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Rousseff-Temer, un “matrimonio” político que se reencuentra en el banquillo

Rousseff-Temer, un "matrimonio" político que se reencuentra en el banquillo

EFE

Sao Paulo —

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Los nombres de Dilma Rousseff y Michel Temer volverán a ir de la mano en un juicio ante el Tribunal Electoral, que podría anular una fórmula victoriosa en dos comicios y que está rota desde que él ocupó el cargo de la ahora expresidenta de Brasil.

La relación de conveniencia entre ambos políticos empezó en 2010, cuando Temer fue designado por la formación que él mismo presidía, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), para ser el compañero de Rousseff en las elecciones de ese año.

Delante de Rousseff, Temer, candidato a la vicepresidencia, ya vaticinó como una suerte de mal presagio que el PMDB iba a ser “protagonista” y “actor principal” en la legislatura.

“Dios me dio la oportunidad de presidir el PMDB en un momento de unidad y en un momento en que el PMDB no va solo a participar del Gobierno, va a gobernar el país”, declaró en su día este veterano dirigente, que cumplirá 77 años el próximo 23 de septiembre.

El experimento, pues el PMDB aunque camaleónico en sus ideas está en las antípodas ideológicas del Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff, triunfó en las elecciones de ese año y en las de 2014, en las que ambos renovaron sus nupcias como “pareja” política.

Algunos sectores del PT nunca vieron con buenos ojos la fórmula, pero la fuerte presencia de la formación de Temer en el Congreso era vital para sostener el equilibrio de una coalición de Gobierno que llegó a estar formada por más de una decena de partidos.

Con gran destreza para mover los hilos del poder sin hacer demasiado ruido, el hoy jefe de Estado mantuvo un papel discreto durante su primer mandato como vicepresidente.

Fue el principal interlocutor entre el Gobierno y el arco parlamentario y ganó protagonismo a partir del 1 de enero de 2015, cuando asumió por segunda vez como “segundo”, debido a la pérdida de poder que sufrieron el PT y la base oficialista en los ajustados comicios del año anterior.

Con la crisis tocando a la puerta de la que entonces era la economía más robusta de Latinoamérica, apenas dos meses después de empezar el segundo periodo, surgió una facción en el PMDB, encabezada por el expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, hoy preso por corrupción, que ya pedía la ruptura con el PT.

Los nuevos escándalos destapados en la estatal Petrobras agravaron un clima ya enrarecido entre el Poder Legislativo y Rousseff, quien delegó en Temer para limar esas asperezas, una función a la que este renunciaría meses después.

En paralelo, los brasileños empezaban a salir a las calles para pedir la destitución de Rousseff, cuya popularidad caía en picado, algo que Temer calificó en abril de 2015 de “impensable”.

Rousseff, en respuesta a los ataques que cuestionaban su capacidad para gobernar, afirmó que “nadie” le iba a quitar “la legitimidad que el voto le dio”.

Sin embargo, en agosto de 2015 ante un grupo de empresarios, Temer ya manifestó que sería “difícil” que la presidenta terminara el mandato.

En medio de esa crisis, el Tribunal Superior Electoral de Brasil decidió reabrir una investigación por supuestas irregularidades en la campaña de 2014 de la fórmula Rousseff-Temer, cuyo juicio empezará este martes.

Además, desde diciembre de 2015, Rousseff tuvo que hacer frente al juicio político en el Legislativo que desembocó en su destitución definitiva el 31 de agosto pasado, día en el que Temer asumió una presidencia que ocupaba interinamente desde el 12 de mayo.

Antes, Temer se había encargado personalmente de oficializar el “divorcio” con Rousseff en una explosiva carta en la que afirmaba que, desde el principio, había sido un “vicepresidente decorativo” y su partido, un “mero accesorio, secundario y subsidiario” para el Gobierno.

Después llegó la ruptura del PMDB con la entonces mandataria y los movimientos de ese partido para el triunfo del “impeachment” contra Rousseff, quien calificó a su vicepresidente como “uno de los jefes de la conspiración”.

“Cayeron las máscaras de los golpistas”, declaró Rousseff en abril de 2016.

Su “matrimonio” político con Temer se zanjó definitivamente el 12 de mayo pasado, cuando fue suspendida de su cargo y abandonó el Palacio presidencial de Planalto con una frase que hubiera firmado cualquier telenovela: “Lo que más duele es la traición y la injusticia”.

Casi un año después, sus nombres vuelven a aparecer juntos, pero esta vez para ser juzgados en el Tribunal Electoral por abuso de poder político y económico a través de una presunta financiación irregular de su campaña.

Carlos Meneses Sánchez

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