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“Con cariño, Mariano Rajoy”: la firma del expresidente cuesta tres horas de cola en El Corte Inglés

Mariano Rajoy saluda a un joven durante la firma de su libro.

Constanza Lambertucci

La expectación es grande. Cientos de personas hacen fila en el Corte Inglés de la Castellana, en el centro de Madrid, para que el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy les firme su ejemplar de Una España mejor (Plaza & Janés), el libro de memorias que ha presentado esta semana. Muchas señoras y señores, y también jóvenes, esperan con sus libros recién comprados en las manos; algunos hojean las primeras páginas o miran las fotos del interior, y hay quienes han guardado las copias en una bolsa y aprovechan para hacer “amigos” porque “son personas educadas, razonables y en cola”.

Rajoy llega temprano a la cita y se ubica dentro del espacio donde firmará ejemplares durante dos horas. Es un rectángulo delimitado por cintas negras y custodiado por agentes de seguridad y prensa; una mesa de vidrio; un cartel con su rostro y muchos ejemplares que empiezan a desaparecer porque los que pasan se tientan y los compran.

Primero, Rajoy cumple los “compromisos” de la editorial. Se lo ve tranquilo. Ha estado nueve meses escribiendo sus memorias y 22 horas grabando la versión en audiolibro, para quien prefiera escucharlo con la voz de un registrador de la propiedad que ha gobernado España durante siete años. El fin de semana se fue de puente, según contó en la televisión, y este viernes de diciembre se ha dispuesto a firmar muchos “con cariño, Mariano Rajoy”.

El hombre que lideró la derecha durante 14 años y gobernó el país casi dos legislaturas enteras ha mantenido un perfil bajo desde la moción de censura que lo apartó del poder, unas semanas después de la sentencia del caso Gürtel, que encontró al Partido Popular responsable civil a título lucrativo por beneficiarse de 245.000 euros de la corrupción que había atenazado a su partido.

A Pilar, de 61 años, le da igual: “Él está limpio”. “Más que Gürtel han sido los ERE, esos sí que han robado al pueblo”, opina mientras hace tiempo para llevarse la firma del autor. Ella está “orgullosa” y viene “a agradecerle”. Su hija, Paula, de 26 años, lloró el día de la moción de censura porque le pareció “injusto”. “La doble vara de medir nos gusta para el PP, que siempre sale perdiendo”, se queja. El expresidente se ha vuelto ahora a los focos para hablar de su libro, con la tenacidad que ya había demostrado antes de entrar en política, cuando sacó una de las oposición más complicadas de la función pública a los 24 años.

Durante la última semana se ha paseado por foros y platós de televisión con las cualidades que lo acompañaron durante casi cuatro décadas de vida pública: irónico y evasivo. Lo ha hecho para promocionar su “versión”, de 384 páginas, sobre su etapa en La Moncloa sin “chismes, cotilleos o maldades”, según dijo el martes en El Hormiguero. Este mismo viernes ha estado en Valladolid y, tras la firma de libros en Madrid, seguirá ruta hacia Málaga y Alicante.

En el centro comercial no pronuncia ningún discurso, solo firma y atiende con una sonrisa a los simpatizantes que todavía le quedan en una ciudad en la que nunca acabó de sentirse cómodo, ni siquiera cuando vivía en la residencia presidencial.

A unos metros de la mesa donde ahora está sentado, cientos de personas aguardan impacientes, estiran el cuello y los que no se aguantan salen de la fila por un momento para hacer fotos. Conviene estirar el zoom porque la espera se organiza a unos cinco metros. Todos lo que pasan por delante gatillan. “Mirad con quién estamos, o sea, flipan”, transmite en directo una chica de 26 años. Y los primeros cinco consiguen pasar. “Ya era hora”, se queja una mujer pasados dos minutos de las 19.00, cuando estaba previsto que comenzara la firma.

