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Rajoy cumple su primer año de mandato con un grupo parlamentario totalmente 'manso'

El portavoz parlamentario del PP, Alfonso Alonso, en el Congreso. / Efe

Carmen Moraga

Hace ahora justo un año, Mariano Rajoy hacía su entrada triunfal en la primera reunión que mantenía con su grupo parlamentario en el Congreso momentos antes de su investidura como presidente del Gobierno. Los 185 diputados que le otorgaban una holgada mayoría absoluta le recibieron puesto en pie con una cerrada ovación. Un año después a Rajoy nadie se atreve a toserle aunque a algunos les queden ganas de hacerlo. Todos siguen aplaudiendo a rabiar al presidente mientras se regocijan al ver los líos internos que tiene Rubalcaba. Incluso sus antiguos críticos aseguran estar “encantados” en sus puestos.

En la legislatura pasada el PP estaba en la oposición. La ahora todopoderosa vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se hizo con las riendas de un grupo parlamentario difícil de manejar en donde se sentaba un ramillete de diputados ‘críticos’ que ponían en entredicho el liderazgo de Rajoy, unos públicamente y sin tapujos, como Juan Costa, Gustavo de Arístegui y Gabriel Elorriaga, y otros, discretamente, sin aspavientos. Como Eduardo Zaplana -que abandonó enseguida su escaño para fichar por Telefónica- ; Ángel Acebes – que aguantó casi hasta el final de la legislatura para marcharse también a la empresa privada- , o el que fue su número dos en Interior, Ignacio Astarloa, que repitió en las listas, al igual que Elorriaga, mientras Arístegui se quedaba fuera, aunque luego fue nombrado embajador en la India. También se etiquetó entre esos ‘descontentos’ con Rajoy a Carlos Aragonés, esposo de Lucía Figar, y a Cayetana Álvarez de Toledo, ex jefa de Gabinete de Acebes, extremo que al menos ella niega con enfado sin querer hacer comentarios.

El grupo parlamentario ahora están en manos de Alfonso Alonso, un político curtido en la política municipal -fue alcalde de Vitoria 8 años-, de carácter tranquilo, modales educados y de la absoluta confianza de Sáenz de Santamaría, con la que trabajó como portavoz adjunto en la anterior legislatura. Alonso está satisfecho en su puesto. El hecho de que el PP esté en el Gobierno y encima con mayoría absoluta, le garantiza la paz interna y le crea pocos problemas a la hora de cerrar acuerdos, ya que Rajoy, cuya soledad parlamentaria es patente, ha demostrado que le da igual no tener apoyos a sus medidas. Gobierna por decreto y punto. Los portavoces de otros grupos, en su mayoría, le respetan pero creen que el portavoz del Grupo Popular no tiene influencia y no goza de mucho margen de maniobra a la hora de cerrar posibles acuerdos.

Alonso reconoce que está “contento con el funcionamiento del grupo”, en donde hay muchos parlamentarios nuevos. De todos ellos, veteranos y nuevos, destaca la “actitud enorme de responsabilidad” que han adoptado “en estos tiempos difíciles frente a las duras medidas que se ha visto obligado a tomar el Gobierno, que a ninguno nos gustan pero que son necesarias para rebajar el déficit, que es nuestra prioridad más absoluta”. Sobre el abuso de decretos, afirma que “es lógico cuando se viven tiempos de emergencia. Zapatero también lo hacía”, se justifica, sin reparar en que el presidente ha batido todos los records con cerca de una treintena aprobados en un solo año frente a la escasa decena de Zapatero y que fueron tan criticados por el PP. Dentro de la dirección del grupo destacan el papel que juega José Luis Ayllón, secretario de Estado para las Relaciones con la Cortes, con el que la relación es “muy buena”.

También José Antonio Bermúdez de Castro, secretario general y número dos de Alonso, presume de “cohesión interna” pese a opinar que controlar a un grupo tan grande que debe dar apoyo al Gobierno es “más complicado de lo que parece”. Es más, se jacta de que no hay ningún descontento porque en lo poco que ha transcurrido de legislatura se ha dado cancha al 60% de los diputados, especialmente a los más jóvenes, aunque dejando las intervenciones más peliaguadas a los veteranos, entre los que citan a Rafael Hernando, un verdadero hooligan dentro de la dirección del grupo.

Lo que no temen en el PP es a la oposición del PSOE, a la que ven “desnortada” y con una grave crisis interna, algo de lo que los populares saben mucho. De hecho, Rajoy jugó inteligentemente y decidió incluir en las listas prácticamente a todos los críticos que le quedaban, consciente de que iba a ganar las elecciones por goleada y le convenía más tenerlos dentro, contentos, que fuera, cabreados.

Uno de ellos es Gabriel Elorriaga, que fue su jefe de campaña en 2004 y responsable de comunicación del partido, quien publicó en mayo de 2008, unos meses después de la derrota del PP, una carta durísima contra el líder. Pese a todo, Elorriaga repitió como diputado por Madrid y fue nombrado presidente de la Comisión de Hacienda y Administraciones Públicas, una de las más importantes del Congreso. “Estoy muy a gusto”, confiesa. “Pero en la anterior legislatura también, siendo portavoz de Ciencia y Tecnología. Son dos legislaturas muy distintas. Es más ‘divertido’ estar en la oposición. Yo lo que critiqué fue la estrategia del partido”, matiza, intentando hacer borrón y cuenta nueva sobre el pasado.

Otros diputados reconocen que al comienzo de la legislatura, durante el reparto de cargos, “hubo algún malestar de los que esperaban algo y se quedaron fuera”, pero ahora, añaden, todo está “tranquilo”. “Tenemos una gran responsabilidad de sacar adelante las reformas que está impulsando Rajoy, aunque algunas medidas nos duelan y otras no nos gusten”, asegura un joven diputado que ha vivido las épocas convulsas del grupo. Una de esas medidas que causó más rechazo – entre otros a Astarloa- fue la excarcelación del etarra Uribetxeberria Bolinaga. Tampoco están entusiasmados con los nulos resultados de la reforma laboral de Fátima Báñez o con la ‘no subida’ de las pensiones, pero “ya llegarán los frutos”, insisten con una comprensión digna de elogio. Sin embargo, contra todo lo que pueda pensarse, uno de los ministros que recibe más parabienes es el titular de Educación, José Ignacio Wert, con el que la bancada del PP disfruta sin disimulo cuando interviene en los plenos. “Es un crack”, coinciden muchos.

Haya malestar o no con algunas medidas del Gobierno, lo cierto es que nadie se atreve a rechistar en las escasas reuniones plenarias que la dirección del grupo ha convocado durante este año -“ya hay reuniones sectoriales de portavoces ”, se justifican-. La última celebrada ha sido este miércoles para nombrar un nuevo secretario tercero de la Mesa del Congreso en sustitución del navarro Santiago Cervera, por el que ningún diputado ha salido en defensa tras ser imputado por el juez por un turbio asunto de chantaje al presidente de Caja Navarra.

No hay que olvidar que el propio Rajoy pidió a todos los dirigentes durante una de las últimas reuniones del Comité Ejecutivo Nacional que evitaran polémicas internas. Y, de momento, le obedecen.

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