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Sharif asumirá en Pakistán un Gobierno condicionado por los números rojos

Sharif asumirá en Pakistán un Gobierno condicionado por los números rojos

EFE

Islamabad —

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El conservador Nawaz Sharif, claro ganador de las elecciones del sábado en Pakistán, deberá afrontar grandes desafíos económicos y políticos en un país con fracturas sociales, una violencia rampante y una crítica situación financiera.

Sharif, que liderará el gobierno paquistaní por tercera vez, se enfrenta además a un vecindario agitado por la retirada de las tropas internacionales de Afganistán y, ante todo, a una economía agonizante, cuya revitalización encabezará la agenda oficial.

“Trabajaremos con un plazo de 100 días para afrontar el reto inmediato de revitalizar la economía y recuperar la confianza de la comunidad internacional”, dijo hoy a Efe Artaj Aziz, exministro de Economía y miembro destacado del equipo económico de Sharif.

Pero 100 días pueden ser incluso demasiado para algunos de los compromisos que a muy corto plazo tiene que afrontar el ganador de las elecciones, la Liga Musulmana-N (PML-N) que lidera Sharif, que tendrá que hacerse cargo de algunos pagos en las próximas semanas.

El diario paquistaní en inglés “Dawn” informó el pasado mes que Pakistán debe reembolsar en mayo unos 850 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI), seguidos de importantes sumas en julio y septiembre como parte del pago de su enorme deuda exterior.

El FMI ofreció recientemente al Gobierno interino del país una “ayuda extra” de 5.000 millones de dólares para hacer frente a los pagos inmediatos, pero el PML-N ya ha mostrado en el pasado que es muy reticente a aceptar las recomendaciones del órgano financiero internacional.

Durante la pasada legislatura, el partido de Sharif forzó a sus rivales del Partido Popular de Pakistán (PPP), en el Gobierno pero con un apoyo parlamentario débil, a suspender la colaboración con el FMI porque las demandas de reforma fiscal atacaban al electorado del PML-N.

El Gabinete del PPP había negociado, tras subir al poder en 2008, un paquete de ayuda a la estabilización por valor de 11.600 millones de dólares que se recibirá en partidas distribuidas en cinco años.

“Tal y como enfocaba la reforma el PPP, los más afectados eran los pequeños y medianos empresarios de la provincia del Punyab, el principal caladero de votos de Sharif”, explicó en Islamabad a Efe una experta adscrita a un organismo financiero internacional.

“Pero ahora van a tener que hacer la reforma, aunque sea a su manera, y seguramente van a aumentar mucho los impuestos indirectos a algunos grandes sectores y a reducir los subsidios a grupos de población más humildes y cercanos al PPP”, añadió la experta.

Aunque el PML-N se resiste a la idea de volver a recurrir a los organismos internacionales (de hecho Artaj Aziz adujo que “con aplazar algunos pagos puede ser suficiente”), para los expertos no hay duda de que el gobierno deberá pedir ayuda financiera exterior.

Ante las aún tensas relaciones con Occidente, que estuvieron bajo mínimos con el Ejecutivo anterior, los expertos señalan que es probable que el nuevo gobierno de Pakistán contacte de entrada con países “amigos” como China o Arabia Saudí, con el que Sharif tiene buena relación y que es el segundo donante de ayuda a Pakistán.

La agenda política de Sharif estará condicionada por los enormes requerimientos económicos del país y en especial de los sectores económicos que apoyan al PML-N, sobre todo en su principal bastión del Punyab, la provincia oriental y fronteriza con la India.

Sharif ya ha concedido entrevistas a medios indios en las que ha recordado su intención de mejorar las relaciones con el gigante vecino, una demanda del sector empresarial punyabí, que ve ahí una gran oportunidad de negocio.

No es descabellado que ante la desesperada situación financiera de Pakistán, las capitales occidentales esperen una postura de colaboración en asuntos regionales tan delicados como la retirada de la OTAN del vecino Afganistán.

El gobierno de Sharif tendrá que hacer frente a esas demandas, además, con un importante problema interno de insurgencia armada que ha costado, según las autoridades, 40.000 vidas en una década y que engulle buena parte del presupuesto del país.

En cualquier caso, lo que parece esencial para ganar la confianza de los centros financieros internacionales es que Islamabad aborde las tantas veces postergadas reformas fiscales y estructurales que agentes como el FMI han reivindicado con reiteración.

Esa opinión es compartida por diversos analistas foráneos y locales, como el exministro de Comercio Mohamed Zuber Khan.

“Si damos los pasos adecuados en materia económica nos apoyarán, así de sencillo; el Gobierno anterior no lo hizo y así nos fue”, afirmó recientemente Zuber Khan.

Por Pau Miranda

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