Las personas avanzan, sonrientes. El expresidente los saluda con un “buenas tardes” y despide con un apretón a quien le extiende la mano. A su alrededor, está todo muy organizado: una personas es la encargada de hacer las fotos con los móviles que le dejan los asistentes y otro invita a retirarse a los que se entretienen demasiado en la charla. El espectáculo debe continuar y al político todavía le queda mucha gira. Año y medio después de abandonar el poder, de la comitiva que lo acompañaba a todas partes ya no queda casi nada. El máximo cargo del PP que se presentó a la firma fue el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, un esperancista con el que tampoco es que hubiera hecho muchas migas en el partido.

María, de 68 años, habla con su paisano “como buena gallega” de la lluvia, según cuenta con su ejemplar firmado en mano. Es la segunda de la fila y llegó a las 17.30. Conoce a Rajoy, “de los toros, en Pontevedra” y este viernes se ha acercado para que el expresidente le dedique el libro a su marido. “Es muy cordial”, destaca de su breve estancia del hombre que lo fue todo en el PP.

Las personas en la fila solo ven virtudes en el exdirigente popular. Una joven dice que es “muy padre”; es “educado”, señala otra persona; es “moderado”, dice una tercera. Incluso “buen deportista”, le llaman. “Es muy sociable. Me hice una foto con él en Sanjenjo [como pronuncia el propio Rajoy Sanxenxo, la localidad turistica donde veranea desde hace décadas] que tengo aquí mismo, por cierto”, presume una mujer.

María de las Nieves, de 72 años, dice que conoció al expresidente hace 45 años, “recién terminada la oposición para registrador de la propiedad”. “Fíjate si hace años ya era un talento”, afirma. La mujer asegura que lo “echará de menos”. “Soy del PP, pueden ponerlo, que no me importa. Hasta llevo la pulserita, que no la puedes mostrar porque te matan, mira al señor de los tirantes”, apunta. A su lado, María, de 59, añade que ella se irá a Portugal porque no quiere “ver la destrucción de este país”. Se supone que hablan de la coalición de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en caso de que acabe fructificando y el bipartito supere la prueba de la investidura, que hoy por hoy todavía parece lejana.

La fila crece y pega la vuelta a la sala. Tanto, que tienen que limitar el acceso. “Es que este hombre tiene tirón”, comentan dos empleados de los grandes almacenes. El libro se ha colocado como el número uno en ventas en castellano, remacha la editorial, y va por la quinta edición desde que salió a la venta.

Un agente de seguridad cuenta hasta cinco y hace avanzar a los siguientes en la fila. “Jooo”, lamenta una mujer que dos horas después aún no consigue acercarse al expresidente. Un hombre vestido de Papá Noel muestra a los agentes que “solo lleva caramelos” y comienza a repartirlos entre los asistentes porque no hará la cola aunque quiere.

La larga fila no amedrenta a nadie. Los asistentes pasan uno a uno y Rajoy los saluda con el mismo gesto; a todos parece escribirles lo mismo. El expresidente, una enciclopedia futbolista reconoce rápidamente al exjugador del Real Madrid José Luis López Peinado, un secundario de la liga de fútbol al que no pondrían cara la mayoría de periodistas deportivos del país. Cuando le toca su turno ambos conversan brevemente con familiaridad, aunque no se conocen personalmente. Hablan “sobre el Madrid”, contará después Peinado, “a ver quién le toca ahora en el sorteo de la Champions”. Se desean suerte y felices fiestas.

–Le pregunto por qué se ha ido.

–¿Y qué le responde?

–No sé… no me ha dicho nada.

Una cosa es que Rajoy tenga todavía mucha promoción por delante y otra, que abandone sus clamorosos silencios. Han pasado tres horas, el centro comercial está a punto de cerrar y Rajoy sigue firmando. Los últimos los garabatea de pie a cada fan que le extiende el brazo. Eso es para él la vida después de la política. Firmar. Como registrador de la propiedad. Y ahora como autor estrella de una editorial de libros.

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