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Rutherfurd dice que le gusta tener el poder de la vida y la muerte de sus personajes

Rutherfurd dice que le gusta tener el poder de la vida y la muerte de sus personajes

EFE

Barcelona —

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El escritor británico Edward Rutherfurd, el máximo representante actual de la novela histórica multigeneracional, que acaba de publicar en España su última novela, “París”, ha confesado que le gusta “tener el poder de la vida y la muerte” de sus personajes.

En “París” (Roca Editorial) se recogen distintos episodios históricos, desde la construcción de Nôtre Dame a las maquinaciones del cardenal Richelieu; de la corte de Versalles a la Revolución francesa y las comunas parisinas.

Del hedonismo de la Belle Époque, cuando el movimiento impresionista alcanza su cenit, a la tragedia de la Primera Guerra Mundial; de los escritores de la Generación Perdida de los años 20, a los que se podía encontrar bebiendo en Les Deux Magots, a la ocupación nazi.

Rutherfurd, seudónimo de Francis Edward Wintle, que ofrece en sus novelas una visión de la historia de las ciudades que más le atraen, entremezcla personajes ficticios con otros reales a partir de una investigación minuciosa.

“Como escritor me gusta tener el poder de la vida y la muerte sobre mis personajes”, señala Rutherfurd en Barcelona en una entrevista concedida a Efe, coincidiendo con la Semana de Novela Histórica de Barcelona, aunque, señala, “a veces no quieren morir”.

Antes de “París”, publicó “Sarum”, “Londres”, “Rusos”, “Rebeldes de Irlanda” y “Nueva York”, y de todas, dice, la más difícil fue la dedicada a Londres, que tardó cinco años en escribir, porque las expectativas eran muy altas, y todo el mundo esperaba que salieran sus familiares.

Sin embargo, escribir “París” ha sido “emotivo”, porque tiene además muchos familiares franceses que participaron en la Resistencia.

Paseando por la parte antigua de Barcelona, revela que le gustaría escribir una novela sobre la ciudad: “Siempre tengo en mente seis o siete proyectos, y algunos se van cayendo, pero Barcelona está siempre entre esos proyectos”

Contrariamente a lo que hizo en “Nueva York”, donde el narrador respeta el orden cronológico, en “París” esa misma voz en tercera persona hace bailar al lector con continuos “flashbacks”.

Decidió alterar el orden cronológico en “París” como “experimento literario”, pero también porque “quería explicar la historia más rápidamente”, y esta decisión le brindaba la posibilidad de que el lector descubriera que no era cierto lo que pensaban algunos personajes de sus antepasados, porque “esa mezcla de realidad e ilusión forma parte de la vida, y la historia no siempre es real”.

El punto de partida de sus novelas, comenta Rutherfurd, es siempre “un período en el que se hayan construido grandes monumentos o edificios, como pasaba con Stonehenge en 'Sarum', la catedral de San Pablo en 'Londres', el Empire State Building en 'Nueva York' y ahora la Tour Eiffel en 'París'”.

Todo tiene que encajar como en “un plan maestro”, señala el autor, que inicialmente confecciona “una especie de esquema con el árbol genealógico de los personajes, las familias y las profesiones relacionados con el lugar, la arquitectura o la música”.

A partir de esos elementos, piensa las historias, en las que introduce misterios e historias de amor, y es entonces cuando comienza la documentación.

Ese proceso de documentación le lleva a episodios nada conocidos, como que los franceses intentaron engañar a los alemanes en la Primera Guerra Mundial sobre la ubicación de París -“llegaron incluso a construir una especie de París en otro sitio”- o la poco sabida detención de Picasso acusado de haber robado con Apollinaire la “Gioconda” en el Louvre.

A pesar de que la novela pareciera que tendría que acabar con la Segunda Guerra Mundial, Rutherfurd ha añadido a modo de epílogo un capítulo sobre la revuelta estudiantil de 1968.

“Tuve la suerte y el privilegio de haber vivido de joven la revolución de 1968 en París y participé activamente, pues residía entonces en el barrio Latino”, indica el escritor británico, que añade: “Ciertos temas de la Revolución Francesa de 1789 no se han resuelto aún, pero la Revolución social de 1968 está hoy muy presente en la vida política francesa; no en vano, gobierna aquella generación”.

Rutherfurd se confiesa heredero de James Michener, el primer escritor que abordó la novela histórica de varias generaciones y no oculta que le gustaría que sus libros fueran llevados al cine o a la televisión: “Ha habido intentos, pero no ha salido nada, aunque a partir de primavera mi hijo y yo lo intentaremos de forma más activa”.

Por Jose Oliva

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