usted, entonces, ¿tiene la crisis política y ética de la monarquía unos fundamentos constitucionales?

Por supuesto que sí. El problema está en que durante estos años de falsa riqueza, de bonanza, no afloraron estos problemas, pero cuando viene la crisis y la burbuja inmobiliaria se ha pinchado, es ahora cuando echamos un vistazo a la Constitución actual y vemos que no nos ayuda, que no sirve para ayudar al pueblo.

En ese momento, crear una corona completamente impune que no tienen que rendir cuentas a nadie, con poderes que no tienen reflejo en responsabilidad alguna, pues no pasaba nada, es ahora cuando vemos los fastos de la Monarquía, cuando nos damos cuenta de que si hubiéramos tenido otro sistema quizás esto no hubiera pasado. A parte que si somos demócratas, deberíamos serlo hasta el final y la institución primera del Estado, no puede estar elegida conforme a unas leyes genéticas. Tal y como se estructuró el sistema, es ahora, años después, cuando vemos las consecuencias.

¿Podrían aprender algo los dirigentes políticos actuales de la Constitución Republicana para dar una respuesta a la situación de España?

Sí, primero, como he comentado antes, la necesidad de saber que la Constitución es un elemento a partir del cual transformar la realidad, es un instrumento que puede imponer normas. Si los dirigentes actuales echaran la vista atrás verían que los dirigentes republicanos fueron valientes, capaces de enfrentarse a la realidad que estaba destruyendo España, y cambiar radicalmente la situación a través de una Constitución que puso los mimbres para una ciudadanía crítica, igualitaria, responsable y una sociedad mucho más justa.

El pueblo también debería echar la vista atrás para recordar la experiencia republicana que fue olvidada con la Consitución del 78 que se nos presentó como algo excelente. Y también, teniendo en cuenta las manifestaciones por parte de dirigentes del Partido Popular de este verano comparando la bandera falagista con la republicana y asemejando los regímenes, para aprender lo que realmente significó; hay que aprender de la República y también de sus errores.

¿Podría aportar algo la Constitución Republicana al debate de Cataluña?

En líneas generales el punto más defectuoso de la Constitución del 31 fue la cuestión territorial. La España moderna siempre se ha movido entre el centralismo y las autonomías , pero la opción española solía ser siempre la centralista y la República no fue capaz de enfrentar radicalmente la cuestión territorial y lo que intentó fue una especie de solución intermedia que no satisfizo ni a unos ni a otros, que fue lo que llamaron el Estado Integral, que significaba conjugar el principio de soberanía del estado central con autonomía de las regiones que así lo solicitaran.

La República intentaba conjugar el modelo de autonomías con el modelo centralista y no supo atacar realmente la cuestión territorial. Además, los pocos avances que hubo en materia de descentralización fueron arrasados por el franquismo posteriormente. La Constitución del 78 copia esto de la del 31 por lo que desde ninguna de las dos se puede abordar el tema de Cataluña.

Según lo que comenta en su libro sobre la crisis y su fundamento constitucional, ¿tienen los recortes en educación y cultura también una base constitucional?

Una base constitucional exactamente no, sino que la Constitución no impide que se produzcan estos recortes. Hay que tener en cuenta que salvo la educación, los derechos sociales en la Constitución del 78 no son derechos, aunque se llaman así 'retóricamente', en realidad son principios rectores de la política social económica, porque no generan obligaciones para los poderes públicos, no tienen ataduras, se ven libres para recortar en lo que quieran, incluso en educación.

Y aquí está el problema, las constituciones nacieron para proteger al ciudadano frente al poder público, establecieron líneas rojas que los gobernantes no podían sobrepasar, y en materia de derechos sociales nuestra Constitución no establece límites, con lo que el Gobierno puede dedicar los recursos a lo que quiera y si decide recortar en educación universitaria, dado que además esta no forma parte de la educación pública gratuita y obligatoria, pues recorta.

En cuanto a la recuperación ética de la política, ¿podría ser también un tema constitucional y encontrarse en la Constitución del 31 alguna solución a la que recurrir?

Sí, fundamentalmente en los mecanismos de control, porque en la Constitución Republicana se ejercen más y lo que la ciudadanía está demandando ahora mismo es un control a los gobernantes más allá de las elecciones periódicas cada equis tiempo.

España sigue siendo el único país de la UE que no tiene una ley de transparencia y rendición de cuentas. Ahí estaba clara una vez más la opción de la Constitución republicana por el parlamentarismo, pero sin embargo ahora nos encontramos con que cada equis tiempo tenemos unas elecciones donde un sistema electoral profundamente mayoritario y nada proporcional determina que dos partidos controlen las instituciones y además esos dos partidos controlan no solo el Gobierno y el Parlamento sino que controlan todas las instituciones, se reparten los cargos entre los dos partidos mayoritarios sin que los ciudadanos tengamos voz ni voto en ello.

Aquí una vez más, deberíamos volver a la experiencia republicana para ver como concebía el rol del gobernante, los mecanismos de control que se establecían, e intentemos impulsarnos en ese futuro sistema que más tarde o más temprano tendrá que venir.

En el libro se habla también de los avances en materia de igualdad que se hicieron durante la República y de cómo ahora se está volviendo a un “nuevo resurgir del patriarcalismo”, ¿a qué cree que se debe?

Pasa lo mismo que con los derechos sociales, no tiene un fundamento constitucional pero no hay un límite en la Constitución, puesto que se apostó todo al concepto de igualdad formal (art. 14 de la C.E.), y esto se ha demostrado claramente insuficiente porque el hombre y la mujer en la sociedad española no parten en posición de igualdad. Tenemos una desigualdad de partida, en materia laboral, educativa, en materia política,etc. Entonces claro, un principio de igualdad formal ante una situación real de desigualdad, no soluciona el problema, sino que necesita, y seguimos necesitando, políticas de igualdad real.

En los últimos años se han empezado a aprobar algunas políticas, pero aún así las cifras de violencia de género son alarmantes, siguen subiendo y la desigualdad en las empresas no se reduce. Por tanto, la acción legislativa no es suficiente y si el texto costitucional no obliga a realizar politicas reales de igualdad, esta igualdad no se va a producir nunca y menos mientras gobierne el Partido Popular. Y es normal que dada la situación de crisis, desempleo, desestructuración y pobreza del país, resurja ese patriarcalismo.

Entonces para usted, ¿cúal es la solución a los problemas que vive España ahora mismo?

Primero hay que generar una conciencia ciudadana, es decir, en términos del comunista italiano Gramsci, “generar hegemonía”, necesitamos que en la sociedad se vaya extendiendo la concepción de que necesitamos una sociedad y una ciudadanía democrática, abierta, participativa, responsable, e igualitaria. Una vez tengamos esa conciencia entonces será necesario abrir un proceso constituyente porque el sistema actual se resquebraja por los cuatro costados.

Prólogo de “Modelos de Democracia”

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