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Rebobina, vecina, vuelve el casete

Rebobina, vecina, vuelve el casete

EFE

Madrid —

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Si usted ha tirado a la basura su colección de casetes musicales no está en la onda de los tiempos. Artistas, músicos y, sobre todo, aficionados están recuperando este formato que ahora cumple 50 años de su comercialización y que está ganando terreno como objeto de culto no solo para coleccionistas.

Sin ir más lejos, la semana pasada, se celebró el primer Cassette Store Day, una fiesta para melómanos que agrupó a más de treinta sellos y se disfrutó en tiendas de Gran Bretaña, Estados Unidos, algunos puntos de Europa y Argentina.

En esa jornada, varias bandas, decididamente independientes, como The Flaming Lips, Xiu Xiu, Los Campesinos!, The Pastels o Deerhunter, entre otros, aprovecharon para lanzar en formato casete una edición especial de algunas de sus canciones.

Muchos se preguntarán: ¿es necesario este alboroto con un cacharro superado en la era digital?. ¿Es otro tema de conversación retro para nostálgicos?. ¿Es un apellido gallego?. ¿Qué es un casete?.

Según la Real Academia de la Lengua, el casete es una cajita de material plástico que contiene una cinta magnética para el registro y la reproducción del sonido. No dice la RAE, sin embargo, que durante los setenta, ochenta y noventa del siglo pasado fue, probablemente, el vehículo perfecto para expandir la música popular.

Su aparición supuso dos hitos: la portabilidad -la posibilidad de llevar música con uno mismo- y la capacidad de copia y grabación -primera forma de piratería masiva-.

“El casete es un formato con el que generaciones previas a lo digital crecieron y con el que se intercambiaban música”. Así lo recuerda Borja Torres, jefe de la discográfica madrileña Lovemonk, que prepara para este otoño el lanzamiento de una recopilación en casete titulada “Space, Time, Memory&Cats”.

Con una tirada limitada, el trabajo está dirigido por Miguelito Superestar (Fundación Tony Manero y activista sonoro) y recoge una serie de versiones dub a la manera de las antiguas mixtapes -mezcla de canciones- que los djs popularizaron en los ochenta.

Para Torres, la resurrección del casete -“un objeto lleno de recuerdos”- tiene mucho de moda “divertida y pasajera”.

Esta tendencia de recuperación de esos cachitos de hierro y cromo tiene firmes defensores en todo el mundo. Sellos como Burger Records, en California, disqueras británicas como Reeks of Effort y Sex Beat, la canadiense Scotch Tapes o artesanos como los españoles de Musagre o de Afeite al Perro, están en la primera línea publicando música de nuevas bandas prácticamente solo en cinta magnética.

Néstor vive en Alicante y, junto a Víctor, llevan casi dos años al frente de Musagre apostando por este formato. De momento, tienen 14 referencias y han dado a conocer a grupos como Los Plátanos, Morenas o Biznaga.

“Es idóneo para hacer las cosas tal y como queremos, de una manera muy DIY (Hágalo usted mismo) y con una inversión mínima. Todo el proceso lo realizamos nosotros mismos”, explica Néstor.

El sello, que lanza ediciones de entre 20 y 50 cintas de cada grupo, busca un sonido propio muy cercano a la escena más underground. “Nos gusta sacar cosas que se amolden bien al formato como son las maquetas o grabaciones poco producidas, generalmente punk, garage, noise o electrónica analógica”, concluye.

Los músicos, por su parte, no ponen pegas. Jaime Bertrán, bajista de los barceloneses Las Ruinas, ha visto como su compañía “El Genio Equivocado” publicaba esta semana tres canciones de su grupo en casete bajo el título “Jenny EP”.

“Nuestro sello quería hacer algo que coincidiera con el ”Cassette Store Day“, así que han aprovechado que nosotros teníamos preparados este EP con lo último que quedaba de las sesiones de ”Groarrr!“, nuestro tercer disco, para sacar una tirada en este formato”, destaca Jaime que se considera de la generación “walkman”.

Otros autores en España, como El Último Vecino o Centella, también se suman a la edición en casete aunque siempre con tiradas minoritarias. Tampoco es tan raro, como dice Bertrán, en el mundo de la música “ningún formato físico, hoy en día, tiene futuro más allá de un grupo reducido de gente”.

Este amor por lo vintage tiene otras expresiones. Para este otoño, por ejemplo, está prevista la presentación en “festivales” -según el programa promocional- del documental “Cassette”, una película dirigida por los neoyorquinos Zach Taylor y Seth Smoot, que repasa los logros y milagros del “audio cassette”.

Esa reivindicación por recuperar este formato tiene también algún héroe reconocido. Es el caso del musicólogo estadounidense Brian Shimkovitz, que desde su blog Awesome Tapes From Africa (increíbles casetes de África) pone a disposición de un “click” la rica variedad musical del mercado de casetes de los zocos y mercados del continente africano.

En todos estos casos, nos vemos ante una misma pasión por un objeto, quizá más íntimo y personal, que resurge frente al imperio digital de las descargas masivas. Son, quizá, pequeños detalles de una nueva tendencia que recupera el bolígrafo Bic para rebobinar y escuchar música.

Por Juan Carlos Gomi.

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