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Cuando Rajoy quiso evitarle a Ana Mato sus hilitos de plastilina

Ana Mato (EFE)

Gonzalo Cortizo

A Rajoy siempre le perseguirá aquella frase que pronunció en 2002 en la que resumía la catástrofe del Prestige afirmando que se trataba de “cuatro hilitos de plastilina”. El presidente del Gobierno siempre dice que aquel dato se lo habían trasladado los técnicos y que él se limitó a reproducirlo ante la opinión pública.

Esos cuatro hilitos contaminaron más de 3.000 kilómetros de costa y Rajoy aprendió la lección. La enseñanza de aquel sonoro fiasco fue clara para el político gallego: “Si los técnicos tienen los datos, que hablen los técnicos”.

De aquel aprendizaje político nace la decisión de Rajoy de sentar a Ana Mato en el banquillo durante la crisis del ébola. Salvando las enormes distancias entre un caso y otro, las estrategias son equiparables. Máxime, si en la situación actual la prioridad del Gobierno ha sido la de evitar la alarma social que se daba por supuesta en una alerta médica relativa a una enfermedad incurable y a la primera muerte por ébola registrada en territorio europeo. Moncloa fue quien decidió que Ana Mato no compareciese ante los medios de comunicación, tras decidirse el traslado del sacerdote español infectado por la enfermedad. Para sustituir a Ana Mato compareció Mercedes Vinuesa, directora general de salud pública que además de alto cargo es doctora en cirugía.

La ministra decidió tomarse la prudente recomendación de su jefe en su máxima expresión y se fue a la playa. Mato visitó Madrid durante unas horas para hacerse una foto. La evolución de Miguel Pajares, hasta la noticia de su muerte, la siguió desde la localidad gaditana de El Puerto de Santamaría, en donde posee una casa en la que pasa habitualmente sus vacaciones de verano con su familia. La decisión de la ministra de no quedarse en Madrid quebró en buena medida la lógica de la orden dada por Rajoy. Mientras las noticias sobre la evolución de Pajares escaseaban todos se preguntaban “¿Dónde está Ana Mato?”, “¿tiene el presidente confianza en la competencia de su ministra?”.

La ministra decidió volver a Madrid para el funeral del sacerdote Pajares. La declaraciones de Mato a las puertas del hospital San Rafael (donde se celebró la despedida del religioso) no podrían sonar más exculpatorias: “Lo importante no es el protagonismo de un ministro sino la gestión en sí”. Mato insistió, ante la prensa, en que ella estuvo personalmente al corriente de toda la gestión de la crisis.

Sin embargo, en apenas un minuto ante las cámaras Mato estuvo a punto de darle toda la razón a Rajoy sobre la estrategia de “políticos callados en situación de crisis”. Los periodistas preguntaron a la ministra que si, tras la muerte del religioso, el Hospital Carlos III había sido convenientemente desinfectado. “Seguramente sí”, contestó.

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