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Mariano Rajoy entra en modo electoral tras la investidura fallida de Pedro Sánchez

Mariano Rajoy al finalizar su discurso en la segunda votación para la investidura.

Luz Sanchis

Un día después de comprobar cómo su adversario se estrellaba en el intento de ser investido, Mariano Rajoy vuelve a enfundarse el traje de candidato y entra en modo electoral. El líder del PP sabe que tiene prácticamente imposible presentarse ante el rey para recibir el encargo por falta de apoyos, por lo que este mismo sábado volverá a darse un paseo callejero tras celebrar un acto de partido en Salamanca. A la vez, el presidente en funciones jugará al despiste sobre sus próximas reuniones con Pedro Sánchez y Albert Rivera. Las futuras citas no tienen fecha por el momento y ni siquiera está claro que vaya a ser él el interlocutor, por lo que los primeros contactos pueden resolverse entre otros dirigentes.

Con la excusa de que será la “cerrazón y el sectarismo” de Sánchez la que provoque una repetición electoral el próximo 26 de junio, Rajoy se volvía a lamentar de que ser el más votado no le garantice repetir en la Moncloa pese a que no ha sido capaz de conseguir el apoyo de ningún partido. Una vez el PP da por descontado que Rajoy no podrá acudir a un debate de investidura similar por ese motivo, el único añadido importante que no llevaba escrito en su discurso consistió en acusar a Sánchez de “corrupción” por “poner las instituciones al servicio de su supervivencia”.

Con este panorama y los dos meses de paréntesis que quedan por delante hasta ver si se convocan unas nuevas elecciones generales, Génova jugará a poner en marcha su maquinaria de campaña mientras, a la vez, simulará que es posible un acuerdo que mantenga a Rajoy como presidente. Más allá de la confirmación de que liderará una iniciativa que es imposible que acabe en acuerdo por el “no” inamovible del PSOE y el previsible de Ciudadanos, los conservadores dan largas para las citas con los dos partidos con los que desean coaligarse en el Gobierno.

Molestos porque Rivera se erigió en “heredero único” de la Transición, en palabras de María Dolores de Cospedal después del pleno, y por la precisión de que Rajoy procede de Alianza Popular y no de la UCD, en el PP dejan claro que la reunión con Rivera será más una cuestión de cortesía que de prioridad.

El objetivo a partir de ahora es hacer patente que los 40 diputados del partido naranja no son imprescindibles, como sí lo son los 90 del grupo socialista. Los conservadores quieren visualizar, además, que el papel de enlace entre el PSOE y el PP que se atribuyó Rivera no es necesario porque la interlocución será directa entre ambos partidos.

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